Thalia se aseguró de que nadie la siguiera. Abrió la puerta de metal, del otro lado Lysander la esperaba sentado en una vieja silla.
—Este lugar tiene tanto recuerdos de nosotros— dijo al entrar. Lyansader se puso de pie, al mismo tiempo que Thalia cerró la puerta.
—Te voy a extrañar.
Lysander se acercó a Thalia, su mirada se suavizó con cada paso que daba.
—Yo también te voy a extrañar —susurró, tomando su mano con delicadeza—. Pero sabes que esto es lo correcto.
—Lo sé —dijo con voz entrecortada—. Pero eso no lo hace más fácil.
Lysander acarició su mejilla con el pulgar, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Prometo que nos volveremos a ver. Nada podrá separarnos por siempre.
Thalia lo miró a los ojos, intentando grabar cada detalle en su mente.
—Más te vale cumplir esa promesa. Yo cumplí con la mía, aunque Lyanna salió perjudicada en por eso.
Lysander tragó saliva al escuchar el nombre de Lyanna, pero no apartó la mirada de Thalia. Se acercó un poco más, sus manos todavía aferradas a las de ella.
—No hables de eso ahora —dijo Lysander en voz baja, su tono casi suplicante—. Solo quiero pensar en nosotros… aunque sea por un momento.
Thalia lo miró por unos segundos, y entonces, sin decir nada más, se inclinó hacia él. Lysander bajó su rostro hacia el suyo, sus labios encontrándose en un beso lento y profundo, como si el mundo entero desapareciera a su alrededor. El calor de ese beso les hizo olvidar, por un instante, la inevitable separación.
Cuando se separaron, ambos sabían que las palabras ya no eran necesarias. Sus miradas lo decían todo.
—Cuida de ti y de Kael, regresen a salvo por favor— una lágrima solitaria bajó por uns de sus mejillas.
—Lo haré. Cuida de ti y de que tu padre no busque un posible prometido para ti— las palabras llenas de sarcasmos, hicieron a Thalia reir a pesar de la situación.
Lyanna se despertó con la suave llamada de su doncella y amiga Aeliana. El sol ya se había filtrado desde hace horas por las cortinas.
—Milady Lyanna, es hora de empezar la tarde —le anunció Aeliana con calma, como si no hubiera prisas en el mundo. Lyanna se movió y se quejó por el dolor de los golpes.
—Buenos días. ¿Qué noticias hay hoy? —preguntó, curiosa por lo que deparaba su día.
—Buenas tardes, Lyanna. Hoy tenías clases de costura y no fuiste, tus padres ya lo saben —Lyanna no le dio importancia.
—¿Por qué no me miras? ¿Sucede algo?
Aeliana bajó la mirada, revelando cierta cautela en sus ojos. —He escuchado que su hermano, el Lord Kael, fue llamado por el rey de Versallia. Parece ser una cuestión importante.
La mención del rey despertó su interés. —¿Versallia? ¿Por qué lo llamaría el rey? —inquirió, preguntándose qué asuntos podrían requerir la atención de Kael en el reino de Versallia.
—No sé exactamente por qué Su Majestad, el Rey llamó a su hermano, milady. Tal vez noticias de otras tierras o asuntos que requieren la sabiduría de su hermano. Además, ambos reinos tienen un tratado de paz firmado, así que no es extraño ver soldados de Versallia aquí y en Versallia ver soldados de Ravenholt.
—Te agradezco por la información. Puedes retirarte, hoy me vestiré sola. Optaré por algo más cómodo, no necesitaré tu ayuda —le dijo con una sonrisa, indicándole que no requería asistencia en ese momento.
Aeliana frunció el ceño, había preocupación reflejada en sus ojos. —Pero, señorita Lyanna, es mi deber asegurarme de que luzca impecable y acorde a su posición.
—Te agradezco por la preocupación, pero hoy me vestiré según mi propio criterio. No me preocupa cómo me vean los demás; lo más importante es sentirme cómoda —expresó con calma.
Aeliana la observó con una mezcla de sorpresa y desaprobación. —Señorita Lyanna, su imagen es crucial. La gente juzgará según lo que vea. Su padre es el segundo al mando; por encima de él solo está el rey.
—Lo sé, pero es mi padre el importante en el reino, no yo. Además, aprecio tu preocupación, pero hoy me vestiré a mi manera. Por favor, puedes retirarte —le pidió Lyanna a Aeliana con amabilidad, pero también con firmeza.
Ella titubeó, claramente insegura sobre cómo reaccionar ante la elección de Lyanna
—Señorita Lyanna, esto podría afectar su imagen ante todos.
—Veo que estás indecisa, así que te ayudaré a tomar una decisión —le dijo Lyanna con determinación mientras tomaba suavemente su brazo.
Aeliana mostró sorpresa ante su acción.
—Señorita, yo.
Sin darle oportunidad para objetar, Lyanna la condujo hacia la puerta de su habitación y la abrió.
—Gracias por tu preocupación, pero hoy me encargaré sola. Puedes volver a tus quehaceres, y si alguien cuestiona mi elección, la responsabilidad recaerá en mí, no en ti.
Ella asintió, visiblemente aliviada pero aún con un dejo de preocupación en sus ojos.
—Señorita Lyanna, si necesita algo más...
—Lo agradeceré, pero por ahora estaré bien. Nos vemos más tarde, y gracias por entender —expresó Lyanna con una sonrisa mientras cerraba la puerta tras ella.
Se colocó rápidamente un vestido cómodo, ansiosa por ver a su hermano. Bajó las escaleras corriendo, pero Thalia, su hermana, la reprendió con firmeza.
—¡Lyanna, ten más cuidado! No querrás tropezar —le advirtió Thalia mientras se dirigía hacia ella. Su hermano, desde el salón, sonrió divertido ante su pequeña interacción.
—¿Qué travesura estás tramando ahora, Lyanna? —bromeó, creando un ambiente cálido, y ella sonrió para que nadie sospechara de por qué lucía tan nerviosa.
—No estoy tramando nada, hermano —le aseguró con una expresión inocente.
—Lyanna, necesito hablarte de algo —comenzó Kael, y su tono de voz la hizo sentir ansiedad. Kael estaba nervioso por la noticia que le diría a su hermana.
Lyanna se acomodó en el sofá, tratando de mantener la calma. —¿Qué pasa, Kael? Pareces preocupado.
Él inhaló profundamente antes de revelar la noticia que cambiaría las cosas.
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Editado: 14.11.2024