Tu Rechazo, Fue Mi Salvador

Capítulo 6. El...descerebrado

Te odio, pero no de la manera en que debería, odio recordarte, pero aparte de eso, no siento absolutamente nada por ti.

Mamá, papá, ya estoy aquí.

Actualidad, New York

Mientras conducía pensé seriamente, sobre aquella carta, y su aterrador contenido, no sabía exactamente cómo reaccionar ante todo el asunto, ya le había pedido ayuda a Derek, y el después de burlarse un poco había aceptado.

Sin embargo aún tenia un monumental problema.

Donde dejaría a mi perrita.

Layla.

Podría dejarla en un hotel de esos donde cuidan a tus mascotas y las tratan de maravilla, o la podía dejar con una niñera, eran opciones muy tentadoras.

Estaba apunto de dar la vuelta en la calle, cuando el sonido de una patrulla me revoco de mis pensamientos, mire por el retrovisor, solté un sonido lastimero cuando vi que me seguía a mi. Hoy no era mi día.

Me orille y empecé a disminuir mi velocidad, unos cuantos segundos después el oficial ya había bajado de su coche y ahora daba un par de golpes en mi vidrio.

–buon pomeriggio ufficiale –sonreí con inocencia, mientras bajaba la ventanilla.

–¿Señorita Davis, sabe el motivo por la que la detuve? –me miró interrogante.

Vale me conocía, casi pude verme a mi misma con mala cara.

–No –murmure, mirando–. Podría ser tan amable de decirme.

El asintió y se aclaró la garganta, mientras se movía su corbatín.

–Su vehículo, no tiene permiso de circulación.

Exhale molesta, ya decía yo que algo iba a salir mal.

–Claro, lo entiendo –aparte mi mirada y extendí mi mano, esperando la multa.

–Aquí tiene –me lo entregó y cuando pensé que se iría, hablo–, no me imagino lo difícil que es para usted.

Estuve a punto de preguntar, a que se refiere, sin embargo cuando lo mire de nuevo, note que el ya se estaba subiendo a su patrulla, suspire, y sin mas retome mi camino, dejando la multa a un lado.

Realmente estaba preocupada, mordí mi labio inferior y di la vuelta al volante, doblando la calle, pasaron alrededor de cinco minutos cuando por fin logre llegar a mi destino.

La empresa de los Johnson –personas realmente insoportables–, conocidos especialmente por ser sumamente exitosos en su negocio, y por ser demasiado atractivos

Por un segundo admire el enorme edificio al frente mío, mi editorial tenia un tamaño similar, aunque este la rebasaba por un par de metros, no tenia ganas de hablar de negocios en este momento, pero, este posiblemente seria el negocio del siglo, para mi editorial.

–El que tenga a vivir que no nazca.

Mátenme por favor

Deje mis llaves al portero, o al menos creo que era el portero.

Y entre al edificio, con una carpeta en mano, en todo momento mantuve mi postura indiferente, mire a mi alrededor y aprecie una decoración elegante y sofisticada, todo era deslumbrarte, los empleados parecían sacados de una revista, complemente presentables y casi pude estar segura que sus atuendos no tenían ni una sola arruga, gente impecable.

Me acerque a la recepción, y inmediatamente la muchacha que estaba ahí, dijo la característica pregunta de toda secretaria.

–¿Tiene cita? –la chica cuyo nombre no me interesa, tenia un aspecto impecable, alguien que todo el edificio, sin embargo note el muy exagerado maquillaje que se cargaba.

Ella no me miro, solo se dedicaba a revisar su teléfono.

–Solo dígale al señor Ethan que Lea Davis está aquí.

Y apartó la vista del aparato y casi puede sentir el veneno con el que me juzgaba.

Me removí incomoda, odiaba esto.

Y solo 5 minutos después me hallaba en la estúpida reunión con Ethan Johnson, el cual conocerán mas adelante, el mantenía fija su mirada en mis pechos, lo había hecho desde que llegué, era por esto que odiaba interactuar con los Johnson, tan superficiales y completamente irritantes.

Absolutamente toda la familia era así, lo sabía porque, yo había sigo el casi algo de el idiota en frente mío, eran polvos ocasionales, pero ya saben, no hubo esa chispa del amor, que me inspiraba a quedarme.

Era apuesto, su cabello negro sus ojos verdes contrastan muy bien, pero, el era un asco de persona, me recordaba a alguien.

–Hemos terminado –dije, mientras me levantaba de mi asiento.

–No te hemos terminado –me contradijo el bastante molesto.

Créeme Johnson, te mataría si fuera legal.

–No me importa –Cuando estuvo a punto de tocarme, para impedir que me fuera, moví mi brazo, con brusquedad.

–No te atrevas –murmure en un pequeño susurro–, porque créeme que puedo hacer que esto termine bastante mal.

No había ido a un entrenamiento Militar por nada.

–Que piensas hacerme Lea Davis –me desafío con diversión, sonriendo como idiota.

–Muchas cosas –mire los orbes de sus ojos, y luego me relamí mis labios –, y ninguna de ellas no incluirá a ti acostado en el suelo y retorciéndose de dolor.

Y con eso salí de la sala de juntas, sabía lidiar con este tipo de idiotas, y esta vez podía defenderme.

En cuanto salí del edificio, mi teléfono sonó, dude en contestar, lo que menos quería era pagar mi enojo con alguien.

Sin embargo me propuse a mi misma a atender el celular, después de aquella emergencia en la que no salió nada bien, solo puedo decir que ahora Sofía tenia una cicatriz en su abdomen y estuvo en el hospital por unos cuantos días.

–Lea Davis –dije recién descolgué.

–¡Lea Elizabeth Davis! –ella, era lo que los humanos llamamos madre, yo por lo contrario le encuentro parecido a una grabadora.

Siempre me regañaba con las mismas palabras y los mismos motivos, ya hasta me los sé de memoria, chéquense esto.

–Madre...

Cómo es posible que no me hayas llamado en los últimos dos días

–¡Cómo es posible que no me hayas llamado en los últimos dos días! –gritó desde la otra línea, mantuve silencio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.