ıllıllı SOFIA - CLAIRO ıllıllı
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creo que podemos hacerlo si lo intentamos.
Unas palabras tan simples como esas, con miles de significados, con miles de promesas ocultas, dichas con tanto anhelo, habían sido su perdición.
Gracias a esas estúpidas palabras lo había perdido todo y nada al mismo tiempo, perdió a su gran amor, pero sin saberlo comprendió que no podía perder algo que nunca había sido suyo. Porque Lydia nunca había sido suya, nunca lo fue y nunca lo será.
No es capaz de decir con exactitud si eso es algo bueno, si, ya no tiene que pasar sus días llorando por una mujer que se la pasaba haciéndole promesas en la noche, para luego ir y romperlas todas en el día al ir a los brazos de su novio, pero había luchado tanto para poder ser, al menos una vez, esos brazos a los que Lydia podría correr cuando estuviera asustada.
Desearía haber sido suficiente, desearía que, por una vez en toda su vida, la considerase su lugar seguro, esos ojos a los que buscaría al sentirse insegura, esa voz que anhelaría oír al hartarse de los comentarios de las personas que solo querían herirla. Había dado tanto para finalmente recibir nada a cambio.
Lo único que quería era poder decir, solo una vez, aunque fuera una mentira, que Lydia era suya.
Si tuviera que llevar una cuenta de las veces que tuvo que explicarle a la rubia fresa que lo que tenían no era nada malo, habría perdido la razón hace meses.
Ella estaba simplemente negada ante la idea de que podrían ser felices, creyendo que el amar a una mujer era una maldita etapa. ¿Cómo podría un sentimiento tan puro como lo era el amor que tenían por la otra, ser una etapa?
Quizá todo el tiempo había estado tan cegada por lo mucho que ella misma sentía que no había sido capaz de ver que era la única que amaba con todo de si, que se entregaba en cuerpo y alma, la única enamorada en esa relación.
Su corazón se había cansado de darle ordenes a su loba para que dejaran de estar tan metidas en una relación sin futuro, pero si había algo que su loba disfrutaba era el ignorar las ordenes ajenas. Porque ellas hacían todo lo que Lydia les pidiera, solo por amor.
pero, oh por Dios, creo que estoy enamorada de ti.
Ahora estaba sola, extrañando cada pequeño detalle sobre su banshee. Cada acción, cada palabra cada mirada de esos ojitos verdes.
Extrañaba las sonrisas tan… reales que le regalaba cada vez que sus ojos se encontraban en los pasillos, las miradas coquetas, las charlas sin necesidad de palabras.
Añoraba los rojos labios carnosos y suaves de su amor. Los besos a escondidas en los baños, en el armario del conserje, debajo de las gradas y en cualquier lugar que estuviera fuera del alcance de los demás.
Su loba se retorcia de dolor al recordar las palabras cargadas de amor que se decían mientras se miraban a los ojos luego de una sesión de amor y mimos. Le ardía el pecho ante las sensaciones que provocaba en ella el simple pensamiento de esos hermosos mechones rubios fresa envueltos entre sus dedos.
amo tu cabello suelto.
Había exclamado alguna vez en un murmuro, sin darse cuenta de ello, habiendo sido impulsada por su loba a elogiar a su novia.
Malia no solía decirle cosas bonitas a Lydia cuando estaban en público, pues para todos ellas eran mejores amigas y cuando las veían de esa manera, con una acostada en las piernas de la otra mientras le hacia cariñitos en el pelo, creían que solo eran cosas de amigas.
Que equivocados que estaban, si lo ultimo que ellas podrían ser era amigas, resultaba incluso extraño que aun no hubieran notado cuanto se amaban por medio de las emociones que expresaban en su aroma. Porque Malia emanaba un sentimiento de amor purísimo y cariño interminable cada vez que sus ojos se posaban sobre Lydia. Lydia irradiaba felicidad e incluso parecía brillar más cuando se encontraba con Malia.
-Malia, ¿estás bien?
La aludida sacudió su cabeza con la intención de empujar a lo mas profundo de su subconsciente esos pensamientos que lo único que lograban era herirla. Alzo el rostro y se encontró con su verdadera mejor amiga mirándola preocupada desde el asiento delante suyo porque al parecer, las clases habían terminada vaya a saber uno hace cuanto tiempo.
-S-sí, yo… estoy bien- respondió con la cabeza gacha, evadiendo los ojos de la kitsune, sabiendo que con solo una mirada podría notar que nada estaba bien-. Solo estoy cansada. Mira mis ojeras.
Le mostro las apenas visibles marcas violáceas debajo de sus ojos, que si eran de cansancio, tanto por no dormir las horas necesarias como por el cansancio emocional con el que cargaba hacia dos semanas.
-Sabes que no te creo una mierda, ¿no? Estas así desde que Lydia dejo de hablarte, incluso aunque no comprendo la razón por la que se alejaría de ti, no soy tan estúpida- Malia no respondió, no se movió, no se atrevió siquiera a respirar hasta que su amiga suspiro derrotada y comenzó a guardar tanto sus cosas como las de la loba-. No voy a presionarte, pero por favor, necesito que comas algo para poder tener la seguridad de que no te desmayaras cuando yo no esté a tu alrededor. Vamos, Lia.
Lagrimas empañaron los ojos de la muchacha con rasgos asiáticos de solo pensar en algo como eso pasándole a Tate, apoyo las palmas de sus manos en el escritorio aun dándole la espalda a la otra, sintiéndose débil repentinamente. A veces, las amistades reales eran tan fuertes, que con solo el pensamiento de sus amigos pasando por un mal momento era capaz de hacerles doler el corazón. Las personas simplemente ya no valoraban ese tipo de amistad o simplemente confundían relaciones toxicas con algo tan puro como el amor que dos almas podían tenerse.
Editado: 22.03.2021