Tú, nada más

Colisión

capítulo 33

—Any… —Ariana entró un tanto afligida. Su hermana estaba completamente enamorada de Marcel, pero desde que se fueron, él no hizo nada para buscarla, salvo esa ocasión justo el día siguiente de su partida; sin embargo, ella no lo sabía. Decidieron que si no hacía nada más, no debían alterarla con eso.

Los meses ahí habían actuado como bálsamo sobre todo para Anel. Fuera de deprimirse, luchaba cada día.

La primera semana sí que fue complicada; poco comía y todos los días tenía pesadillas espantosas que Ariana calmaba acurrucándola contra su pecho meciéndola con cariño, para después rogar que no regresaran, no obstante, lo hicieron, aún a veces le pasaba.

De su madre no supieron nada, y no deseaban tampoco que eso sucediera. Con Laura hablaban casi a diario. En cuanto a su padre; él no era un turrón con ellas, pero las visitaba cada tanto y, eso sí, nada les faltaba. Sin embargo, ambas buscaron de inmediato en qué ocuparse. Anel entró a una cafetería cercana, medio turno por la tarde, pues, por la mañana, consiguió unos cursos de fotografía e iba a terapia, mientras ella encontró casi enseguida empleo de lo que sabía.

Las semanas fueron pasando y lo que creyó sería difícil respecto a su hermana, no lo fue. Despertaba temprano, no era muy parlanchina, sin embargo, era notorio que agradecía el que no hubiera gritos y que la atmósfera fuera tan relajante. Sonreía, aunque sin alegría, cooperaba, y comía porciones casi normales a diario con suma atención. Era gracioso, se sentaba a la mesa, con su platillo enfrente, lo observaba y, lentamente, iba atacándolo, como si de una guerra se tratase. Cuando terminaba, sonreía triunfal. Ariana la estudiaba, intrigada, más no interfería; parecía algo muy íntimo y lo menos que deseaba era que dejara de hacerlo.

Con el paso de las semanas fue ganando peso, no rápidamente, pero para ese momento ya era notorio. Se veía más sana, una joven de casi 19 en pleno apogeo. Cuando descansaba se salía el día entero a fotografiar cualquier cosa, luego pasaba horas editando o acomodando ese mentado corcho que colgó justo en la pared frontal, un par de semanas después de llegar.

Las imágenes eran asombrosas y ya en los talleres que tomaba le habían dicho que era buena en ello, por lo mismo, si de por sí el chico era guapo, captado desde su lente, dejaba mudo a cualquiera, además, estaban esas fotografías en las que salían juntos y es que nunca había visto a Anel de ese modo, parecía tan feliz, tan segura, tan plena. Sonreía, evidentemente tranquila. Ese chico la transformaba, incluso en ese momento que estaba lejos, sabía que todo lo que hacía era en base a su recuerdo, a eso que sentía. No se permitía claudicar y, por lo mismo, florecía cada día más.

—¿Sí le marcaste? —supuso al verla tan afligida. Se sentó en la orilla de la cama y acarició una de sus piernas sonriendo con ternura. La adoraba y compartir ese tiempo a su lado, pese a la propia situación, las había unido más, sanado heridas y reestablecido sus propias identidades, pues de alguna forma ambas creaban, al fin, después de años, una familia. La joven asintió despacio—. ¿Tan mal te fue? —Anel giró con los ojos enrojecidos. Él era la única razón por la que la había visto llorar a lo largo de ese tiempo, ya que de verdad era un roble difícil de quebrar y, por nada, se doblegaba. Ariana resopló, torciendo la boca. Desde que tomó posesión y averiguó todo lo que pudo por Internet, estaba más inquieta, la veía ansiosa, mirando la nada, pensativa. Deseaba saber cómo estaba, cómo iba tomando todo, le confesó una noche mientras caminaban en busca de algo que ingerir.

—Él no quiso hablar conmigo —admitió con su vocecilla quebrada. Su hermana no supo qué decir. No sabía cuál era el mejor consejo, lo que de verdad la haría sentir bien, pero verla afligida era como si ella misma sintiera su dolor, no lo soportaba. Anel ya había pasado por tanto que lo único que merecía era ser feliz.

—Any, Marcel está allá, haciendo su vida, haz la tuya… —La menor se enderezó, melancólica, acomodándose ese bendito mechón que parecía una forma de manifestar su estado de ánimo, ahora ya sabía interpretar sus señales, sus gestos. Ladeó la cabeza esperando su respuesta.

—Eso intento, pero no es fácil, Ary. Yo siento muchas cosas aquí —dijo y señaló su pecho—. Lo veía a diario, me hizo fuerte cuando más lo necesité, me ayudó a recobrar mi seguridad, a sentirme importante, interesante, bonita… A buscar salir de todo aquello. Iluminó mi mundo, Ariana, lo iluminó cuando todo era tan oscuro, tan horrible. ¿Cómo lo arranco de aquí?, ¿cómo lo olvido si todo el tiempo lo necesito?, si no pasa un segundo en el que desee verlo…

—Te entiendo, Anel, pero él ya siguió su camino… —No le agradaba verla tan desanimada, tan desesperada.

La joven aferró sus piernas envolviéndolas en sus brazos dejando caer su larga melena alrededor de su cuerpo.

—Lo sé… Es solo que yo no tengo idea de cómo continuar con la mía.

—¿Qué hubieras querido que hiciera? —La cuestionó, seria. Anel soltó un suspiro lastimero.

—Tan solo que reconociera ante sí que me quería un poco… Que expresara lo que sentía por mí, que lo asumiera… —aceptó taciturna.

—¿Jamás te dijo nada? —La encaró negando. Cuando los vio juntos, hubiera jurado que no la quería; la amaba, la idolatraba. Marcel era otro junto a ella, tan tierno que, incluso, podía despertar las peores envidias y era más que evidente que no tenía ojos para nadie. Su expresión se dulcificaba a tal grado que dejaba mudo a cualquiera. La trataba con sumo respeto, con una delicadeza atípica, con una veneración absoluta. Pero, de pronto, en un chasquido de dedos, todo cambió, él la terminó. No sabía bien qué ocurrió, pues su hermana no deseaba hablar mucho del tema, pero sí supo que fue ese chico quien dejó claro que todo había acabado. Lo que no entendía aún era para qué la buscó al día siguiente, sin embargo, jamás volvió a dar señales y la realidad era que no sabían cuál había sido el motivo de la visita al apartamento de su tía, las razones pudieron ser varias y no precisamente alentadores para su hermana—. Any, sé que no quieres que te lo diga, pero tenemos el camino por delante. Estarás bien, sé que así será. Eres inteligente, valiente y hermosa… Harás tu vida aquí y lo ocurrido será un recuerdo lejano. Ya verás.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 05.12.2019

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