Tú, mi pesadilla

Capítulo 5

Cuando me desperté esa mañana, inmediatamente supe que estaba en graves problemas. Me encontraba desnuda, tirada sobre el sofá, solo con mis zapatos puestos. Mi vestido estaba en el suelo y, a su lado, mi tanga deshecha. Mi madre estaba parada delante de mí con una manta en sus manos. Nunca la había visto tan seria. Yo sabía lo que ella estaba pensando. No había forma de explicar que realmente no era lo que parecía. ¿Qué diría? ¿“Mami, un demonio me desnudó y me manoseó, pero todavía soy virgen”? No. No había forma de decirle eso a mi madre, nunca me creería.

Ella me había dado “la charla” la noche anterior, pero yo sabía que no se esperaba eso de mí y menos tan pronto. Ella lo hacía solo por prevención. Y ahora se veía muy decepcionada.

—¿Me puedes explicar qué es esto? —preguntó.

—No es lo que parece —me defendí. Mi madre sacudió su cabeza en desaprobación.  

—Nunca pensé era que mi propia hija perdería su virginidad en la sala, sobre el sillón en nuestra propia casa. ¿No te da vergüenza?

—¡Mamá, todavía soy virgen! —exclamé a toda voz, aunque no tenía forma de comprobarlo a no ser que me hiciese ver con un médico. Vaya uno a saber qué podría haberme hecho ese demonio mientras estaba inconsciente.

—Esta escena dice otra cosa, querida —me reprochó mi madre, aún muy enfadada—. ¿Bebiste anoche? ¿Estabas borracha?

—No, mamá. No. ¡Dios! Solo bebí agua.

—Envuélvete en la manta y vete ya mismo a tu habitación. Báñate y prepárate para ir al instituto. No quiero que tu hermano te vea así. Vamos.

No valía la pena discutir con mi madre. Ahora solo rogaba que no llamase a la casa de Ned para discutir con él sobre qué había sucedido, o peor aún, para hablar con su madre. No podría lidiar con esa situación. Subí rápidamente a mi habitación, y encontré un papel doblado bajo la puerta. Lo abrí y era otro mensaje de Devin.

“¿Ves lo que sucede por tener un crucifijo en tu habitación?”

Claro, no me había llevado de vuelta a mi cama cuando perdí el conocimiento porque él no podía entrar a mi habitación, por eso me había tenido que dejar en el sofá.

Comencé a ducharme rápidamente, pensando en cómo me desmayaba cada vez que él se “alimentaba” de mí. Seguramente me quitaba energía y eso hacía que perdiese el conocimiento.

Nuevamente me sentía débil, pero no tanto como la mañana que había ido a la iglesia. Seguramente como había podido descansar bastante bien la noche anterior, no me había afectado tanto esta vez.

No sabía cómo terminaría todo eso pero ya no estaba tan desesperada como cuando todo había comenzado. ¿Acaso me estaba acostumbrando a que un demonio fuera mi acosador? No, no hay forma de acostumbrarse a eso, pero de a poco me estaba resignando. No había manera de sacármelo de encima, debía lidiar con eso de alguna forma sin enloquecerme y también debía dejar de llorar por los rincones todo el tiempo.

Bajé ya lista para ir al instituto, y fui directo a desayunar, aunque no quería ver la cara que tendrían mis padres. Ambos estaban muy serios y evitaron hablarme, mi hermano tenía los auriculares puestos mientras desayunaba, por lo que no tuve que hablar con ninguno de ellos.

Me apresuré a salir, aunque estaba a tiempo para la escuela. Ya se me hacía insoportable estar dentro de mi casa. Caminé un par de cuadras, y me percaté que el búho gigante de nuevo me estaba siguiendo. Según lo que me había dicho el sacerdote, lo más probable era que esa maldita ave fuera ni más ni menos que el propio Devin; y ahora me estaba siguiendo bien de cerca, volando lentamente, casi a mi lado.

“Nada más falta que se pose en mi hombro”, pensé. Me sobresalté bastante cuando el maldito animal se acercó más a mí, como queriendo hacerlo, por lo que comencé a correr. “¡Dios! ¿Acaso me puede leer los pensamientos?” Qué tonta que era. ¡Claro que podía! ¡Y cómo le gustaba atormentarme al desgraciado!

Finalmente logré entrar a la escuela sin sufrir daños de parte del pájaro, y caminé hasta mi casillero. En el mismo pasillo se encontraba Ned, quien me sonreía. Guardé mis cosas y luego caminé hacia él. No podía actuar distante en la escuela después de todo lo que había pasado la noche anterior, aunque no dejaba de preguntarme qué dirían mis amigas al vernos juntos.

Dicho y hecho. Justo cuando le daba un beso en la mejilla, aparecieron Jessica y Mary, ambas mirándome con gran asombro. Seguramente ninguna de ellas entendía por qué había cambiado mi opinión sobre Ned de manera tan brusca. Yo les debía una explicación, aunque no podía decirles toda la verdad.

—Hola, chicos —nos saludó Jessica con una sonrisa cómplice—. Celeste, queremos hablar contigo un segundo. —Ned entendió la indirecta y se despidió, diciendo que nos veríamos luego en la clase de biología.

—¿De qué quieren hablar? —pregunté.

—¿Cómo es eso que no te gusta Ned y ahora estás con él? —preguntó Mary con una mirada inquietante.

—Bueno… he cambiado de opinión. Durante la clase de matemática que me dio, me he dado cuenta que me gusta mucho así que anoche salimos… y bueno… —Jessica sacudió la cabeza mientras se reía.

—Pues me alegro por ti —dijo—, aunque  siendo tu mejor amiga, la verdad que no te entiendo como  tampoco entiendo por qué no me contaste que saldrías con él.

—Se dio todo muy rápido —dije en mi defensa—. Lo siento mucho.

—Está bien —dijo—. Ah, queríamos decirte también que la madre de Rose llamó y dijo que anoche se despertó. Aún no está del todo bien, pero ha comenzado a mejorar y de a ratos está despierta, aunque alucina a causa de las fuertes drogas que le están dando.

—¡Qué bueno! —contesté, aliviada que el demonio había mantenido su promesa de mejorar el estado de Rose si yo hacía todo lo que él me decía.

—Esta tarde podremos ir a verla —anunció Mary, con una gran sonrisa iluminando su rostro—. Espero que pronto pueda salir de esa mierda de hospital. —Pude notar que ambas llevaban sus crucifijos puestos, aunque yo me había olvidado volver a ponerme el mío. Jessica se dio cuenta rápidamente, abriendo sus ojos grandes como platos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.