Emma
Termina la última canción y el público se vuelve loco aplaudiendo. Gabriel repite las presentaciones y yo aplaudo suave para todos.
Alexandro pareció ver algo en mi dirección y causó que sonriera.
De seguro te vio a tí
Qué dices, eso es imposible ¿Cierto?
Que eres tonta niña
El hecho de que acaba de desearme un feliz cumpleaños frente a miles de personas me dejó abrumada. Eso y su aclaración sobre que ese no es el regalo del que hablaba en nuestra conversación.
¿Me estás diciendo que existe algo aún mejor que un famoso guitarrista se dirija solo a ti entre miles de personas?
No lo sé, pero eres una maldita afortunada
¿Cómo es que puede tener tanta confianza conmigo si solo nos hemos visto un puñado de veces?
En cuanto salen del escenario, toda la gente empieza a marcharse, también aquellas que están en la zona vip que teníamos junto a Sarah.
Me levanté, acomodé mi falda y estiré las piernas, luego ambas nos dirigimos al pasillo camino a la salida.
Sin embargo, antes de poder seguir mi dirección siento su mirada. ¿Y cómo no? Si es imposible no percatarse de ella, son como dos balas clavándose en mi nuca.
Al girarme hacia él, me percaté de que sobresalta por su altura entre el staff y las chicas que salen sin darse cuenta de su presencia.
Se sitúa delante de mí y me evalúa de pies a cabeza, nuevamente. El mismo escalofrío de cuando lo hizo en el backstage, me recorre. Una vez que nuestras miradas conectaron, quiso decir algo pero mi amiga lo interrumpió. Esta vez él tiene puesta la típica chaqueta de cuero, que me mata cuando leo los personajes literarios.
-¡El mejor concierto que tuve hasta ahora!. Estuvieron increíbles.-expresa.
–Gracias…- él pide silenciosamente su nombre
– Sarah - contesta con entusiasmo
– Sarah. ¿Piensan ir a la fiesta que hay después del concierto? -pregunta.
– Si, solo si ella quiere -dice mientras me empuja con su hombro. Sabe que frente a él no le voy a decir que no, la cual era mi intención
Cuando quise responder, Alexandro habló.
– Sarah, me olvide de decirte pero, Gabriel te busca.
Apenas dice eso sale corriendo en dirección al camarín. ¿como hago para librarme de él ahora?
–Feliz cumpleaños- dió un paso más cerca, lo que provocó que tuviera que levantar la mirada, y aprovechó ese momento para apartar un mechón y colocarlo detrás de mi oreja.
-Muchas gracias. Ya sabes, por todo.
-No tienes porqué agradecerme. -su mano se quedó ahí, dándome una caricia -¿Qué te parece si vamos juntos a la fiesta? Y no te preocupes por tu amiga, ella ya se fue con los chicos.
-Se fue?- asintió mientras jugaba con mi cabello.
- Entonces, está bien- claramente no está bien, la voy a matar cuando la vea.
Mientras nos dirigimos al estacionamiento, no me permito pensar en otra cosa que no sea su mano, grande y caliente que se posa en mi espalda media.
-¿Dónde está tu moto? - pregunto cuando no la veo a los alrededores.
-No está. Intentaremos algo, solo confía.
Me detengo de golpe. El se da vuelta para mirarme, ya que iba unos pasos más adelantado en ese momento.
-¿Qué?... ¿Qué…es lo que intentaremos? .- tartamudeo. No quiero ponerme así, pero no puedo evitarlo. Él no entiende lo que me pasa y a pesar de que con él me siento segura, no creo que sea buena idea.
- Oye tranquila, no es nada malo. ¿Confías en mí?- pone sus dos manos en mi rostro.
¿Lo hago? Si, y eso me aterra.
Siento que lo conozco desde hace mucho tiempo.
-Si. -Al decir eso una gran sonrisa aparece, lo que deja a vista sus pequeños hoyuelos.
Más hermoso no puede ser.
Coincidimos en algo al parecer
Se limita a no responder y me toma la mano llevándome al auto, que ya había visto antes cuando nos conocimos.
Abre la puerta del copiloto y espera pacientemente a que tenga el valor de sentarme. Y lo hago aguantando el aire inconscientemente y sosteniendo fuerte su mano.
Suelto un suspiro cuando lo consigo. El pone mi cinturón y cuando quiere soltarme para ir a su asiento. Vuelve el miedo
- No puedo hacerlo.
-Conmigo no te pasara nada, ¿si?. Estás a salvo.
Asiento con la cabeza, sin el poder de sacar palabras de mi boca.
Cierra la puerta y rápido rodea el carro.
Yo puedo. He intentado esto antes, pero siempre sola y yo en el asiento de conductor. Eso y que estuve yendo a terapia después de lo sucedido.
Cuando enciende el auto, mis nervios vuelven y a causa de este rasco mis dedos con efusión. Pero su mano se interpone entre la mías y las deja en mi regazo.
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Editado: 27.01.2024