TÚ Estrella

Capítulo 8: Te gusta

             ADRIEN

Examino con detenimiento la imagen que me devuelve el espejo; el enrojecimiento y las zonas púrpuras han desaparecido casi por completo, apenas si se notan las heridas bajo la excelente capa de maquillaje. No estaba para nada contento con la idea del maquillaje para cubrir las secuelas de la noche de ayer, y sin embargo, terminé cediendo. Margarita y sus primas pueden ser muy persuasivas si se lo proponen. Después de un debate casi interminable entre la aludida y el resto de las adolescentes, sobre cual técnica era la más idónea para ocultar los golpes en mi cara y al mismo tiempo se viera natural, la pelirroja hizo gala de su magia, en mi cara.

Ahora sólo me queda esperar y rogarle al cielo no salir con algo roto por lo que pienso hacer...

-Ey, hermano, vas a desgastar el espejo con tanta miradera -se burla -Bájale dos a tanto escrutinio, vas a salir con Tess, ella no es muy exigente -dicho esto me lanza una chaqueta de cuero color caramelo que no tardo en colocarme para mirarme de nuevo en el espejo. Me siento como un adolescente en su primera cita, ansioso y a la espectativa.

Debajo de la chaqueta llevo una camisa verde pálido que marca perfectamente mis músculos al ser de una tela ligera y abrazando mis piernas como una segunda piel, unos jeans blancos rasgados en las rodillas.

-No es algo que usaría, aunque no está mal -divago en voz alta frente al espejo.

-Mal vas a quedar si... mejor dicho, los golpes que tienes en tu carita no van ser nada comparado con lo que te hará Samy si le haces un solo rasguño a su ropa.

-¿Qué? -me vuelvo y señalo las prendas que llevo puestas -¿Esto es de ella?

-Eh, ¿si? -el muchacho mira como si fuera obvia la respuesta.

-No se por que me sorprende, toda su ropa es de hombre -sonrío incrédulo.

-Ya que estamos confianza y hablando de la enana, dime algo... ¿Qué te traes con Samy? Mi prima es un encanto de persona, cuando quiere, claro. Pero seamos sinceros, Saramy no es de esas chicas que llaman la atención por su iniguable belleza o personalidad, lo sé y tú también lo sabes. Así que no comprendo ese tira y encoge que traen ustedes, por más que lo intento no entiendo nada. ¿Tienen algún asunto pendiente o que vaina? -el castaño se incorpora de su cama para darme una mirada curiosa.

-Yo... En realidad... -peino mi cabello sin saber que responder a todo eso.

-¿Qué? ¿Acaso... te gusta Samy? -abre exageradamente los ojos esperando una respuesta de la no estoy completamente seguro.

No, no, ella... ella no me atrae, por lo menos, no de la forma romántica y esas sandeces. 

¿Cómo podrías estar enamorado si apenas la conoces, idiota?

Aunque, ¿para que negarlo? Me pone caliente, si, más de lo que me gustaría admitir, y no es para menos, tiene un cuerpazo de diosa la condenada, lo sé porque tuve la oportunidad de... ¿Cómo decirlo? ¿Explorar? Si, eso mismo. Y no es que yo sea un tipo de esos a los que les gusta aprovecharse de las mujeres cuando están inconscientes. ¡Dios, no! Simplemente no pude abstenerme, la tenía tan cerca en esa estrecha colchoneta, y bueno, me resultó difícil el no "desviar un poco" mi mano hacia ese abdomen marcado. ¡Aah, pero que tremendos abdominales los que se gasta la morenita bajo esa ropa! El contacto solo duró segundos -por desgracia-, si se hubiese prolongado más estaría en peores condiciones que en las que me encuentro porque es un hecho que si esa mujer se hubiese despertado me habría golpeado como a un simple saco de plumas por abalanzármele encima como todo el perro en celo que soy. ¿Pero como le hacía? Ella estaba ahí, pegada a mi, podía percibir la dulce y embriagante fragancia de su piel, la calidez que desprendía su cuerpo... Era una tortura tanta cercanía, mi cuerpo pedia más y finalmente se me hizo imposible controlar mis ansias por lo que tuve que encargarme de acabar con ellas de una buena vez. Funcionó, a medias pero si.

Ja, si esa pequeña llegase a enterarse de las cosas que hice imaginándomela sobre... Diablos.

Nadie puede juzgarme por ello, es la primera mujer a la que he besado en meses, "meses", eso es toda una eternidad, para mi.

-Te gusta Samy -la risa Matt me saca de mis cavilaciones -Estas JO-DI-DO, hermano, bien jodido -palmea mi hombro y al mismo tiempo niega con la cabeza sin dejar de reír.

-Ella no me gusta -mi respuesta salió más como una pregunta que como una afirmación.

-Ajá, díselo a la cara de bobo que tenias hace un momento. Es más, ni siquiera voy a preguntar en que pensabas porque con esa sonrisita de idiota que te traes me quedo más que claro.

-No estoy enamorado de la morenita ¿bien? Apenas nos conocemos, además yo solo estoy aquí porque tu pr...

-¿Porque qué? ¡Hombre, habla! -me apremia al ver que callo.

Camino hasta el pie de la cama y me dejo caer en el colchón como un peso muerto, apoyo los codo en las piernas y masajeo mis cienes. Tengo demasiadas cosas en la cabeza, no se si estoy pensando con claridad lo que voy a hacer.

-Bien, hablaré con una condición, no puedes contarle a nadie - el castaño da un asentimiento.

Las palabras escapan de mi garganta con una fluidez impresionante, no había notado lo mucho que requería de esto, de desahogarme. Siento que el peso en mis hombros se hace más soportable a medida que dejo salir todo lo que llevo guardado dentro. Le hablo acerca de mi enfermedad, sobre la razón de mi interés en Saramy, bueno, una de ellas y también del plan que tracé con las chicas y la madre de la morenita.

-Vaya, hermano -silencio -No me imaginé algo así. Yo... lo siento.

-No tienes por que, ya me resigne, es algo que tiene que pasar 

Ojalá no fuera así.

-Samy ha pasado por muchas cosas y estos dias tampoco han sido de lo mejor para ella, es normal que su memoria le falle un poco. Ten paciencia -me da un ligero apretón de hombros -Me alegro de que se conocieran.




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