4 Años después, donde nada tiene sentido....
La carretera se extiende ante mí como un río de asfalto, serpenteando entre campos dorados y parches de verde vibrante. Mi Ford Ranger Raptor, negra como la noche sin luna, avanza con la firmeza de un depredador, devorando kilómetros con la elegancia de quien domina el camino. El motor ruge con potencia contenida, un latido constante que marca el ritmo de mi viaje.
A 110 km por hora, el mundo se desliza en un vaivén hipnótico. El sol, aún bajo en el horizonte, proyecta sombras largas sobre el asfalto, pintando un paisaje en movimiento. No estoy lejos de Killeen, donde mi padre me espera, pero por ahora, el trayecto es mi única realidad.
El horizonte se despliega como un lienzo en constante cambio, y yo sigo avanzando, guiado por el pulso inquebrantable del motor y la certeza de que el hogar no es solo un lugar, sino el corazón que late al final del camino.
En esta época de verano, el ardor del ambiente alcanza niveles insoportables, con la temperatura elevándose sin tregua a medida que se acerca el mediodía. Si por desventura alguien se encuentra caminando por la calle a esa hora, podría ser alcanzado por una oleada de vapores fulminantes, tan intensos como los que brotan de un volcán en vísperas de erupcionar.
Después de ello quedaría la persona X desmayada en mitad de la calle. Quedando deshidratada y abandonada, en el cual, aquel cuerpo consumido por la desgracia. Luego llegaría a formar parte de aquel calenturiento ritual, donde las brasas del infierno que fueron producidas por el triangular Inframundo con boca ardiente, calcinaría a cada fibra carnosa, que luego pasaría a ser convertida en cenizas. Por aquello salí de casa a las 7 a. m. Y el día de hoy es una mañana espectacular y muy alegre.
En un libre espacio plano de tierra amarilla. Detuve mi camioneta y luego se produjo en mí un silencio repentino. A continuación logré sentir el frío que me calaba hondo que era producido por el aire acondicionado de mi vehículo.
Entonces, en medio de mi ánimo contenido por el llanto, se envolvió a mi alrededor un aura de aire sepulcral y melancólico.
Estando en aquel lugar observé la hacienda en donde viven unos amigos. Bueno, resulta que antes sí eran mis amigos. Después de que cometí un error impulsivo e innatural, ellos dejaron de serlo. Las líneas rectas de mi comportamiento se transformaron en curvas y quebradas. Ahora lo único que puedo hacer es mirar la hacienda desde afuera, que queda a tan solo unos cuantos metros de la carretera.
Allí las vacas dentro del corral hacen muuu y las gallinas vagabundean por el patio inmenso. Cacarean y remecen sus alas, picotean el piso de tierra negra con hierba desaliñada para tratar de hallar a unas cuantas lombrices.
A pesar de que reciben maíz en sus estómagos, las gallinas siempre se las arreglan para buscar sus postres en movimiento. Los cuatro perros Huskies Siberianos, ladran y aúllan al verme igual como hacen los lobos cuando estos tienen hambre. Los caballos dentro del establo relinchan.
Luego de tener mi mirada vaga e inquieta contemplé mi vista en un gato negro de cola ondulada. Aquel misterioso animal que nunca antes había visto, me quedó mirando a los ojos de una forma muy penetrante e irregular. Se encontraba trepado en una esquina del corral donde se encuentran las vacas. Su mirada profunda hacia mí me resultó escalofriante. Me saqué por un momento el sombrero marrón Cowboy Stetson de mi cabeza, ya que de repente tuve una picazón que me resultó insoportable.
Acto seguido continué mirando al gato con fijeza permanente a los ojos para tratar de hacerle desviar su mirar, pero luego de varios minutos me estaba resultando imposible de poder ganar. Después de jugar por varios minutos a las fijas miradas con el negro animal, tuve que apartar mis ojos ya que quedé vencido y humillado por aquel juego en el que el bigotón es demasiado experto.
Por tanto tenía que continuar mi camino, accioné el botón que hizo encender mi camioneta y luego le dije a los que me acompañaban que se coloquen sus cinturones. A mi lado se encuentran mis dos retoños que son, macho y hembra.
Matthew tiene el cabello marrón y oscuro como el mío. También presenta sus ojos color marrón claros que sacó de mis ojos. Tiene una versión mejorada de mi imagen, su piel es más blanca que la mía, sin embargo, en ciertos aspectos nos parecemos bastante.
Rowen, por otro lado sacó una versión mejorada de la imagen de mi esposa Hailey. Tiene el mismo tono amarillo platino en su cabello siendo ese su color natural y el largo de su cabello se parece al de Rapunzel. Exagero un poco, sin embargo, lo único que sí puedo afirmar es que su cabello se encuentra bien cuidado y lleva consigo los mejores champús y cremas hidratantes de la más alta calidad.
Rowen presenta una simetría perfecta en su imagen. Lo único diferente de mi hija con mi esposa son sus ojos. Rowen sacó mis ojos color marrón claro, o no estoy tan seguro si mis ojos son de color miel, me da igual, no me he puesto a investigar aquello ya que me resulta insignificante, en cambio los de mi esposa Hailey sin embargo son azules. No obstante, ambas son demasiado hermosas, aunque me atrevo a asegurar que mi hija es diez veces más bella. Se lo he dicho en incontables ocasiones a Hailey para que sepa la verdad, que mi hija de más grande va a ser la chica más bella de todo Texas y porque no, de todo el mundo entero. Mi esposa solo me sonríe y se ve doblegada ante la belleza de mi hija y reconoce que tengo la razón.
Hace cinco días atrás llevé a un casting de modelaje de ropa para niños a mis dos hijos. Sin embargo, la plaza para niños varones ya había sido ocupada y solo estaban haciendo casting en niñas para que utilicen vestimenta de marca.
Al tomarle varias fotos me la aceptaron a Rowen de inmediato, no esperaron ni siquiera a que me vaya de las instalaciones. Entonces me dieron la noticia de que mi hija iba a llevar puesto encima ropa Calvin Klein. Después, sus imágenes serían explotadas para formar parte de un extenso catálogo de revistas muy renombradas e importantes.