Trono Imperial #1

05

Lyanna se despertó cuando varias gotas de agua cayeron en su rostro vendado. Su mente tardó varios segundos en recordar lo que había sucedido para tener ese dolor que no podía soportar.

Thalía se acercó a Lyanna para darle agua.

—No te acerques —pidió en un jadeo. Thalía quedó petrificada al lado de su hermana.

—Sé que no debí huir, Lyanna. Tuve miedo.

Lyanna no respondió. Incluso con la poca fuerza que tenía, se puso de pie para alejarse de su hermana. No vio a los demás. Solo ella y Thalía estaban en la casa de madera.

Sabía que era de día por la claridad que se traspasaba por las cortinas viejas y manchadas.

—Logramos huir de Ravenholt sin ningún problema —Lyanna no lo sabía. ¿Por qué tuvieron que huir?, se preguntó.

El primero en entrar fue Thelian y así rompió la tensión que había en el aposento.

Lyanna se alegró de verlo. Thalía se alejó cuando sintió que estorbaba en el lugar.

—¿Qué sucedió? ¿Por qué estamos aquí?

—Es una historia aterradora de contar, Lyanna. El rey de Versallia traicionó a nuestro rey. Ahora el rey de Ravenholt está muerto y el príncipe Bran también. El pueblo estaba siendo masacrado cuando huimos.

Lyanna se quedó pensativa. Ella no tenía amigos, pero sí conocidos en su ciudad y ahora era probable que estuviesen muertos.

—¿Cómo te sientes? —Thelian preguntó. Lyanna no respondió, su vista se quedó fija en el espejo roto. Ahora ya no tenía las vendas en su rostro.

—Estoy bien —algunas de las heridas que le causaron los cuervos eran profundas, su rostro quedaría con varias marcas. —¿Dónde estamos?

—Lejos de Ravenholt. No sé a dónde nos dirigimos, Lyanna. No conozco este lugar.

La lechuza y el cuervo entraron a la casa junto a Althea y Aeliana. Ambas hermanas se sorprendieron al ver a Lyanna despierta después de una semana.

Ambas aves volaron hasta su dueña.

—¿No le tienes miedo al cuervo? Cientos de ellos te dejaron así.

Lyanna sabía a qué se refería la joven hechicera.

—Necesito un baño —murmuró para sí misma. El único que la escuchó fue Thelian.

—Hay un río cerca de aquí. Tienes poco tiempo para hacerlo. Pronto vamos a partir.

—No me tomará mucho tiempo —algunas heridas seguían sin sanar, así que estaba preparada para que ardieran en cuanto tocara el agua.

Lyanna, por primera vez en varios días, vio la luz del sol. La suave brisa congeló su cuerpo. Se acercaban a un lugar donde había nieve todo el año.

—¿Dónde están los demás? —Thelian la tomó en brazos para llevarla al río.

—En el río —contestó. Al poco tiempo, Lyanna escuchó las voces de los demás. Ella no quería ver a su hermana ni a su madre.

—Kael —murmuró tan bajo que Thelian no entendió lo que dijo.

—¿Qué?

—Mi hermano, él está en Versallia, Thelian. ¿Y si el rey lo asesina como hizo con nuestra ciudad?

Kael era fuerte, entrenando con el maestro Kaltor desde que cumplió ocho años. Sus amigos eran igual de fuerte que él.

—Lo buscaremos, te lo prometo.

Thelian dejó a Lyanna en la orilla del río y se dio la vuelta para darle privacidad.

—Estaré detrás de ese árbol, si sucede algo grita y estaré de inmediato contigo.

Lyanna asintió y luego rió. Después de Kael, Thelian era su persona favorita. Se quitó la ropa y entró al agua, la cual estaba fría. Vio su rostro reflejado en el agua cristalina. Su piel antes era perfecta, ahora tenía varias cicatrices. Lyanna no tardó mucho tiempo, salió del agua y se colocó otra ropa limpia.

—¿Nos podemos ir? —le gritó a Thelian.

Thelian se había quedado dormido en el tronco del árbol. Lyanna tuvo que caminar hacia donde él le dijo que estaría.

—Thelian —su primo se espantó al escucharla.

Ahora fue que Lyanna se dio cuenta de lo exhausto que lucía Thelian.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que huimos de Ravenholt?

—Una semana —una semana que ella tenía inconsciente.

Thelian hizo amago de ayudarla.

—Puedo sola. No te preocupes por mí.

—No me pidas eso, Lyanna. Es razonable que me preocupe por ti, eres mi familia. Te considero como a esa hermana que nunca tuve.

—Te quiero —las palabras de Lyanna fueron tan sinceras que Thelian se sonrojó.

—Por cierto, las espadas que Kael me regaló, ¿dónde están?

—Las tengo en mi caballo —Thelian se detuvo para mirar hacia atrás. Vio algo que se movía en el agua, justo donde Lyanna se quedó para asearse.

Lyanna siguió su camino sin percatarse de que Thelian no la seguía.

—Sabes... —dijo Lyanna y ahora fue que sintió que Thelian se había quedado atrás.

—¿Qué haces? —Thelian la observó y corrió hacia su prima.

—Corre, Lyanna —Thelian gritó, Lyanna no entendió hasta que vio cómo varios cuerpos bajaban por el río. El mal olor inundó el lugar. Ambos sintieron ganas de vomitar.

Los dos se tomaron de la mano y corrieron para llegar a la cabaña y alertar a los demás.

—Me bañé con agua donde había muertos. Los pensamientos de Lyanna eran desagradables. Sintió asco y comenzó a observar sus brazos y piernas.

Kaltor, su hermana y su sobrino se habían marchado, así que solo Soren, Thelian y Aeliana podían defender a los demás.

—Hay que partir de inmediato. En el río vimos cuerpos de hace días —avisó Thelian. Soren vio que Lyanna estaba mejor. Desde ahora en adelante, ellos podrían avanzar más rápido.

—¿No hay ningún caballo para mí? —Su indignación era notable hasta que vio a Trueno junto al caballo de Thelian. En la cabeza del animal estaba la lechuza con los ojos cerrados.

—¿Podrás cabalgar sola?.

—Sí, padre. Puedo hacerlo —Lyanna se fue corriendo hasta su caballo. Lo abrazó del cuello y después acarició las plumas de la lechuza de ojos rojos. —Los extrañé —le susurró al animal y a las dos aves.

Althea le entregó una capa de lana para que cubriera su cuerpo del frío. Lyanna le agradeció a su amiga.

—Me alegro de que estés bien, Lyanna. Gracias a tu familia mi hermana y yo estamos con vida.




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