Tú, mi estimada, infeliz y radiante Odile.
Tú, que bailas con él, con seguridad y sensualidad,
Con ansias porque el príncipe se te acople,
Que los invitados te vean. Misteriosa complicidad.
Aquí estoy yo, desdichada, ignorada.
Observando en silencio y consumiéndome,
Te llevas aquello que era mio, con tan solo una mirada
Veo mi reflejo a través del agua y sigo diciéndome:
“¿Por qué las cosas deben terminar así?
¡Qué tontería cuando alguien viene a por lo tuyo!”
Porque, a pesar de dejar mi huella y estar aquí,
Alguien me lo arrebata y me vuelvo un capullo.
Es fácil hacerlo pasar por suyo.
Es fácil encantar a unos cuantos con ello.
Es tan estúpido y absurdo,
Porque reclamar es en vano. La gente te trata burdo.
Me desvanezco
Y aparezco.
Recojo los cristales de dignidad que me quedaron.
Voy a vengar aquello que me arrebataron.