Tu Héroe.

Capítulo 8

 

 

Capítulo 8

 

Michael



 

Hoy era martes, el día de mi conferencia, la cual termine hace veinte minutos, mi cátedra duro cinco horas enteras, tiempo que no deje de buscarla con la mirada, no entiendo qué me pasa con ella, es como si  una fuerza se hubiese metido dentro mío que me empuja a buscarla. Y sin importarme que me mienta y huya de mí. La imagen de ella saliendo despavorida la semana pasada se quedó grabada en mi mente.

—A ver… — Reviso la asistencia de los estudiantes —¡Dios! ¡¿Por qué no está?! —me tomé el trabajo de verificar dos veces la lista para confirmar no haberme equivocado —. ¿Por qué no asististe a la conferencia Isabella si tus calificaciones son pésimas?

Frustrado cierro mi portátil y guardo todas mis cosas —Mejor me largo a mi casa — no tenía sentido estar preocupado por alguien que no conocía y me mentía.

Hoy tenía toda mi tarde libre, gracias a mi cátedra  pude reunir a la mayoría de mis estudiantes, un respiro no me caería nada mal.

Mi cabeza en cualquier momento explota de tanta cosa que tenía, número uno, mis problemas de liquidez, al menos esta vez si llego a fin de mes.

Dos, los constantes correos y llamadas de Robert; la mano derecha de mi padre y custodio desde que me acuerdo, en cada correo me repite que salga de la piedra donde estoy viviendo y asuma mi realidad, que tome mi lugar. Tres, el miedo que mi padre y Robert me encuentre, me siento un estúpido que a mis veintinueve años no pueda vivir mi vida como quiera. Y cuarto, Isabella y su imagen asustada que es como si tuviera miedo de la vida o a sus padres. Más bien a ambas.

Me daré el lujo de tomar un taxi a casa, necesitaba estar tranquilo, comer y dormir, mañana será otro día para enfrentar mis problemas.

Estoy bien… — esa voz llama mi atención de inmediato ¿Acaso si está aquí o ya me volví loco? — Ve tranquila Chlóe, estoy bien.

Me encuentro afuera del edificio de conferencia, todo parece solitario, miro de un lado a otro hasta ver dos figuras escondidas detrás de unos contenedores de basura, me acerco para escuchar mejor.

—Si no te vas me enojaré contigo — Isabella está de espalda, la chica está de frente, puedo ver la angustia en su rostro.

—Maldita sea Isabella — y la abraza tan fuerte que me estremezco — Toma… — le entrega algo — Solo así podré estar tranquila.

—Lárgate Chlóe, no te perdonaré que pierdas esta oportunidad, me hiciste una promesa, tomaremos todas juntas un autobús en busca de Harry.

¿Harry? ¿Quién será Harry? ¿Y por qué irían en busca de él? Cada vez son más interrogantes y lo peor es lo interesado que estoy en saber las respuestas.

—¿Me lo presentarás? —dice la pelinegra.

—Lo puedo hacer, pero que se enamore de ti, no lo puedo prometer.

—Solo un poco más — la chica se aleja con una extraña mezcla de ojos llorosos y risitas débiles.

Lo que he visto entre estas dos chicas ha formado un dudo en mi garganta, ahora yo también me siento angustiado a morir. Mientras que la chica se aleja, Isabella se apoya en los contenedores.

—¿Qué le pasa? — susurro.

Isabella se aleja de los contenedores, camina a paso lento, la sigo.

—Tienes que verte Michael, me estás dando miedo —hablo conmigo mismo inconscientemente —Eres un acosador.

La dirección que está tomando Isabella no me agrada, se está alejando a una parte solitaria, lejos de todo, si de por sí ya no queda casi nadie en las instalaciones.

Su cuerpo va perdiendo velocidad al caminar y de un instante a otro se desvanece, me detengo para posteriormente correr hacia ella.

—Isabella — me tiro al suelo — Isabella.

Tomo su cuerpo entre mis brazos, siento un déjà vu, esto me lleva al día que la conocí.

—Alma… —le llamo.

Me mira, puedo ver la pena a través de ellos, siento cómo intenta decir algo pero se detiene.

—Me resbalé… — pudo escoger su excusa y me la dijo.

Es cierto que el piso está mojado por las lluvias de todo el día, pero trae zapatos aptos para el agua.

—Isabella, ¿Puedes ponerte de pie — ella asiente —Arriba — la ayudo a ponerse de pie — ¿estás bien, Alma?

—Si — la observo sin reservas, lleva su cabello recogido en un firme moño, va vestida con un vestido holgado hasta los tobillos y lleva puesta una gruesa chaqueta — Gracias, profesor — dice mientras se acomoda sus gafas — los suelos mojados son mi pesadilla.

Cuando se recompone es muy buena inventando cosas para salir del apuro, lo que me indica que lleva mucho tiempo haciéndolo. Ella baja la cabeza, no es capaz de mirarme a los ojos cuando me miente, eso me debe de servir para algo.

La conversación que tuvo con la que supongo es su única amiga retumba en mi cabeza, Isabella muestras síntomas de varias cosas, cosas que me señalan peligro.

—¿Quieres que llame a tus padres? — la miro a los ojos. Tengo que probar un punto.



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En el texto hay: romance

Editado: 14.09.2023

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