Tú, yo y otros imposibles

21. Un placer oscuro

 

—¿Esa sonrisa significa que arreglaron las cosas?

—¿Esa sonrisa significa que arreglaron las cosas?

La mirada de Thony voló de su botellín de cerveza a mí. Podía ver la duda en sus ojos, el atisbo de miedo y la completa certeza de destrucción si me atrevía a hacer algo que pudiera dañar a Julia. Puede que no fuera su hermana de sangre, pero la trataba como tal. Todos nos tratábamos como familia, porque en cierto modo lo éramos. Eso habíamos elegido ser. 

—No, pero pudimos hablar. 

Hablar. La palabra casi vuelve a hacerme reír. Puede que nuestros cuerpos dijeran más cosas que nuestras palabras. Sus manos me recordaron a quién pertenecía, sus labios de gritaron que me habían añorado y sus ojos... Sus ojos me confesaron que quizás las cosas no estuvieran perdidas del todo para nosotros.

—¿Y? ¡Vamos! No quiero someterte al quinto grado. Aunque sabes que si tengo que sentarte en una sala oscura y hacer de poli malo para sonsacarte información, lo haré. 

—¿Quién dice que no es exactamente eso lo que quiero? —mi voz bajó un par de tonos, los mismos que recuperó ante la mirada reprobatoria de mi amigo—. Hemos firmado una tregua, al menos hasta que se vaya de la ciudad. 

—¡Eso es genial! ¡Te lo dije! Mi pavo a las finas hierbas nunca falla. 

Su sonrisa seguía siendo angelical, aún con las mejillas coloradas por el comentario que ambos habíamos entendido. De un salto se enganchó a mi cuello.  

Podía decirle que no fue su pavo lo que cené anoche, que los labios de Kala habían sido más eficaces a la hora de arreglar la situación. Aún podía saborear la miel de su piel en la punta de la lengua. Preferí no decir nada porque una parte de mí seguía temblando de emoción por lo sucedido y otra estaba escondida en una esquina esperando el vendaval que desataría sobre nosotros. 

—Sabía que podías hacerlo —susurró para que solo yo pudiera oírla—. Y si tu fantasía era que me disfrazara, solo tenías que pedirlo.

Se separó tan rápido como se acercó. Esta vez fue a mí a quien le costó tragar. El destello dorado de su pelo fue lo último que vi antes de cerrar los ojos y obligar a mi cuerpo a no responder a sus palabras. Fue complicado, tanto que una chispa avivó sus ojos azules cuando se percataron de lo que era capaz de despertar en mí con una frase. 

—¿Y tú qué Thony? ¿Ya sabes una respuesta? 

—¿Una respuesta? —interrogo pasando la vista entre los dos. Los ojos chispeantes de Juls y la frustración en la cara de mi amigo, me dicen suficiente. 

—Lleva dos días volviéndome loco con que le pida salir a Anya. —Rueda los ojos—. Ni siquiera sé por qué les parece tan gracioso. No es como si nunca me hubiera atraído una mujer. 

—Nunca te he visto mantener el interés en alguien más de dos semanas y por lo que tengo entendido, llevas revoloteando un año al rededor de esa chica. 

Una sonrisa de suficiencia tira de la comisura de mis labios cuando alzo el botellín en su dirección. No sería justo que fuera el único que sufriera la insistencia de Julia hoy. 

—Yo no revoloteo, rubia. Me atrae, que es diferente a que me guste. 

—¿Estás seguro? —lo pico. 

—¿Lo estás tú? 

Su respuesta fue suficiente para que la alerta brillara con los ojos de Julia, que nos miró con cautela. Ambos seguíamos con la mirada fija en el otro, retándonos a decir algo que ninguno quería porque sabíamos el peso de tales palabras. Él no estaba preparado para asumir que le gustaba Anya, mientras yo seguía sin saber bien en qué punto estaba con Kala. 

—Bueno, bueno. Demasiada testosterona para mi gusto, gracias. ¿Podemos volver a lo importante? Las vacaciones se acercan y debemos elegir un destino. 

El cambio de tema fue una ráfaga refrescante. 

—Lo mismo de año pasado estará bien —no me hacia demasiada ilusión planear ninguna escapada. Era algo que lograba crispar mis nervios. Sobre todo cuando la rubia se ponía modo agencia de viaje. 

—No, me niego. Estoy harta de ese camping maloliente y sus extranjeros borrachos. Podríamos hacer algo un poco diferente. 

—Podríamos ir de acampada a Three Rivers, está cerca de la secuoyas que siempre has querido ver y de la zona del Gran Cañón. 

—¡Sí! Vale, vale, tengo que mirar los permisos, el itinerario, las carreteras que deberíamos evitar y los sitios recomendados. En una semana lo tendré todo listo.

—Aún quedan unos días, no hay prisa, rubia. 

—Igual podríamos invitar a las chicas, cuantos más mejor. 

—¿Las chicas? —preguntamos al unísono Anthony y yo. 

Rueda los ojos, exasperada. 

—Anya y Kala, que todo hay que explicarlo. Son amigas, por lo que vi la otra noche. Seguro que les gusta la idea y a mí me parece bien que se unan, al fin y al cabo con gente importante para ustedes, así que también lo son para mí. Es hora de que nos conozcamos más a fondo, ¿no? 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.