Tu Héroe.

Capitulo 2

Capítulo 2

 

Michael



 

La quedo observando algo sorprendido, la chica mentirosa sabe mi nombre, obviamente tengo claro que es una alumna, una estudiante más, lo que me sorprende es que yo no la reconozco.

—Me sorprende que sepas mi nombre, lamento decirte que no sé quién eres ni de donde has salido con todo y tu feo vestido.

Analizo su rostro buscándola en mis memorias, pero no, ella no aparece, no me fijo en mis estudiantes, mucho menos en los chicos que no les doy clase.

—¿Estás bien? — su rostro deja ver que no lo está, aunque ella intenta disimular.

—Sí, profesor —dice suavemente —Perfectamente.

No le creo, pero no volveré a preguntar, no sé cuantos minutos han pasado desde que apareció esta alma en pena, lo que si tengo claro es que ya lleva dos mentiras. 

—Ya comprobé que no estabas fumando —la acuso, ella tiene la decencia de bajar la mirada, al menos muestra arrepentimiento por su mentira.

—¿Qué hacías con ese puñado de chicos? —le pregunto esperando una respuesta, la que se demora unos largos segundos.

—No estaba con ellos.

—Te encontrabas cuidando la puerta, eso es más grave de lo que ellos estaban haciendo.

—No, no fue así… — mis palabras parecen ponerla aún más nerviosa.

—Entonces, señorita Lennon, dígame cómo fue.

El silencio vuelve a parecer en medio de esta conversación que está empezando a molestarme horriblemente y la razón principal es que estoy perdiendo mi tiempo.

—¿No vas a hablar? —ella sigue callada —Tengo que sacarte la sopa como papilla —silencio y más silencio.

El termómetro de mi paciencia va a explotar, solo le estoy haciendo unas preguntas que tienen respuestas ¿por qué se niega?

—Ya sé tu nombre, Isabella Lennon, será muy fácil dar contigo.

—¿Dar conmigo? —por fin vuelve a hablar.

—Sí, eres una estudiante, por ende todos tú datos son fáciles de conseguir —le hablo —obviamente perteneces a una familia pudiente, ¿qué dirán si su hija está consumiendo?

Los ojos azules se abren como platos, en su rostro se dibuja terror.

—Yo no consumo… —dice rápidamente.

—La primera palabra es la que cuenta, si me permites, tengo que ir a la dirección.

—¡No! —la chica si puede hablar en tono alto.

La ignoro, emprendo un acalorado paso con rumbo a la oficina del decano, que lo más seguro es que no este. 

La respiración agitada de Isabella se siente en el pasillo, me está persiguiendo el alma en pena, sabiendo que viene desesperada entro al ascensor, la veo correr hacia donde estoy, hundo el botón para que se cierren las puertas.

—¡Profesor! ¡Profesor! —si grita y muy fuerte solo hay que darle motivaciones,  claro que tiene madera para ser un alma en pena —¡Profesor! ¡Profesor! 

El terror que se escuchaba en su voz me impulsaba a seguir con esto, no es normal lo de esta chica, tengo que saber qué carajos hacía con esos chicos y ahora el porqué de sus miedos.

Me siento como en una telenovela cuando las puertas se van cerrando.

—¡Aaaah! — este grito es de dolor, la puerta no sé cerro totalmente.

—¡Estás loca! —le digo lleno de rabia.

Su pequeña mano está siendo aplastada por las dos puertas. Con mis manos hago que la puerta se vuelva a abrir, jalo el cuerpo de Isabella y quedamos los dos dentro de ascensor.

—¿Estás bien? —sé que no lo está, y no solo es porque su mano está lastimada —Mírame —tomo su rostro entre mis manos —Señorita Lennon.

Por alguna razón su cuerpo se desploma, la tomo entre mis brazos y caemos los dos al suelo de ascensor, su piel se siente fría.

—Alma… —la observo con terror, como terminamos tirados en el ascensor.

Ella no dice nada, su rostro palideció tres veces más, sus párpados cubren sus ojos y sus labios están blancos.

—¿Qué te ha pasado Alma? —doy suaves palmadas en sus cachetes.

La puerta del ascensor se vuelve a abrir, como un tonto veo como se vuelven a cerrar. Sintiéndome cómo un estúpido trato de organizar mis ideas para saber qué demonios voy a hacer.

Como puedo me pongo de pie con ella en brazos, respiro profundo mientras espero que las puertas se abran nuevamente.

—Profesor… —susurra, sigue con los cerrados.

—Te llevo a la enfermería, alguien tiene que ayudarme ahí.

He sido un estúpido, si no la fuera provocado no estaría metido en esta situación, salgo del elevador, camino por los pasillos buscando alguien que me ayude, pero no hay nadie, parece un desierto.

Con ella como un bebé en mis brazos me quedo de pie viendo a la nada, he estado en situaciones peores, he enfrentado juicios de terribles personajes, sin contar quien me crío.



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En el texto hay: romance

Editado: 14.09.2023

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