COMENZÓ una mañana de lunes corriente. Heechul llegó puntual a la oficina a las nueve menos cuarto, con un café en la mano con el fin de empezar con energía la semana laboral. Para su sorpresa, su mejor amigo, Woohyun, ya estaba allí.
Por lo general éste llegaba un poco tarde, y después de haber pasado el fin de semana en el campo visitando a su padre, Heechul había imaginado que llegaría más tarde que nunca. Sin embargo, esa mañana no sólo había aparecido temprano, sino que sonreía. Y estaba rodeado por un semicírculo de entusiasmados compañeros.
Extendía la mano como si mostrara una manicura recién hecha.
Lo que no era de extrañar, ya que tenía debilidad por ellas.
Pero al acercarse, vio que las uñas de Woohyun se hallaban pintadas de un discreto y elegante gris pardo, nada que ver con la habitual manifestación colorida típica en él. Y encima no eran el foco de atención de todos.
Las exclamaciones las provocaba un anillo centelleante.
Estuvo a punto de que la taza de plástico de su café se le escurriera de la mano. Logró sujetarla a tiempo.
Quedó aturdido.
Y también un poco curioso.
Luchando por mantener la sonrisa, con rapidez dejó el café y el bolso sobre su escritorio y fue junto a su amigo.
Se dijo que estaba malinterpretando la situación. Woohyun no podía estar comprometido. En caso contrario, su mejor amigo se lo habría contado. De hecho, sabía que en ese momento Woohyun no salía con nadie. Juntos se habían estado autocompadeciendo de la sequía de citas que padecían y llegaron a hablar de establecer una cita doble a través de Internet.
Aunque era cierto que en los tres últimos fines de semana Woohyun había ido a su casa de Darling Downs, lo que había hecho que Heechul se preguntara qué había allí que lo atrajera tanto. Woohyun le había explicado que le preocupaba su padre viudo, lo cual era comprensible, ya que éste se había sumido en una profunda desdicha en los últimos dieciocho meses, desde que muriera su madre.
También había mencionado a sus vecinos próximos y solícitos, los Choi, y al hijo de éstos, Siwon, a quien literalmente conocía de toda la vida.
¿Sería él quien le había dado el anillo?
Woohyun no había insinuado nada de que tuviera un romance con alguien, pero era evidente que el resplandor en el dedo de su amigo lo causaba un diamante. Y el nombre que salió de sus labios…
—Siwon Choi.
En ese momento le sonrió directamente a Heechul con una luz expectante en sus bonitos ojos verdes.
—¡Vaya! —logró exclamar éste, obligándose a sonreír—. ¡Estás prometido!
Woohyun bajó levemente la cabeza, como si intentara interpretar la reacción de Heechul, y Heechul amplió un poco la sonrisa mientras buscaba las palabras correctas.
—De modo que… ¿esto significa que el chico de al lado al fin se ha lanzado?
Esperó parecer feliz. Desde luego, no quería que toda la oficina se diera cuenta de que no tenía ni idea del romance de su mejor amigo.
Justo a tiempo recordó abrazar a Woohyun, y luego le rindió el debido homenaje al anillo… un solitario elegante engastado en platino y adecuadamente delicado para las manos esbeltas y pálidas de su amigo.
—Es precioso —dijo con auténtica sinceridad—. Perfecto.
—Debió de costar un ojo de la cara —comentó una de las chicas a su espalda con voz asombrada.
En ese momento llegó Sungkyu Kim, su jefe, y en la oficina reinó un silencio incómodo hasta que alguien anunció la feliz noticia de Woohyun.
SungKyu frunció el ceño, como si el matrimonio inminente de un empleado fuera un inconveniente enorme. Pero entonces consiguió decir «Felicidades» con un gruñido antes de desaparecer en su despacho.
Jamás había sido la clase de jefe que charlaba con el personal, de modo que todos estaban acostumbrados a su hosquedad. No obstante, su presencia apagó el entusiasmo de la mañana.
El semicírculo se disolvió. Sólo se quedó Heechul, con la cabeza tan llena de preguntas que era reacio a regresar a su escritorio, sumado al hecho de que no podía evitar sentirse un poco apagado por el hecho de que Woohyun jamás le hubiera confiado semejante noticia.
—¿Te encuentras bien, Heechul? —preguntó Woohyun con cautela.
—Claro, estoy bien —tocó el dedo anular de su amigo—. Me ha dejado atónito este solitario.
—Pero no contestaste mi mensaje de texto.
—¿Qué mensaje?
—El que te envié anoche. Justo antes de irme de Willara Downs, te escribí sobre la buena noticia.
—¿Oh? —puso expresión avergonzada—. Lo siento, Hyun. Anoche fui al cine y apagué el móvil. Luego olvidé volver a encenderlo.
Zanjado el «incidente», se sonrieron y Heechul se sintió ridículamente complacido de no haber sido excluido, después de todo.
—¿Quedamos en The Hot Spot a la hora de la comida? — preguntó Woohyun a continuación.
—Por supuesto —la pequeña y ajetreada cafetería de la esquina era la predilecta de ambos y una reunión ese día tenía máxima prioridad.