Tu novio o el mío [sichul]

Capítulo Once

ERAN las diez y media cuando el chico del reparto se presentó en la puerta de la oficina. Aunque apenas se podía vislumbrar algo de él detrás del ramo de flores más grande que jamás había visto.

En la oficina se oyó un jadeo colectivo. Tiffany, cuya mesa era la más cercana a la puerta, avanzó de puntillas hacia la montaña de flores.

Heechul sentía la misma curiosidad que sus compañeras y sabía que todas intentaban averiguar quién podía ser la afortunada receptora.

Al menos sabía que no podían ser para él. La única persona que podía enviárselas era Siwon y había adoptado su sugerencia de enfriamiento con un entusiasmo deprimente. Hacía tres semanas ya que no lo veía. Tres semanas desesperadamente desdichadas.

Si hubiera llevado la situación de forma sensata, se habrían seguido viendo los fines de semana y quién sabía qué progreso placentero podría haberse producido.

Pero en ese momento apenas quedaban unos días para que se marchara a Europa, de modo que no tenía sentido pensar en lo que podría haber sido con Siwon. Rezaba y esperaba que las estimulantes vistas de paisajes desconocidos lo ayudaran a dejar atrás toda la experiencia de Willara.

—¡Que alguien me ayude! —solicitó Tiffany al regresar con cuidado con ese Everest de flores en los brazos—. Estoy segura de que en alguna parte por aquí hay una tarjeta, pero yo no puedo alcanzarla.

Heechul fue a echarle una mano. El ramo era tan grande que tardó unos momentos en localizar el sobre blanco y pequeño entre esas orquídeas.

—¿Para quién es? —gritaron varias voces.

Todos los ojos estaban clavados en él. Vio sonrisas de diversión, expresiones de esperanza y de tensión. El aire vibraba con un entusiasmo casi palpable.

Bajó la vista al papel blanco. Y el corazón se le paró. En el sobre, con clara tinta azul, ponía…

Heechul Kim.

Entonces el corazón comenzó a latirle de forma casi salvaje. No había esperado, no había soñado… El papel en su mano le temblaba.

Todo el mundo lo miraba.

—Oh, cielos.

—¿Para quién es? —demandó Tiffany.

—Para mí —respondió como pidiendo disculpas. Después de un silencio, alguien exclamó:

—¡Felicidades!

Pero a Heechul le temblaban tanto las manos que le costó sacar la tarjeta del sobre. Aunque al final pudo leerla:

Me gustaría hablar. ¿Y a ti? Besos, Siwon.

En su interior, la emoción estalló como burbujas de una botella de champán recién descorchada.

—¿De quién es? —inquirió Jane.

Titubeó. Muchas de esas chicas habían ido a la despedida de soltero en Willara Downs.

—De un chico —respondió débilmente.

La respuesta que obtuvo fue un predecible gemido grupal.

—Si un chico te envía un ramo de flores del tamaño de una casa, como mínimo te está pidiendo que te cases con él —expuso alguien.

—O tal vez ha sido un chico muy, muy malo y lo siente mucho, mucho —aportó otra voz.

Heechul no pensaba decírselo.

«Solo quiere hablar». Aún temblaba al quitarle las flores a Tiffany y marcharse en busca de un recipiente inmenso en el que colocarlas.

En un cuarto trasero encontró una papelera de metal que llenó con agua. Una vez distribuidas las flores, se apoyó contra un armario y volvió a leer la tarjeta de Siwon.

Me gustaría hablar. ¿Y a ti?

Las emociones se debatían en su interior. Júbilo. Esperanza.

Temor. Incertidumbre.

Siwon abría una puerta, trataba de reconectar, y a él no se le ocurría otra cosa que quisiera más que volver a verlo.

Pero en unos días se iría al otro extremo del mundo, donde permanecería un mes. Sin duda su súbita impaciencia por verlo era una necedad.

«¿Sólo porque me ha enviado un ramo de flores?».

«Pero lo amo».

Aunque se cuestionó si eso era cierto.

Había dispuesto de tiempo suficiente para reflexionar, para tratar de averiguar si amaba al hombre de verdad y no a una encarnación de su fantasía de la infancia.

Ni siquiera sabía cómo alguien podía tener la certeza de estar verdaderamente enamorado. En tres semanas, el anhelo de ver a Siwon había sido agónico. ¿Era eso amor?

¿El amor era alguna vez seguro y certero o siempre una apuesta arriesgada?

Con Kris había creído que era el Elegido. Había sido un novio diligente, siempre ansioso de complacerlo. Había estado tan ocupado mostrándole lo entregado que se hallaba, que nunca se había detenido a cerciorarse de que él sintiera lo mismo.

Ser abandonado por él había despertado todas y cada una de sus inseguridades.

Últimamente incluso se había cuestionado si su juicio era malo en lo referente a los hombres. Tal vez sería mucho más sensato esperar hasta volver del viaje para hablar con Siwon. La distancia y el tiempo podían brindarle una perspectiva más clara.




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