Me levanté por la mañana en el sofá cama y me pegué un susto ya que Hailey me estaba observando fijamente de pies a cabeza.
—¿Qué sucede? Le pregunté
—¿Por qué estás tan sucio? Me dijo.
Se me quitó el sueño y me puse a regar tus plantas y luego las cambié de maceta.
¡Umm! Dijo ella. Podía estar seguro que no me creyó ninguna palabra. Lo bueno de todo esto es que llevaba días sin hablarme y por lo menos esta vez me dirigió la palabra. Es un buen comienzo. Luego mi amada se fue de mi lado y mi Rowen llegó hasta donde yo me encontraba para enseñarme un dibujo.
Mi bella hija me hizo sonreír. En el cuadro de cartulina rosada estaba su gata Chloe dibujada de forma chistosa, parecía un alambre con bigotes y ese dulce animalito supuestamente me estaba dando de comer cereal en la boca con una cuchara.
¡Papito! me dijo ella. ¿Dónde está Chloe? La he buscado por todos lados y no la encuentro.
Luego se levantó Averett y me dirigió la palabra diciendo. ¿No has visto a Max?
Por lo consiguiente empezó a gritar, ¡Max. Max! Yo lo quedé mirando y gritaba tan fuerte que no tenía ninguna señal de su tos. Después de un buen rato de quedarse sin garganta por tanto vociferar, le dije. ¿Tu tos ya no es recurrente?
No solo no es recurrente, hermanito. Ya no tengo tos desde la madrugada.
En serio. Guau. Es fantástico. Me sentí muy alegre por mi hermano ya que se veía radiante y fantástico. Su cara ya no se notaba escuálida, ni enfermiza, tampoco tenía su rostro decaído como antes. Al fin y al cabo era cierto aquello de lo que las mascotas traían consigo una terrible maldición. La voz susurrante no me mintió. De cierto modo me puse muy felíz.
Matthew se levantó al igual que los demás y estaba llamando a Duke. ¡Duke! Gritó Matthew en voz alta. Y a continuación se le añadió Hailey y así todos empezaron a buscar a sus mascotas. Max, el pastor alemán de Averett. Duke, el pastor alemán Belga de mi hijo Matthew. Chloe la gatita siamés de Rowen y Ozone el gato siamés de Hailey habían desaparecido. Iba a dejar que siguieran buscando y tenía que ayudarles a buscar a sus mascotas para no levantar sospechas. Al final se podían reemplazar con otros animales de los mismos y estos tendrían el mismo efecto.
Después de un rato de intensa búsqueda donde les hice desviar del lugar de donde en realidad estaban. Al final de cuentas se dieron por vencidos.
¿Cómo es qué lograron salir si no había ninguna salida ya que estaba cerrada la puerta principal? Dijo Hailey cuestionando la situación.
Yo puedo explicar eso. En la madrugada tuve un poco de ansiedad y creo que dejé la puerta abierta de la entrada principal y creo que en ese momento fue que se salieron.
Pero las puertas de las habitaciones estaban cerradas. Dijo mi esposa indagandome hasta el punto de hacerme poner nervioso.
Entré a las habitaciones y tuve mucha ansiedad y fui a la habitación de mis hijos para calmar mi intranquilidad y dejé las puertas entreabiertas.
—No supe que decir ya que me encontraba muy nervioso.
—¿Y entraste a mi habitación y a la de tu hermano, cielo?
—Sí, cariño es que me pareció escuchar algo.
Mmm. ¿Y por qué estaba mojado el piso en la cocina?
Me estaba preparando un té y se me regó agua en el piso.
Te noto raro y algo nervioso. ¿Acaso me estás mintiendo?
No, no digas eso, cariño. No tengo porque estar nervioso.
Luego de un rato de estar buscando se dieron por vencido. Rowen como Matthew se pusieron a llorar y los tuve que consolar haciéndoles una promesa de que le compraría otras mascotas igualitas si no llegaban a aparecer.
—Rowen me dijo con lágrimas que rodaban por sus mejillas de forma recurrente: no quiero a otra gata. Solo quiero a Chloe.
Lo sé, cariño. Sé que querías mucho a tu gatita. Solo que digo que no estaría mal reemplazarla si no llega a aparecer.
Matthew también me dijo que no quería otro perro que se parezca a Duke. Quería solo a Duke y a nadie más.
Mi hermano Averett como Hailey también estaban tristes.
Las mascotas son iguales que hijos, son familia. ¿Qué te hizo creer que podrías reemplazarlos como si fueran un par de calzados? Dijo mi esposa.
No, cariño, solo digo que si no aparecen existen alternativas de consuelo, pero si a ti no te parece bien remplazarlos me parece correcta tu decisión. Pues no tendremos más mascotas.
Solo hay que seguir buscando, opinó Averett. Así siguieron buscando por buen rato y luego se olvidaron del suceso.
Por la noche me encontraba fumando un cigarrillo fuera del establo mirando hacia las estrellas. De pronto me estremecí cuando escuché: Patrón. ¿Va a querer un té?
María, te hago una pregunta ¿Qué, tú no duermes ya que siempre me encuentras despierto?
Bueno, dicen por ahí que el dormir es el descansar del alma y yo descanso lo que considero necesario. El que creo que no descansa es usté, ya digo yo que el no dormir mucho luego le va a hacer querer dormir tanto hasta no querer más despertar.
¿Y qué hace a estas horas tan altas de la noche? ¿Qué le oprime o qué lo desespera?
No me sucede nada, ¿tú has visto algo inusual que no hayas querido contarme?
Pues, inusual, inusual, no ando sabiendo lo que significa, pero he visto muchas cosas raras. Fíjese que el otro día no había estrellas. Es de mal augurio que no las hayga. Dicen que si no hay estrellas luego uno queda bien estrellado, ya lo digo yo. También lo dicen los ancestros que siempre han sido muy ancestrados.
María quisiera corregirte muchas palabras, pero una en específico me incómoda un poco. No es hayga, es haya. Quítale la g a la próxima.
Por qué, si se escucha igualito. Si se alteran los faitores quedan los productos desordenados, dice usté.
—El orden de los factores no altera el producto. Y es usted, no usté. Perdóname María. Ando un poco insensible el día de hoy.
Pierda cuidado patrón, deje la preocupación que lo preocupa. Ándele, pruebe el té de Melisa antes de que se le enfríe. Lo va a relajar bien relajado ya verá.
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Editado: 11.03.2025