último Soplo de Fe

02: Efectos Secundarios

 

Los días pasaron. Nainari ya se encontraba en tratamiento, pero los efectos secundarios no se hicieron esperar; dolor abdominal, tendencia a enojarse con facilidad, bipolaridad, hambre y subida de peso fueron las cosas más comunes que la pareja notó pasados tres meses del mismo.

Izan se sentía muy preocupado. Su mujer estaba más sensible que nunca y no sabía cómo evitar que se sintiese tan mal. Quería hacerla sentir en confianza, que él estaba a su lado y que sería capaz de viajar a la Ciudad de México para llevarla con su familia para que se sintiera mejor. Lamentablemente, el trabajo lo impedía.

Los meses pasaron. Nainari no tuvo su periodo menstrual durante más un año. Los pronósticos fueron más complicados conforme pasaba el tiempo y notificaron que los quistes no desaparecían: —Hija, me veo en la necesidad de operarte, dado que el quiste tiene un tamaño superior a los 10cm; 13 centímetros para ser exactos. 

Izan y Nainari se miraron. Estaban pasando por uno de los momentos más difíciles que pudieron enfrentar jamás. El doctor les dijo que la cirugía era peligrosa, pero necesaria. Nainari estaba dispuesta a correr el riesgo, aunque no se podía decir lo mismo de Izan; él prefería renunciar al sueño de una familia que perder a la mujer que más amaba. Sin embargo, debía aceptarlo. Su mujer no se encontraba bien de salud y, de una u otra forma, debía someterse a la cirugía antes de que las cosas se pusieran peor.

            —Tengo miedo, amor. —admitió Nainari apretando la mano de su marido, quien estaba viendo los trámites necesarios para que la operación se efectuara lo más pronto posible.

Izan giró a verla. Tenía los ojos brillosos llenos de miedo. Sabía que estaba en buenas manos y que la operación no era tan peligrosa como le habían dicho. Sin embargo, era una cuestión complicada.

            —Todo saldrá bien, pequeña. —besó su frente.

Él se aferró al cuerpo de su mujer como si fuese la última vez. Y, a decir verdad, lo era. Por lo menos, durante varios días; la internaron para hacerle estudios pre a la operación. El doctor le avisó que sería llevada al quirófano justo el 14 de abril; cumpleaños número veintiocho de Izan. Cosa que agradeció de cierta manera, porque sus amigos le llamaron al igual que su familia y, fueron a apoyarlo. No sólo porque él era importante para ellos, sino por su esposa. Ella era una gran mujer que, al igual que su marido, necesitaban de ayuda. Ambos eran fuertes, pero con una debilidad que anhelaba otros brazos para sostenerlos.

 




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