«Reencarné en mi libro favorito, no sabía porque razón exactamente pero no podía creer que me tocara en el cuerpo de la villana».
El libro relataba una historia cliché, una chica pobre que lograba enamorar al príncipe heredero, sin embargo su prometida llena de celos la envenenó antes de la boda, y el príncipe para salvar a su amada hace un viaje peligroso a las frías montañas de Tercia para conseguir la flor de loto divina, de esa manera logró que su amada despertara. La mayoría de los sucesos giraba en torno al amor y como lo de adentro superaba a las riquezas y a la belleza misma. Y al final Sarahí terminó como todas las demás villanas de otras historias, siendo decapitada frente a una gran multitud.
«Vaya final de mierda».
—Claro, muy bonito todo, pero fueron injustos con Sarahí —ese era el nombre de la villana o mayormente conocida como Sara. —Ella fue criada para ser la reina y que alguien más sin dar un mínimo esfuerzo le quitara ese puesto… empatizo con ella, siempre lo hice, pero cuando lo comenté me cayó mucho hate por defenderla.
Observó a su alrededor, la habitación era espaciosa, como se esperaba, ella era hija de uno de los nobles más importantes del país, sus padres manejaban varias fábricas textiles, aunque era bien sabido que ellos eran unos corruptos, y se aprovechaban de la clase más baja, dándoles el salario mínimo.
—Bien, debo acostumbrarme a esto aunque sigo pensando en que es un sueño —habló consigo misma, era algo que ella solía hacer, tener una vida siendo criada por si misma no fue fácil. En su vida pasada tuvo por nombre «Aris», pero en ese mundo nadie la conocería más de ese modo. Ella se acercó al espejo que se encontraba allí, se miró detenidamente y sonrió al ver ese suave pelo rojizo brillando bajo los rayos del sol. Sus ojos eran azules y sus labios eran pequeños con un arco de cupido muy marcado, era tal como lo explicaba el libro. —¿Hace cuanto dejé de releer ese libro?, ah, estaba enojada con los sucesos estúpidos que agregó la autora, también metía muchos personajes inservibles y luego se olvidaba de la existencia de ellos.
Ella llevaba puesto un vestido blanco con encajes en la parte baja, era para dormir. Aunque viendo el ardiente sol iluminando el piso de la habitación era notorio que acababa de despertarse.
—Debo tomar un baño, —observó la campana cerca de la cama, se acercó y llamó a su empleada. La chica entró rápido con una mirada sombría, el rostro gacho y movía los dedos muy inquieta. —¿Doris, no?
—¿Eh?, sí, señorita. —la joven frunció las cejas, no recordaba la última vez que Sarahí la trató… ¿bien? Siempre solía ponerle feos apodos, así que era raro que utilizara su nombre.
—¿Qué día es hoy?
—Lunes, 23 del segundo mes —Sara sonrió, ese era el día en el que comenzaba todo.
—¿Año 412? —Doris asintió. Sara no se equivocaba, ese día había una festividad importante en el reino, por esa razón algunos plebeyos tenían permitido asistir, era una especie de caridad que la reina organizaba cada año, reunía a un grupo de un distrito y los llevaba a su castillo para que disfrutaran ese día de las riquezas del rey. Muchos nobles participaban e incluso donaban para que esas fiestas continuaran en pie. —Prepara mi mejor vestido, hoy asistiremos al banquete de salvación. —Sara mostró una enorme sonrisa y Doris se extrañó por ese cambio de personalidad. Años anteriores Sarahí no quiso participar en esas fiestas, le parecían asquerosas, según ella la nobleza no debía mezclarse con el polvo, sí, para ella los pobres solo eran eso. Y aunque Doris estaba curiosa no se atrevió a preguntar, ni siquiera veía a Sara a los ojos, le daba miedo y eso se debía a que la conocía demasiado, y sabía que ella sería capaz de hacer cualquier cosa si le interrumpían su momento de tranquilidad.
—Señorita Sara,
—¿Qué? —Doris notó el cambio de voz, era más fría que antes y cortante. Sin embargo fueron unos simples segundos, ya que Sara volvió a mostrar esa sonrisa de antes, aunque tampoco se podía confiar en ella.
—Los ingredientes para su nuevo veneno, Carlos logró conseguirlos, pero también se lastimó gravemente en el pie.
—Oh, ya recuerdo esa escena —comenzó a hablar sola dejando a la joven de lado. —Necesito un poco de «caléndula», también una flor de «hipérico», ¿Anotaste? —Doris se sorprendió un poco y buscó una hoja con un bolígrafo para escribir.
En el libro original Sarahí dejó que Carlos muriera debido a una horrible quemadura por esas plantas recolectadas, sin la ayuda necesaria la herida se infectó y empezó a dar un mal olor. El pobre murió de dolor y de una fiebre grave.
A pesar de que Sarahí era mayormente conocida por sus mortales venenos, recibiendo de ese modo el nombre del «jade tóxico o jade maldito» también era bien sabido sus conocimientos sobre la medicina, fue incluso reconocida por el rey como uno de los mejores doctores del reino Tercia.
Nota del autor.
Esta es una historia que se encuentra en noveltoon, espero que puedan apoyarme aquí.