Tres meses

Cap. 17: El caballero inesperado

Me daba igual que me hubiera visto consumiendo. Me daba absolutamente 
igual. ¿Su cara de decepción?, ni me acordaba de ella, no me importaba en 
absoluto. 
Ajá. 
Solo me molestaba que me hubiera prestado dinero, quería dejarle bien 
claro que no necesitaba su estúpida caridad, que yo solito me las apañaba a 
la perfección. 
¿Y no será que te sientes culpable por haberla engañado? 
No era eso, en absoluto. 
Ya que pasaríamos una temporada en la ciudad, Vivian había decidido 
dejar el hotel y alojarse en un piso. Esa misma noche tenía la fiesta de 
inauguración, a la que estaba invitado; pero ya habría tiempo para eso, 
primero quería devolverle su estúpida limosna a Jen. Después ya iría a 
divertirme. 
Iba con las ideas muy claras, así que abrí la puerta del piso con toda la 
confianza del mundo. 
—Oye, Will —lo llamé al entrar al salón—. ¿Dónde está Jen? Tengo 
que…

Me detuve de golpe. La aludida, sentadita en el sofá, me miraba con los 
ojos muy abiertos; un chico no identificado estaba sentado a su lado. 
Además, este le pasaba un brazo por encima de los hombros. 
Vaya, vaya. 
Tan solo me jodió que me oyera llamándola «Jen»; le estaba aplicando la 
ley del hielo, que implicaba llamarla «Jennifer» en tono despectivo y 
mirada indiferente, y lo último que quería era que se pensara que había 
empezado a perdonarla. 
Sí, eso fue lo único que me jodió. 
¿Y lo del tipo ese que tenía pegadito a ella?, un dato insignificante. 
Me daba completamente igual. Ni me había fijado. 
Bueno…, vale, me jodió un poco. ¿Contentos? 
Mucho, gracias. 
Indignado, saqué la mano del bolsillo de la sudadera. Ahí se quedaba su 
estúpido dinero. Que viniera a reclamarlo, si es que lo quería. 
—Ah, hola —dijo Will, en un intento de romper el silencio incómodo 
que nos engullía. Naya, Sue y la nueva parejita no decían nada—. Este es 
Curtis, un amigo de Jenna. 
Supe que lo había denominado «amigo» para calmarme, pero solo logró 
que me pusiera más a la defensiva. ¿Qué me importaba a mí que fuera su 
amigo o no? Por mí, como si tenía veinte más como ese, que además no me 
llegaba ni a la suela del zapato. ¿Qué era?, seguro que nada importante. Yo 
era director de cine, fíjate si sonaba bien. Seguro que con él se aburría, y 
seguro que no la conocía tan bien como yo, que había… 
Calma, vaquero. 
Sí, calma. Tuve que recordarle a mi cara que se suponía que me daba 
igual. 
—Pues muy bien —musité con retintín. 
Fui a buscar una cerveza y, aprovechando que el nuevo me estaba 
mirando, la abrí usando el truco de Mike. Tras asegurarme de que lo había visto, me sentí más orgulloso de mí mismo. 
¿A que él no podía hacer eso?, ¿eh? 
Qué malote, seguro que esta noche llorará hasta quedarse dormido. 
Podría haber tomado asiento en el otro sillón para mantener un poco de 
paz, pero no me dio la gana. En su lugar, me senté al otro lado de Jen, 
asegurándome de dejarla bien apretada e incómoda entre ambos. 
Qué maduro todo. 
De nuevo, estábamos rodeados de un incómodo silencio. Vi de soslayo 
que Will le hacía señas a Naya, y ella se apresuró a intervenir: 
—Nuestro querido amigo es director —le dijo a Curtis—. De hecho, 
estrenará una película. 
—¿En serio? —se interesó el pringao—. ¿Cuándo se estrena? 
Cuando me diera la real gana, ¿por qué tenía que hablar de mí? 
—Dentro de dos semanas —mascullé. 
Jen —mierda, Jennifer, volvía a ser Jennifer porque me había enfadado— 
me miró de reojo, pero no dijo nada. 
—Se te ve muy ilusionado —comentó Sue. 
Para dejar bien claro lo contento que estaba, pasé de responder y seguí 
mirando la televisión. 
—¿Vivian estará en la premier? —preguntó Will entonces. 
Lo miré con el rabillo del ojo. Tenía puesta aquella sonrisita traviesa y, 
aunque en ese momento quería hacerme el duro porque una nueva plaga 
invasora había irrumpido en mi salón, se lo agradecí. Especialmente cuando 
Jen se tensó de un modo muy evidente. 
Así que los celitos no le gustaban, ¿eh? Pues a mí tampoco. 
Que no es que estuviera celoso, ¿eh? No lo estaba en absoluto. 
Claro. 
—Obviamente —murmuré. 
—Estoy deseando conocerla —saltó Naya con ilusión. 
Y se caerían bien, estaba seguro. Vivian era de esas personas capaces de llevarse bien con todo el mundo, si le interesaba. Quizá le pondría pegas a 
Jen —más que nada, por lo que le había contado sobre ella—, pero de los 
demás no tendría tantas quejas. 
Transcurrieron unos segundos terriblemente incómodos, y cuando miré 
de soslayo al amiguito de Jen —Jennifer, joder, Jennifer—, él captó la 
indirecta y se levantó. 
—Tengo que irme —le dijo a ella—. Pero ya hablaremos, ¿eh? 
¿De qué iban a hablar tanto? ¿Y por qué lo expresaba con tanta 
confianza? Fruncí el ceño, enfurruñado, mientras ella lo acompañaba a la 
puerta. Por lo menos, se marchaba, que ya era una pequeña victoria. Apenas 
había abierto la boca dos veces y ya me caía como una patada en el culo. 
Pero se demoraban mucho con la despedida de las narices. O al menos 
esa fue mi impresión. Probablemente solo habían transcurrido treinta 
segundos, pero no pude aguantar las ganas de ir a asomarme. 
Solo quería ver si se besaban o algo así, ¡solo eso! ¡No tenía nada de 
malo! 
Pero no. Simplemente se abrazaron, y Jen —maldita sea, JENNIFER— se 
despidió de él. Yo me apoyé con el hombro en el marco de la puerta, tan 
casual como pude, y fue en esa postura como me encontró. Por algún 
motivo, no pareció muy sorprendida. 
—¿Querías decirme algo? —inquirió. 
Desde su regreso, ya no me hablaba cariñosamente o con ese tono de 
bromita que tanto me gustaba hacía un año, sino en un tono frío, casi de 
indiferencia, que me ponía de los nervios. Mucho más que cualquier otra 
cosa —buena o mala— que pudiera hacerme. 
Ese día vestía unos pantalones verdes y un jersey color mostaza que me 
recordó al que había arruinado el año anterior. También se había atado el 
pelo y, además, llevaba un poco de maquillaje. Entrecerré los ojos. ¿Todo 
eso, para el pringao? ¡A mí me recibía siempre en pijama! 
Como no respondía, ella insistió: 



#13476 en Novela romántica

En el texto hay: humor, amor, amistad

Editado: 31.12.2023

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