Tú, nada más

Fin del juego

capítulo 15

Llegó casi cuando oscurecía. Su madre y el asqueroso ese, no estaban. Expulsó el aire, aliviada. Clandestinamente se hizo un sándwich, no había engullido nada y tenía hambre, cuestión extraña, pero agradable. Al terminar lo subió a su habitación para poder hacer lo que deseaba.

El día fue bueno, así, a secas, pero no tan malo como pensó. Después de decidir que iría cosa por cosa, ya no se sintió tan miserable y la primera resolución sabía que no sería complicada. Marcel no era de sólida paciencia o por lo menos eso decía, así que por mucho que ardiera su interior como si una herida sangrante le vertieran alcohol a chorros, sabía que encontraría pronto alguien más con quien entretenerse, alguien más segura, alguien que al entrar a ese juego no la dañara como le ocurría a ella y lo que sucedía entre ellos quedaría sepultado en un lugar lejano. Lo quería, lo quería muchísimo, por lo mismo poner fin a aquello, era lo mejor.

Un tanto más serena, pues lo que seguía era ver cómo salir de ahí y ya tenía algunas ideas, comenzó a descargar las imágenes capturadas en su computador dándole pequeñas mordidas al emparedado que en definitiva no sabían cómo los de él, no obstante, se lo acabó. Al irlas revisando, atenta, se topó con las de aquel sábado que fueron Al Diente.

Dejó de respirar por un momento al ver la primera, pero al mirar las subsecuentes casi se queda sin aire. Sus manos cosquillearon y la boca la sintió seca. Tragó saliva con dificultad. Marcel la besaba y el cómo lo hacía quedó claramente plasmando en la fotografía.

Cerró el ordenador poniendo la frente sobre la superficie resoplando dolorosamente. ¿Cómo haría para sacarlo de su cabeza, de su cuerpo, de… Su corazón? Repentinamente desinteresada en lo que pensaba hacer se duchó evocando su caricias, las veces que ya habían compartido el baño en su apartamento. Marcel la tocaba de una manera tan asombrosa; era exigente, pero también elocuente, la cuidaba en cada momento, pero la empujaba con suavidad a ir más allá, a dejarlo tomar todo de ella, a entregar todo de sí. Harta de sentirlo tan cerca y tan endemoniadamente lejos, se tumbó sobre la cama con un libro. El psicoanalista podía funcionar. No fue así del todo, pero la arrulló, y, sin percatarse, quedó dormida con el texto sobre su abdomen.

En la mañana llegó a las siete en punto, por lo que prácticamente corrió a su clase la primera hora. Cuando acabó la segunda materia, Mara y Alegra la arrastraron a la cafetería. No tenía deseos de ir, sabía que solían juntarse ahí a esa hora, pero ya era absurdo e infantil alejarse también de ellas por él.

En cuanto entró a aquel enorme sitio donde todos los jóvenes del campus se juntaban, supo que sí, ahí se hallaba. Sintió su mirada casi al cruzar el umbral. De alguna manera logró fingir demencia pidiendo una malteada en uno de los establecimientos. Hacía mucho que esquivaba a sus amigas, al paso que iba nadie le hablaría y no era lo que deseaba.

—¿Anel? —giró, intrigada. El chico de la materia cardinal, ese que se juntaba con Marcel. Lo observó intrigada mientras sus amigas, a un lado, sonrieron bobaliconas ante semejante monumento frente a ellas. Rodrigo. Un chico amable, educado y muy inteligente, que además era guapísimo, no comprendía qué querría. Sonrió ladeando la cabeza, al tiempo que sujetaba su bebida.

—Hola…

Marcel mordía su almuerzo cuando la vio entrar. Lucía bien, demasiado bien, admitió para sí, torciendo la boca con renovado deseo. Vestida como usualmente lo hacía, aunque menos abrigada, su cabello de nuevo lo llevaba recogido, sonrió negando. Esa chica sabría que ese juego se acabó en unas horas, cosa que, de forma perversa, le alegraba.

La observó acercarse a uno de los locales. Dio otra mordida a su baguette. Seguro pediría una malteada. Eso le encantaba. Una notificación del móvil lo hizo girar.

—No puedo creer que sea ella… —silbó Lalo. Marcel alzó la mirada siguiendo la de su amigo. Se irguió con la frente arrugada. Rodrigo hablando con Anel.

¡Pero qué mierdas!

—¿Qué quieres decir con «ella»? —Su voz sonó amenazante, tanto, que varios de sus amigos voltearon a verlo. La ira corroía su cuerpo de una forma que jamás había experimentado. Cerró los puños, temeroso de su propia reacción. Qué no fuera lo que creía.

—Es la chica que nos ha contado, esa que le gusta… La va invitar a salir, le encanta. —Marcel sintió la rabia viajar como si de una carrera de Fórmula 1 se tratara. Eso no podía ser, ¡con un carajo, no podía ser! No él, no ella.

Primero el sábado todo salió mal gracias a sus estupideces y las de Iván, que seguro ya habría tenido que ir al dentista. Luego el maldito domingo prácticamente le colgó, y en ese momento uno de sus mejores amigo la invitaba a salir. ¡Y una puta mierda! Se levantó, decidido. Eso se acabaría en ese jodido instante, ni un segundo después.

Anel se acomodó un mechón tras la oreja nerviosa. La estaba invitando a salir, era inaudito. Conversaban, no mucho pues no era la más parlanchina, pero en un par de ocasiones que les tocó trabajar juntos le pareció simpático, incluso tierno, por lo que no se mostró tan reticente como solía. Pero de eso a que deseara una cita con ella un chico con el mundo a sus pies. No, simplemente daba crédito.

—Y-yo… —alcanzó a escuchar Marcel cuando rodeó su cintura con posesividad, y le dio un beso en la cabellera. Esa chiquilla la pegaría a él si era preciso, pero no estaría con nadie, no pensaba compartir nada de ella.

—Hola, An… —Rodrigo frunció el ceño mientras Anel alzaba la mirada sin comprender, claramente incómoda. ¿Qué hacía él ahí? Mejor aún, ¿por qué la tocaba de esa forma, por qué le hablaba?

—Mar… Marcel… —tartamudeó como solía. Sin poder evitarlo al ver sus lagunas profundamente asombradas, sujetó su barbilla y rozó sus labios aspirando su dulce aroma. Dios, la extrañó bastante. Un pequeño gritito tras él lo hizo darse vuelta. Las amigas de Anel estaban con los ojos y boca bien abiertos. Les guiñó un ojo sonriente sin soltar ni un poco a ese ser que tenía a su lado.



#54 en Joven Adulto
#1406 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 05.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.