Tú no sobrevives

Madre

Alexander

Seguían mirándome, ahora ambos con las mascaras retiradas y mi corazón latía mucho más fuerte ahora, cuando me bajé del ómnibus todo fue una joda para mi, pero ahora había muertos, cadáveres reales por el liceo y yo era la causa. —Pablo, por favor, déjame explicarte lo que pasó —inicio, cuando el cambia la mirada —¿Qué vas a explicar?—empieza gritando, mirándome nervioso —Vas a explicarme como te aprovechaste de mi, te burlaste y lograste que mataran a mi hermano, ¿eso es lo que quieres explicar?—

—He estado yendo al psicólogo desde entonces. Han pasado años y mi mente está desde ese momento ignorando ese hecho traumático, no era consciente de lo que hacia, recién estaba descubriendo que mi vida podía impactar en la de otros. Lo de tu hermano es una tragedia, yo se que siempre lo quisiste porque me lo decías, y sé que usted también —ahora dirigiéndome al padre —No sé lo que es perder un hijo, pero si se lo que es perder a un padre. El murió en un viaje hacia España años antes de que esto pasara, sea lo que sea que intentara yo, era buscar la atención de alguien molestándote, Pablo. —el señor Aréchaga me observa, sus puños cerrados con fuerza, en cualquier momento podría lanzarse hacia mi y destrozarme la cabeza en dos golpes —Escúchame, "espantapájaros" no me importan tus intenciones, no me importa que desconozcas lo que hiciste y no me importa lo que hiciste después. Tus acciones tienen consecuencias, y le prohibía expresamente a Pablo que te lo dijera, pero mi esposa, Marta, se suicidó meses después de la muerte de Carlos y no lo abandonó como le pedí que te dijera. Sos una basura —se escuchan unos pasos afuera y los dos se miran, el menor le indica algo con su cabeza y el padre sale de la habitación.

La clase

—Bueno, entonces copian esto, yo ya se los explico —dice la profesora, cuando empezaron los estruendos —¿Esos son disparos? —grita un alumno. —Apaguen las luces, alguien por favor ayúdeme a cerrar la puerta —comienza a mover el escritorio y un alumno se mueve a correrlo, se pasan la llave y trancan la puerta —Todos hacia el fondo, traten de llamar a la policía y a sus padres, hagan lo que sea para llamar la atención en redes sociales para que todos sepan lo que está pasando, guarden la calma, no va a pasar nada.

—Profesora... me estoy sintiendo un poco mal —dice una alumna temblando, su cara blanca como un papel —¿Qué sentís? —pregunta —Creo que me voy a desmayar —la profesora se mueve agachada mientras los disparos seguían, toma las piernas de la chica y la gira contra la pared, levantándola y colocando sus piernas hacia arriba —Ya va a pasar, ya va a terminar todo —algunas lágrimas salen de sus ojos cuando lo dice —Los disparos pararon —susurra un chico levantándose, lentamente cuando a los minutos se escucha otro, el último. 

La puerta se abre, tres alumnos pasan primero, luego la profesora y una multitud después. —Cristina —la señora se voltea —Perdón, profesora. ¿Aquella chica no es Claudia? —dice mientras bajan las escaleras, y atrás de un charco de sangre, ve una persona —Claudia, ¿Qué estás haciendo a fuera? —pregunta la profesora hacia su alumna —Es Alexander, me preocupó cuando no entró y cuando me echó, lo fui a buscar... hay un asesino suelto, los disparos fueron de él y otros más. ¿No vieron a Pablo?

—No, Claudia, no lo vimos. Pero necesitamos salir del liceo, vamos al gimnasio y corremos por la puerta de servicio —la chica la observa dudosa, y intercambia miradas entre el pasillo derecho y de donde ella provenía —No puedo. Sáquelos a ellos y yo iré a buscar a mi amigo —dice comenzando a caminar, la profesora la detiene y llama a uno de sus alumnos —Toma la llave de la puerta, pasen de a pocos por el patio, no me esperen, yo estaré bien. —empiezan a correr hacia el pasillo y ven la puerta encadenada, la profesora toma las cadenas y las abre después de intentar varias llaves —Gracias, Cristina —dice el profesor y Cristina continúa —Vayan al gimnasio, directo. Mis alumnos tienen la llave de la puerta de seguridad, salgan rápido. 

Al continuar, escuchan palabras, susurros, viniendo de una habitación de los encargados de limpieza. La puerta se abre cuando ambas ven un hacha asomarse, Claudia se tira contra la puerta y el enmascarado cae, Cristina dirige su caminar hacia el hacha, que se topa con el cuerpo de una chica. Antes de que se pueda agachar para tomarla, siente el golpe del enmascarado en su mandíbula —Siempre fuiste un problema para mi hijo, es hora de que recibas tu merecido —toma el hacha del piso y se dirige hacia ella, quien se oculta detrás de la columna. 

Claudia salta hacia su espalda, moviéndolo cuando la golpea y cae hacia el piso, inconsciente. La profesora, observando la situación sale de la columna y comienza —Por favor, déjala vivir a ella, tómame a mi en su lugar —ella no lo pudo ver, pero el enmascarado sonrió inmediatamente. —No, no la voy a matar. Ella nunca fue un objetivo —dice apresurando su caminar para clavar el hacha en su cabeza. —Tú por otro lado, si. 

Alexander

—If I die young bury me in satin—comienza a cantar —No la puedo sacar de mi cabeza, fue el primer funeral al que asistí y mi madre eligió precisamente esa canción. —sigue tarareando cuando se escuchan golpes afuera —Recuerdo como mi padre no reflejaba emociones en su rostro, me parecía tan mal, era su hijo. Pero ese día, se puso atrás de mi, a un costado. Lo sentí sollozar muy débil, pero lo sentí.

—Quebraste a mi padre, quien creía irrompible. ¿Sabes lo que se siente? —cuestiona —Él era mi ídolo, pero cuando puso su mano en mi hombro, como una caricia, rompí en llanto yo también. Nos rompiste, rompiste a una familia entera. Fue difícil no saber que decirle a mi madre, porque creía que para ella, había sido mi culpa —afirma cuando se voltea al escuchar otro ruido, muevo las manos y puedo sentir la cinta zafando —¿Qué crees que sentirá tu madre? —susurra, como si no quisiera preguntar —¿Despertaría cada día gritando tu nombre? —agrega —No tiene a nadie que le sostenga la mano, nadie que le acaricie el hombro porque su familia termina contigo. Ya está quebrada, ya perdió a su esposo —siento la cinta romperse, la rabia se apodera de mi y como si la adrenalina llenara mi cuerpo, me levanto y corro estampándolo contra un estante, la puerta se abre y en cuestión de un segundo, tomo el cuello de Pablo y saco un cuchillo de su espalda, apuntando a su garganta. 



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En el texto hay: muertes, asesinoserial

Editado: 30.07.2020

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