TÚ Estrella

Capítulo 5: Deseos

                   ADRIEN

Me despierto por el sonido de leves murmullos y quejas acerca de cómo, cuándo y por qué termine durmiendo con ella sobre la colchoneta que, por cierto, se había esmerado en buscar puesto que yo me había apropiado de su cama; culpa de su madre no mía, debo aclarar.

Veo como con cuidado de no "despertarme" aleja mi brazo de su cintura, antes de que se vuelva y me encuentre mirándola quejarse por mi presencia cierro los ojos y finjo seguir durmiendo. La siento moverse un poco más hasta que el vaho de su respiración roza en mi rostro lo que me hace notar que se giro para encararme, unos de sus dedos aterriza con delicadeza en mi frente y traza un camino recto desde allí hasta mis labios.

-No me tientes de esa manera, pequeña -digo con voz ronca, abro los ojos para vislumbrar a unos marrones muy brillantes viéndome con sorpresa.

Sonrío ante su expresión y la atraigo más cerca de mi cuerpo, hacia tanto tiempo que no me despertaba de esta manera, junto a la calidez de alguien que ya extrañaba la sensación.

Entrecierra los ojos y suelta un resoplido resignado, encontrarme abrazándola casi desnudo, de alguna forma que no logro comprender, no es de su agrado y aun así no se aleja ¿quién la entiende? Yo no.

-¿Te duele? -muerde su labio inferior, la mano que hace segundos estaba sobre mis labios ahora se posa sobre mi pómulo derecho, no puedo evitar mirar el vendaje que cubre parte de su muñeca y nudillos.

-No mucho -respondo ignorando la sensación tirante en mi cara.

Por el semblante que tiene me es fácil deducir que los golpes en mi cara no tienen buena pinta.

-¡Ella es mía, maldito! -gritaba a la vez que conectaba varios golpes en mi cara.

Las personas hicieron un círculo a nuestro alrededor para tener una mejor vista de la pelea, o bien, la paliza que me estaban dando, porque por más que lo golpeé, y mis nudillos sangrantes podían corroborarlo, aquel tal Patrick parecía inmune a ellos, decir que está cabreado era poco.

-¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! -cantaban al unísono, la gran mayoría jóvenes menores de 21.

De vez en cuando escuchaba la voz de Saramy sobre la de los demás presentes -muchos gritaban en apoyo y sorpresa al ver que yo protagonizaba la pelea- y la estridente música electrónica pidiendo que la soltarán y gritándole un sin fin de palabrotas al susodicho que hacía caso omiso a sus quejas.
Miraba en todas direcciones para dar con ella pero me era difícil debido a la cantidad de gente que se arremolinaban para observar el "espectáculo", las escandalosas luces de neón que brillaban por todo el sitio tampoco eran de ayuda y el pequeñísimo detalle de que me estaban haciendo papilla limitaba todavía más mi campo de visión. Recuerdo que por un instante me tense al divisarla y notar que agarraba la camisa del imbécil de su ex-novio, volvia su mano libre un puño y le daba un izquierdazo de película con todo y los anillos que llevaba puestos, vi con regocijo como la cara del desgraciado se torció al un lado y escupió sangre, quizás hasta se atragantó con un par de dientes, tal vez tres...

-LARGATE, PATRICK O ME VAS A CONOCER Y NO TE VA A GUSTAR, TE LO ASEGURO - miraba boquiabierto al igual que todos los presentes como esa pequeña volvía polvo a un tipo el triple de grande que ella, era como ver a un pitufo enfrentándose a Hulk, si, así de cómico e inverosímil fué.

Debo abmitir que estaba impresionado y muy aliviado de que alguien pusiera en su lugar a ese desquiciado aunque eso me hiciera ver como la damisela en peligro y a ella como al príncipe al rescate... o ¿salvador? Como sea...

Después de darse por terminado el altercado, Saramy me llevo a su habitación para limpiar las recientes heridas que me había ganado por besarla. La veía gritando y dando órdenes a su familia con si fuera un comandante y los demás unos simples soldados a su servicio, rápidamente sus primas le dejaron el botiquín de primeros auxilios y se fueron para atender a los demás invitados.

-Quédate quieto -ordenó mientras impregnaba mi cara con antisépticos y colocaba hábilmente una benditas protectoras.

-Debí verme ridículo, siendo masacrado y después salvado por los puños de mi novia -dije amargamente mientras torcía el gesto.

Ella se carcajeo un buen rato por mi actitud de niño malcriado según su opinión y luego me dejo bien claro que no era mi chica y que tenía prohibido besarla de nuevo. Como si yo fuera a cumplir eso, por favor.

-Igual no podías hacer nada, Patrick es boxeador profesional. Él era mi entrenador -confesó -. Además lo conozco tan bien como para saber que ni por error llegaría a golpear a una mujer, así que sólo yo podía detenerlo, como verás cuando lo atacan los celos se pone algo... intenso -reí sin gracia ante aquello, intenso era poco decir, maldito desquiciado mental seria un término más aceptable.

Tomo un mechón de su ahora lacio cabello y juego con el enroscadolo en mis dedos, su mirada sigue mis movimientos. De un momento a otro me encuentro encima de ella con la vista pérdida en sus labios, hay algo en su persona que me intriga, algo que despierta mis instintos y...

La siento tensarse mientras aprieta sus labios en un mohin de disgusto.

-No sigas... -susurra haciendo rozar nuestros labios logrando con eso que mis deseos interiores se intensifiquen.

Los meses de abstinencia están pasándome factura.

-¿Como se supone que debo tomar esto? -la figura de Matt se asoma por la puerta abierta con una sonrisa pícara -Entonces, Samy, no son novios pero se andan toqueteando -a su lado aparece la cabellera rubia de mi casi suegra.

Los ojos de Saramy se abren amenazando con salir de sus órbitas.

-Adrien -murmura por lo bajo con una orden implícita en el tono pero mi cuerpo está petrificado sobre el suyo y no precisamente por la vergüenza.




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