Capitulo 7

Después del paseo por el campo Bonnie se encontró pensando mucho en las palabras de Dante y en la nueva perspectiva que había ganado sobre él. Aunque seguía siendo cautelosa, también sentía una conexión más profunda con él, como si hubieran cruzado un umbral invisible hacia una comprensión mutua.

Esa noche, después de la cena en la mansión, Bonnie se retiró a su habitación pero encontró difícil conciliar el sueño. El cielo estaba despejado y la luna llena brillaba intensamente, iluminando el paisaje fuera de su ventana. Decidió dar un paseo por el jardín, buscando la calma nocturna para ordenar sus pensamientos.

Mientras caminaba por los senderos bordeados de flores perfumadas, se detuvo junto a la fuente y dejó que el sonido del agua burbujeante llenara sus sentidos. Fue entonces cuando escuchó pasos acercándose por detrás. Se volvió para encontrarse con Dante, que se acercaba con paso tranquilo.

—Te encontré. Pensé que podrías estar aquí. —dijo él, su voz resonando suavemente en la quietud de la noche.

Bonnie le sonrió débilmente, sintiendo la tranquilidad que su presencia le brindaba.

—No puedo dormir. Estoy demasiado inquieta después de todo lo que ha pasado hoy. —confesó, mirando hacia la luna brillante en lo alto.

Dante se acercó y se apoyó contra la baranda de la fuente, mirándola con una expresión suave en sus ojos oscuros.

—Entiendo. A veces las revelaciones pueden tener ese efecto. ¿Te sientes mejor después de nuestra conversación de esta tarde? —preguntó, su tono lleno de preocupación genuina.

Bonnie asintió lentamente, sintiéndose reconfortada por su presencia y por la sinceridad que había compartido con ella.

—Sí, me siento mejor. Aprecio que me hayas contado más sobre ti, sobre tu pasado y tus motivos. Me ayuda a entenderte mejor.

Dante le dedicó una sonrisa suave.

—Me alegra escuchar eso. Quiero que confíes en mí Bonnie. Sé que las circunstancias que nos unen son inusuales y difíciles de aceptar, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, para apoyarte en lo que necesites.

Bonnie se sintió conmovida por sus palabras y por la tranquilidad que emanaba de él en ese momento.

—Gracias Dante. Es reconfortante saber que tengo a alguien en quien puedo confiar aquí.

Dante asintió, mirándola con una mezcla de gratitud y determinación.

—Eso es todo lo que quiero para ti. Y si alguna vez decides que quieres irte, recuerda que tienes esa opción. No quiero que te sientas atrapada.

Ella lo miró, sintiendo una oleada de gratitud hacia él por su comprensión y su respeto hacia su libertad.

—Lo sé, y aprecio tu sinceridad al respecto. —respondió, encontrando consuelo en sus palabras.

Caminaron juntos en silencio por el jardín, compartiendo la paz de la noche y el vínculo que se estaba fortaleciendo entre ellos. Bonnie se dio cuenta de que, a pesar de todas las incertidumbres y los desafíos que enfrentaban, había algo especial en la conexión que estaba formando con Dante. Una conexión que iba más allá de las circunstancias que los habían unido.

Al llegar al final del jardín, se detuvieron y se miraron el uno al otro en la suave luz de la luna.

—Gracias por estar aquí esta noche Dante. Ha sido reconfortante hablar contigo. —dijo Bonnie sinceramente, rompiendo el silencio.

Dante le sonrió cálidamente.

—El placer ha sido mío Bonnie. Si alguna vez necesitas hablar o simplemente caminar por el jardín de nuevo, estoy aquí.

Ella asintió, agradecida por su ofrecimiento.

—Lo aprecio. Buenas noches, Dante.

—Buenas noches Bonnie, que descanses. —respondió él, su voz suave flotando en el aire nocturno.

Bonnie regresó a su habitación con el corazón más ligero y la mente más clara. Aunque el futuro seguía siendo incierto, sabía que había encontrado en Dante algo más que un anfitrión o un protector. Había encontrado a alguien que estaba dispuesto a compartir su mundo y a ofrecerle una opción, una promesa de libertad en medio de las circunstancias que los rodeaban.