Kyle
Tammy no paraba de reprocharme una y otra vez el por qué había traído a una desconocida a mi casa. Y no solo eso, sino a la terraza, el sitio donde sólo son aceptados amigos cercanos y familiares.
Sinceramente, no tenía ninguna respuesta a sus insoportables pero comprensibles preguntas. La única que me rondaba por la mente era que la invitación representaba mi forma de disculparme con ella por lo que pasó en la playa.
Diablos, ¿Qué había sido eso?, había sentido perfectamente su mirada dentro de la mía, con una intensidad tan profunda que un escalofrío me recorrió la espalda de punta a punta. Nunca, jamás me había pasado algo como aquello.
Probablemente por eso la invité, porque quería pasar más tiempo con ella. Pero claro, no era tan estúpido para decírselo a Tam.
—Maldito seas, Kyle, ¿Me estás escuchando? —sisea furiosa.
—Lo estoy haciendo, pero ¿Qué quieres que te diga? —respondí pasivo.
Últimamente eran más los momentos que pasábamos discutiendo y follando con furia que los que pasábamos cuando empezamos a salir, como dos críos ansiosos, tímidos e inexpertos.
Aunque la furia que sentía de ella no la sentía como si fuese hacia mí. Raro, sí, pero así lo percibía. Era como si estuviese frustrada por algo, pero nunca hablaba de qué.
—Que contestes mis putas preguntas ¡Imbécil! —chilló—¡¿Qué se te cruzó por la cabeza para invitarla aquí?! ¡Y presentarla a tus amigos!
Joder, no sé.
—Se veía perdida y sin amigos. Quería ser amable —me encogí de hombros, despreocupado.
—¡Míralo tú! ¡Ahora quiere ser amable! —me fulminó con ésa mirada.
Ésa mirada que siempre viene acompañada de una respiración agitada, que sigue con un beso casi pornográfico y termina con los dos follando como posesos.
Como si hubiese leído mis pensamientos, su pecho comenzó a subir y bajar con rapidez, y en menos de dos segundos ya estaba sobre mi regazo comiéndome la boca.
—Esto no soluciona nada, Kyle —espeta levantándose de la cama en busca de su sujetador.
—Lo sé, nunca lo hizo —repliqué llevando mis manos debajo de mi cabeza.
—Eres un estúpido.
La seguí con la mirada mientras se cambiaba y salía de la habitación dando un portazo. No estoy seguro del momento en que comencé a pensar en Tabitha, y me quedé dormido.
—¡Dustin!.. ¡Dustin!.. ¡MUEVE TU PUTO CULO, KYLE! —bramó Thomas.
Abrí los ojos al instante, dispuesto a partirle la cara, pero mi vista enfoco las paredes negras de mi cuarto.
《No me jodas que me perdí la fiesta》.
—No, imbécil, está en su apogeo —carcajeó. Está claro que lo había dicho en voz alta.
—¿Dónde está Tammy?
—No lo sé, creo que con uno de tus hermanos. El otro está bailando con Tabby desde que desapareciste.
¿Uno de mis hermanos está bailando con Tabby? Espero que sea Vik, porque si llegara a ser Jake juro que... 《que ¿Qué? ¿Por qué mierda habría de molestarme que Jake baile con una chica que acabo de conocer hace dos segundos? Debe ser el vodka que bebí por accidente, estoy seguro que es eso》.
—Vamos, mi novia ha de estar esperándome. Y la lengua de Jane quizá quiera devolverte la tuya, la has dejado en su garganta —bromeé.
Mi mejor amigo me pegó un puñetazo amistoso y salimos de la habitación que estaba a un costado de la terraza, donde había venido a cambiarme de ropa en cuanto llegué.
—Aquí estabas —le dije rodeando su cintura con mi brazo—. ¿Puedo besarte o sigues enfadada por una estupidez?
Tam rueda los ojos y me besa como sólo nos hemos besado desde siempre: fuerte, duro. Como si no hubieran sentimientos de por medio.
Sé que ella me quiere, y ella sabe que la quiero, pero nunca nos hemos dado muestras de afecto cargadas de ternura o amor, ni en público ni a solas; sólo sexo duro y salvaje al igual que los besos. Ésa era nuestra relación y así era como nos funcionaba.
—Parece que tu hermano liberó a tu "amiga" de la timidez —mencionó, sarcástica al decir amiga, mientras miraba a Tabby y a, joder, Jake bailar pegados como imanes.
—Sí. Eso parece —coincidí seco.
Ni siquiera podía justificar mi tono, pero Tammy no pareció notarlo.
Inconscientemente, me encontraba mirando con intenso interés al baile de la castaña junto a mi hermano. Su manera de mover las caderas, de subir y bajar con aire sensual acompañada de sus brazos...
《Mierda, tengo que dejar de verla si no quiero arrastrar a Tam a la habitación otra vez》.
—¿Vamos a bailar? —preguntó ella.
—No. Yo no bailo —repetí por millonésima vez desde que nos conocimos.
—Pero yo sí. Que te den —besó mi boca bruscamente y se mezcló con la gente que no dejaba de moverse hacia todos lados.
—¡Bailas increíble, nena! —gritó él mientras Tabby tomaba asiento a mi lado en la barra.
—¡Gracias! ¡Tú también! —le sonrió.
《¿Nena? ¿Y se gana así una sonrisa? Demonios, tengo que dejar de pensar así, ¿Qué mierda pasa conmigo?》.
—Hola —me dijo tímida, con una sonrisita adorable que se instaló en mi pecho. Por un momento dejé de respirar.
No vuelvo a distraerme con lo que bebo nunca más en la vida.
—Hola —respondí con una sonrisa ladeada.
Jake había desaparecido, por lo que aproveché la oportunidad para acercarme a ella.
—¿Te estás divirtiendo?
Asintió muy segura.
—Jake es muy divertido.
—Ya.
Tabitha frunció el ceño con mi respuesta, y yo también lo hice. Levanté mis comisuras rápidamente para disimular lo estúpido que había quedado.
—Sí, lo es. A diferencia de Victor, que es el tímido y romántico de los Dustin —añadí, intentando desviar la atención de mi contestación abrupta—. Victor y Jake son mis hermanos —expliqué al ver su expresión de desconcierto.
—¿Son mayores o menores que tú? —interrogó curiosa.
—Menores, por seis y siete años. Mis padres no perdieron el tiempo ese año —bromeé pero me asqueé al pensarlo y arrugué la nariz. Dios, ¿Por qué dije eso?