Trastorno

ENEMISTAD ILÓGICA E INCOMPRENSIBLE

La ansiedad reprime mi entusiasmo. Todo me resulta confuso. Siento que necesito de respuestas inmediatas. ¿Qué significa aquello que dijo mi papá sobre que he visitado un neurólogo? ¡No conozco a ningún neurólogo, no recuerdo nada de eso! Siento una desorientación permanente.

Mientras camino yendo rumbo a mi camioneta habiendo apresurado mis pasos. El silencio que me tiene invadido es agónico y sepulcral. De tanto pensar puedo escuchar un sonido en mis oídos que puede tratarse de tinnitus.

También he obtenido una migraña aguda que me hizo marear igual que el colesterol. O peor aún, a lo que más le temo es a que me pueda atacar un derrame cerebral. Aquello último sería ya como la ceresita del pastel de mi crónica existencia.

En este preciso momento considero que el haber matado a las mascotas nunca fue una buena idea. Si antes no creía en energías sobrenaturales, ahora pienso lo contrario. Creo que existen y me han doblegado hasta permanecer en un envuelto desfavorecedor que descansa en una imprecación indestructible.

Las reminiscencias me llegan como flechas y las imágenes me pasan por la mente como una película repetida.

Los filmes mentales proyectan mis tierras malditas. Cultivé uvas para poder producir vino y pensé que aquello iba a ser revolucionario.

Mis remembranzas me muestran a Gael cuando compró unas tierras donde le estaba yendo muy bien en la vendimia y me dijo que copiara lo mismo. El negocio requería de una buena inversión y por aquello fue que le dije a papá que me dé un último préstamo para poder recuperar mi economía. Gael parecía muy feliz y no es para menos ya que su negocio es próspero y tiene buenos contactos para poder importar vino. Él me explicó que si me metía al negocio primero iba a poder exportar un vino sencillo, pero es válida la cosecha ya que el precio que se le puede poner te devuelve el capital triplicado.

No obstante, existen cosechas en que el vino puede tener un estimulante dulzor afrodisíaco y el costo de aquella cosecha multiplica hasta por 7 veces su precio. Gael fue afortunado y ahora goza de una vida maravillosa y es extremadamente feliz. Cuando copié lo mismo y mis empleados hicieron un modelo de una plantación perfecta donde Gael me dio unos planos de siembra para que tome las medidas correctas de espacios entre las plantaciones. Luego que estas llenaron sus energías de una fervorosa fotosíntesis y todo parecía estar en perfectas condiciones. Llegaron una horda de horrorosos insectos que dañaron mis plantaciones: chanchitos blancos, trips y mosca de las frutas, estos se comieron mis sueños consigo. Lo he intentado también con maíz, trigo, cereales, algodón. Todo tipo de hortalizas y nada funciona. Nada me produce con normalidad.

Mi crisis me ha hecho vender parte de mi ganado, gallinas, gallos, polluelos y demás animales. Muchas de mis fortalezas conocieron extremas debilidades. Mi economía se está yendo en picada hacia un agujero negro que ejecuta su desfogue por el universo. Puse en venta el Porsche de papá y ya tengo dos interesados. El precio de venta del vehículo lo tuve que disminuir a menos de la mitad de su costo. Estoy muy desesperado y mis impulsos nerviosos están consumiendo mis aspiraciones.

Ya no sé que pensar y empiezo a fenecer en vida. Me cuesta creer que esto sea pura mala suerte. O se trata de algo más. Mi desesperación me hizo creer que los murmullos serían la solución a mis problemas y el despedir a mis mascotas de este mundo no han solucionado nada. Me arrepiento de haber actuado con violencia. Pobrecito el triste final de los cachorros que privé de duración, ¿¡Cómo quisiera retroceder el tiempo atrás para poder replantear mis decisiones!?

Estoy en la puerta de la camioneta, después de haber dado grandes zancadas tras salir de la casa de mi progenitor. Creo que no tengo ánimos para manejar, ni tampoco podría pasar de los 30 kilómetros por hora en la carretera. Estoy pensando mucho en este preciso momento y quizás mis frustraciones y mi honda tristeza que ahora poseo me puedan hacer cometer un accidente, no quiero que nadie salga herido, y aún peor estando con mis hijos presente y esto último es lo que más me aterra. Por aquello, para calmar mis emociones negativas mejor he decidido no conducir todavía. Necesito desviar la atención para tratar de acallar mis pensamientos que me gobiernan.

Decidí entrar con mis hijos al local de Starbucks para comprar un café negro bien cargado con la finalidad de conservar las energías necesarias. Por ende le dije a mis retoños que si querían alguna bebida refrescante y si es así que agarren lo que deseen. Pedí mi café y también allí en las vitrinas refrigerantes vendían toda clase de productos como gaseosas y red bull, entre otras cosas.

La variedad de productos parece infinita. Pedí mi café y también tres donas. Rowen tenía entre sus manos una bebida que sacó de la vitrina, aquel bebercio con forro celeste por su exterior tenía por nombre: Arucol, dicho refrigerio tenía ingredientes saludables como: Stevia y Splenda. Le dije que era una muy buena elección y mi hija no quiso comer Dona. Matthew tenía en sus manos una Pepsi en botella plástica y nos sentamos en las mesas de adentro a degustar nuestros refrigerios. El café que pedí estaba bien concentrado, me pareció riquísimo. Necesitaba acallar mis pensamientos con el dulce de la Dona de chocolate más mi café, estos de seguro que iban a estimular mi cerebro y también sería bueno para asesinar mis preocupaciones.

En ese preciso momento vi entrar a Adisson completamente sola. Me dio vergüenza ya que seguro que se enteró de la noticia. Sin embargo de igual modo me le acerqué y le dije: hola, Adisson. ¿Cómo estás?

Adisson de inmediato frunció las cejas y arrugó su frente. Sus ojos se les ensancharon y parecía que iba a arrojar fuego de sus pupilas, en consecuencia lanzó palabras al viento.

No vuelvas a hablarme nunca más, Joseph. Ya nunca más seremos amigos.




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