La transformación de un inmortal a mortal, y luego a inmortal otra vez al llegar al pueblo era un misterio para los de su clan, todos querían saber cuál era la cura de la inmortalidad, pero en especial Bastian, quien no se iba a detener hasta encontrar respuestas. Nicolas no tenía idea de lo que le pasaba, pero de algo estaba seguro, era un vampiro otra vez.
Ser vampiro incluía la inmortalidad, la velocidad de un leopardo, la visión de un águila, el oído más desarrollado que el de cualquier animal y el poder de la hipnosis, pero para tener todo esto tenía que beber sangre humana al menos una vez por semana. Para Nicolas ese era el peor de los castigos y temía por su familia, estar cerca de ellos lo descontrolaba exageradamente y sus venas ardían por dentro al intentar abstenerse de beber su sangre.
Pero los vampiros no son del todo poderosos e inmunes, entonces ¿a qué son vulnerables?
El sol los quema vivos, la verbena contrae sus poderes y si se consume los deja inconscientes por un rato, los lobos son los únicos que pueden matar a un vampiro con solo una mordida y si no beben sangre por mucho tiempo se pueden secar y petrificar.
Si el sol quema vivo a un vampiro, ¿cómo es que Bastian y Kate pueden salir a plena luz del día sin que le pase nada. No solamente ellos pueden, muchos vampiros lo hacen si tienen a una bruja de su lado y les da un dije de protección, esto puede ser un brazalete, un collar o un anillo hechizado que si lo tienen puesto el sol no les hará daño.
Había la posibilidad de que hubiera una cura en algún lugar del pueblo y que Nicolas supiera o no de su existencia y no quisiera decir nada, pero la persona que lo averiguara primero de alguna forma no podía ser Bastian, porque si el encontraba la cura también iba a encontrar la manera de revivir los vampiros más sanguinarios que existieron en el mundo, los cuales eran su familia.
(POV BASTIAN)
Volver a la escuela era todo un calvario para mí, llevaba siglos en esta escuela y siempre tenía que borrar la memoria de directores y profesores para que no me reconocieran de antes, pero esta vez era importante mi regreso porque tenía que conocerla.
Chloe Davis, la hija del hombre más misterioso del pueblo y por alguna razón la única humana que no podía hipnotizar, la única que no se derretía ante mi encanto y también la única a la cual no podía entrar en su mente. Era verdaderamente extraño como una humana podía evadir mis poderes sin ser como yo.
Tenía que entrar en su cabeza de alguna forma y si no era por ella iba a ser por su mejor amiga Tara, a quien suponía que esta chica contaba todo, las mujeres no podían callar nunca su linda boquita y absolutamente todo lo que les pasaba todo se lo contaban a su mejor amiga.
Tara estaba enamorada de mi "hermano" Aiden quien en verdad solo era un chico que convertí un siglo atrás y prácticamente me servía en todo, digamos que éramos amigos. Por ahí es por donde iba a entrar en Tara, por Aiden.
-Necesito que me traigas a Tara esta noche- dije subiéndome al auto de Aiden
-Amigo es mi pareja, NO- me dijo con ojos de súplica -Hay muchas personas en este maldito pueblo
-No voy a tragarme su sangre imbécil, la necesito por un asunto de Chloe
- ¿Entonces solo vas a hablar con ella? - dijo arrancando el auto
-Tengo que averiguar porque no puedo hipnotizarla, Kate me dijo que no traía verbena con ella entonces no me explico cómo es que es inmune a mi- Chloe no podía convertirse en otro de mis problemas
-Hermano ella no va a decirte nada sobre su amiga, no sabes lo bien que saben guardar los secretos- me contesto levantando una ceja
-Aiden no voy a preguntarle como si fuera su abuelita ¿entiendes? voy a jugar con ella un rato, de algo tienen que servir nuestros poderes- le di un golpe tras la cabeza
-Prométeme que no le vas a hacer daño- dijo mirándome serio
- ¿Acaso le tienes aprecio a una humana? ¡Sabes que no es permitido que te enamores de esas cosas a menos de que quieras convertirla! - freno el auto de golpe
-No, solo me cae bien y no quiero que la conviertas en tu carnada- sus ojos cambiaron de color como si quisiera pelear conmigo, sonreí, su actitud me parecía un tanto ridícula ya que él sabía que podía vencerlo con un dedo porque soy más viejo y por lo tanto más fuerte.
-Cálmate niñita, solo tráela esta noche a la casa del lago y puedes estar presente para que veas que no le haré nada malo- de nuevo arranco el auto y empezamos a andar, no dijo nada más, pero sabía que tenía que obedecerme.
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Editado: 27.03.2020