Tú no sobrevives

Perseguido

19:30

Mis pasos se aligeraron cuando empiezo a sentir los pasos de alguien muy cerca de mi, cada vez más rápidos, veo la puerta tan cerca y corro hacia ella, no siento los pasos, se convirtieron en los latidos de mi corazón. Al voltear, lento y con un ligero temblar en mis piernas veo una persona disfrazada, todo de negro y con una máscara roja, como las que usan los niños para halloween. —¿Te encuentras bien? —dice la subdirectora sonriente. Dirijo mi mirada nuevamente a la calle, ya no está —Si, estoy bien—.

Avanzo por los pasillos hasta llegar a la cantina, veo a dos chicas sentadas en las mesas pero ellas me observan más a mi, las ignoro y hablo con la señora que atiende —Hola, ¿Me das un alfajor? —ella me sonríe y me lo trae, pero se queda fija mirándome —¿Por qué lloras? —mi ojo tiembla y paso la mano por mi cachete, sintiendo las pequeñas lágrimas que recorren el costado de mi nariz —Debe ser por el frío —le entrego la plata y sonrío yéndome, las dos me vuelven a mirar pero subo las escaleras, huyendo. 

Me siento en uno de los bancos de la planta media, mis compañeros de clase no han llegado y mis amigos no están por ningún lado, observo por la ventana los edificios continuos, y es cuando lo veo a él, parado como si nada en la esquina de la calle siguiente, me tiemblan las manos y no puedo dejar de mirar. En un momento se aleja hacia la otra manzana y siento la voz de mi amiga, Claudia, que me saluda en el cachete y pronuncia un hola. —¿Hiciste los deberes de psicología? —con todo lo que pasó con el de la máscara, olvidé que se lo iba a pedir. —No, pásamelos —abre su mochila y saca la cuadernola, abre una hoja y me bajo al piso con el lápiz, abro la cuadernola para empezar a copiar. —Tengo que contarte algo que me pasó hace unos minutos, no te alteres por favor. Un hombre me empezó a seguir cuando me bajé del ómnibus, sentía sus pasos, y cuando quedé a una cuadra del liceo comencé a correr y llegue a la puerta. Cuando me voltee a mirarlo tenía una máscara roja, como de diablo. Lo vi de nuevo mirándome por la ventana y no sé que hacer—

—¿Por qué no le dijiste a la subdirectora cuando no lo encontraste de vista? —pregunta cuando le cuento más detalles —No pensaba que me fuera a creer, además estaba temblando, no pude articular más que un si y que estaba bien —digo buscando excusarme, ella tiene la razón, tenía que haber dicho algo —¿No queres ir ahora, o llamar a la policía?, igual podes pedirle a Agustín que te acompañe hasta la parada —dejo de copiar y saco el celular del bolsillo, entrando a whatsapp y a su chat. —venís hoy? —está en línea, espero que lo vea. —Si, ya estoy llegando.

—Está viniendo, no creo que le diga a la policía, seguro sea un pajero que me quiere hacer una joda —me mira dudosa, pero me indica que vuelva a copiar— Igual no sé boludo, si fuera una joda para mi que ya te habría dicho que lo era, seguirte mirando desde la ventana no sé qué gracia va a tener —las personas están llegando, termino de escribir y vuelvo a mirar por la ventana —Para que decirte que no, cuando tenes razón, tenes razón. 

Los de mi clase fueron llegando de a poco, nos juntamos con Agustín y nuestros otros conocidos, la profesora de psicología no llegaba y recordé que tenía que sacar una fotocopia, fui rápido hacia la biblioteca y cuando entré vi la máscara correr hacia mi, un dolor punzante en mi brazo cuando intenté escapar, salí como pude de la biblioteca y toqué la zona que me dolía, mi mano se llenó de sangre y empecé a correr con los de mi clase, sentí pasos fuertes detrás de mí y los latidos de mi corazón no podían equilibrarse, empecé a gritar y un profesor salió de uno de los salones, corrí hacia él y entré. —Tranquen la puerta, rápido. Alguien me quiere matar —uno de los alumnos agarró la llave del escritorio y fue hacia la puerta, trancando antes de que pudiera entrar. Se paró frente a la puerta y con un hacha en su mano derecha, me señaló por el vidrio pequeño de la puerta y hizo una línea con el dedo señalando su propio cuello. El profesor miró atónito la escena y tomó su celular, llamando a la policía, pero él seguía parado ahí, observando como si no estuviera pasando nada, los chicos de la clase me observaban, y uno de ellos comenzó a acercarse, me levantó un poco la manga de la campera y luego la de la remera, miré la herida y no era tan grave como creía, fue con lo que parecía ser un cuchillo, así que la hacha la tomó después. 

—Hola, tengo a un chico herido en el liceo del barrio Costanero, y un hombre con un hacha en la puerta de mi salón, pueden enviar a alguien?—



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En el texto hay: muertes, asesinoserial

Editado: 30.07.2020

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