Tú, mi nueva película

03 I Chumina motera

Lucrecia

—Por todos los dioses de la moda, ¿qué es esto? —digo horrizada al bajar de la moto.

Ígor toma mi casco y lo carga en sus manos, entonces clava su mirada azul en la mía.

—Te diría que te quedases aquí, pero no sé qué es peor —dice frunciendo el ceño —Tengo que ocuparme de unos asuntos en este local, si entras conmigo procura no llamar la atención, ¿podrás?

Por dios, una diva como yo lleva los focos del escenario encima. Es inevitable que llame la atención.

—Claro —miento.

—No llamar la atención significa que no abras la boca —me dice mientras abre la puerta y entramos en ese antro.

—Mira nene, yo no obedezco ni a mi madre, te voy a obedecer a... —me callo al ver a la Jessi sobre la barra.

—¿Tú otra vez? —dice mirándome con asco.

—Haceos amigas, yo vuelvo ahora—dice Ígor y desaparece yéndose a lo que parece ser otra sala de borrachos del local.

Me quedo en silencio parada en medio de toda la estancia.

—Oye nena, sabes que existen los asientos, ¿verdad?

Miro a la Jessi frunciendo el ceño.

—Prefiero quedarme aquí en medio que poner mi culo al lado del tuyo, gracias —digo sacando mi espejo pequeño para revisar mi peinado.

Con el casco mis pelos deben ser horribles.

—¿Te gusta Ígor? —pregunta de repente.

La miro incrédula, pero antes de que pueda responder una chica entra, lleva otra chaqueta de cuero negra y sus pelos parecen recién sacados del enchufe.

¿Es que no hay nadie normal aquí? ¿Todos tienen que parecer mofetas sudadas?

—¡Hey Amanda! —le saluda la Jessi mientras ella no aparta su mirada del móvil.

Esa mofeta sudada eleva la mirada y la posa en mí, me recorre el cuerpo de arriba abajo, y luego mira a la Jessi.

—¿Por qué hay una mofeta perfumada en mi antro?

¿Perdona?

—Ha venido con Ígor —dice la Jessi.

—¿Es su novia?

Basta. Lo siento Ígor, pero esta estrella incubierta va a lucirse en el escenario.

Camino hacia la mofeta sudada y poso mi dedo sobre su hombro señalándola, ella mira mi mano y luego me mira a mí.

—Mira Armonda, no soy novia de esa picha motera, y tampoco quiero estar soportando tu peste a mofeta sudada, pero por circunstancias que no me da la gana de ponerme a contar, he acabado aquí, ¿entiendes?

—Me llamo Amanda —dice indignada.

—Armonda, Armanda, mofeta sudada, lo que seas, el punto es... —me callo y frunzo el ceño pensando en qué decir —Mira no sé cuál es, pero entro aquí si me da la gana nena.

—Eres una esternocleidomastoidea —dice de golpe la Jessi.

Tanto Armanda o Amanda, lo que sea, como yo, nos giramos para mirarla con el ceño fruncido.

Pero apartamos la vista de ella al ver a Ígor saliendo de la sala y viniendo hacia mí.

—Ígor, la próxima vez que traigas a una niñata, asegúrate de que no sea a mi antro —dice Armanda, o Amanda.

—¿Dónde estabas? Te perdí de vista cuando nos seguían —dice Ígor ignorando mi presencia.

—¡Me abuuuuurro! —exclamo —¡Me abuuu...! —Ígor tapa mi boca y yo frunzo el ceño.

—Tuve que meterme en un contenedor —dice resoplando —¿Has venido a buscarme?

¿Esto qué mierda es? ¿Soy la princesa segundona del cuento de pichas moteras?

—Sí, y también a advertir a los demás.

Muerdo la mano de Ígor y éste la quita de mi boca.

—¿Advertir de qué? ¿De que una estrella ha llegado a este cutre bar de moteros? —digo con orgullo.

—De que es el inicio de una guerra de bandas, y de que una idiota se ha metido en el ajo —dice mirándome serio.

—¿Cómo que me he metido en el ajo? —digo frunciendo el ceño.

Armanda me da palmaditas en la espalda sonriéndome y yo la miro con asco.

Que no me toque esta mofeta.

—Pues que Marcos te ha fichado, y él es el líder —habla Ígor.

En ese momento entra la abuela quitándose el casco y dejándolo en una mesa. Luce cansada, se pasa las manos por la frente para retirar su sudor y nos mira.

Todos la miramos.

—¿Qué? ¿Esperábais que no me enterara? ¡Soy vuestra líder par de idiotas! —nos mira cabreada —¡Tú, niña novata, ven conmigo, tenemos que iniciar tu prueba!

—Abuela, no creo que ella... —intenta hablar Ígor.

—Calla nenico, a una abuela no se le discute nada.

—Em...me he perdido un poco... —digo nerviosa—¿De qué prueba estamos hablando?

—La prueba de iniciación para formar parte de la banda Ghost Rider —habla Armanda por ella.

—¿Qué? —digo casi sin habla.

—Ni qué ni mierdas, ven conmigo niña.

La abuela me agarra del brazo y me lleva con ella mientras yo miro a Ígor, él me mira con horror.




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