Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

Definiendo el futuro

Dos meses después. 

Los hermanos Gallagher comenzaban su último año en primaria. Su escuela era un edificio negro que estaba al otro lado de la ciudad. Los estudiantes usaban uniformes que eran pantalones y sudaderas de algodón azul oscura, poleras blancas con cuello y botones, y zapatos de cuero café. Grandes conglomerados de estudiantes convergían a las distintas instituciones educativas.

Sophie, por su hermano Hans, le acompañaba apartado de tales grandes conglomerados, pues se sentía muy incómodo con ellos y el ruido que hacían. Ni siquiera su reproductor de música portatil, "Cinturón de Sonido", le era suficiente. Al llegar a la entrada, esperaron a que hubiera menos gente para entrar mas cómodamente. Ambos iban en la misma clase, así que nunca se separaron. La sala a la que fueron tenía varias filas de escritorios de madera con sus sillas del mismo material. Los dos se sentaron al extremo izquierdo posterior, con el hermano en el último puesto para sentarse a escuchar música, mientras que la hermana dejaba sus cosas en la que estaba frente a él para irse a conversar con sus amigos.

Llegó el profesor jefe y todos se sentaron en sus puestos. Tras un breve saludo, les dijo que aparte de las últimas materias antes de graduarse, irían a visitar distintos lugares para que pudieran ver lo que podrían dedicarse a futuro. Algunos lanzaron ciertos gritos ahogados de interés, pero la reacción general fue de completa indiferencia.

El primer lugar que visitaron, dos semanas después, fue los lugares donde se producía su comida, los cuales estaban bajo tierra, y se accedían con escaleras y/o ascensores cerca del centro de la ciudad. Primero visitaron las grutas de hormigón en los que se cultivaba de forma hidropónica en canales y tubos que iban a lo largo de la misma, usando agua mezclada con nutrientes. Sobre las mismas grandes pantallas emitían luces de algún color. Estas cavidades estaban conectadas con distintos pasillos, pudiendo ver los interiores a través de ventanas polarizadas. Todo esto era explicado por un guía. Mientras observaban, varios comenzaron a hacer comentarios sobre lo que había pasado con los refugiados cuando recibieron comida.

—Yo con mi mamá fuimos a llevarles, y la rechazaron porque decían que la comida que cultivábamos era asquerosa —dijo una estudiante amiga de Sophie que estaba junto a ella.

—No es de extrañarse —contestó otro —. Creen que le echamos cosas raras a la comida o que no tienen sabor. Creo que vivir mucho tiempo comiendo cosas, como les dicen ellos, naturalesecológicas, les ha atrofiado el cerebro.

—Lo mas gracioso es que dicen que les ponemos "genes" —agregó otro —. Como si las plantas y animales que ellos comen no las tuvieran. Nos dicen privilegiados, y actúan como gente acomodada de paladares finos. Tontos, que son tontos.

Sophie tuvo que agarrar a Hans, a sabiendas que esos comentarios le habían hecho hervir la sangre. "Tiene que aprender a controlarse", pensaba, mientras no paraba de sentirse incómoda con los comentarios de sus amigos.

Para Desmond, que Sophie y su hermano no estuvieran parte del día significó un cambio de rutina fuerte pues además de ellos,  pues prácticamente quedó solo. Walter solía salir por motivos de trabajo con los Rangers. Aunque en los meses anteriores había intentado ver si podía ir a ver a su profesora, le dijeron que no tendría permiso para salir, ni siquiera acompañado con con el Señor Gallagher, cosa que entendió por todo el problema que hubo y hay con los pioneros y refugiados, pues nadie sabía que ellos lo eran. Y sobre su tío, pues había encontrado trabajo en una fábrica, así que pasaba parte del día solo. No gustaba de salir luego de lo que había visto hace dos meses. Para paliar aquello, Hans le dijo que podía quedarse en su cuarto para leer y ver lo que quisiera, pero solo dejó una condición. 

—No toques NADA —dijo resaltando sus palabras —. Y si lo haces, déjalo tal y como estaba.

El joven entendía que para su amigo, el orden a su manera era sagrado, porque de lo contrario se sentía incómodo, así que decidió seguir su indicación.

Con el paso de las semanas, lo que mas llamó la atención del joven Péricand fue descubrir que Sophie era bastante conocida en su escuela, pues aparte de tener altas calificaciones, demostraba cierto conocimiento avanzado sobre ingeniería que llamó la atención de varias personas. Hubo un día donde el profesor de una escuela técnica visitó su casa a hablar con ella y su padre.

—He visto las notas de su hija y los proyectos que ha hecho en la escuela. Tengo mucho interés en ella.

Ella misma le mostró parte de los proyectos trayéndolos de la sala de trabajo. El profesor quedó tan impresionado que no lo pudo disimular en sus palabras.

—No cabe duda, jovencita, que eres una genio. Estaremos encantados de recibirte, tendremos todos los materiales necesarios para que puedas seguir expresándote de esta manera.

Ella no pudo evitar sonrojarse y sentirse algo incómoda por esos halagos, pero también sentía un gran orgullo.

Seis meses después.

Walter, junto a Joseph y su sobrino estaban almorzando cuando sonó el teléfono de la casa. El primero fue a contestar y tras unos intercambios de palabras, se quedó mudo. Cuando lo giraron a mirar, notaron que estaba pálido. Se despidió y salió corriendo a tomar un bolso.

—Tengo que ir a la escuela urgente. Los veo mas tarde, no me esperen.

El cuerpo del joven Péricand se descompuso cuando el Señor Gallagher salió por la puerta raudamente.

No volvió a aparecer hasta mas tarde junto a sus hijos, los cuales llegaron de la forma mas lúgubre posible. Hans venía cabizbajo, y en cuanto entró, fue corriendo a su cuarto, con Sophie yendo tras él. A Walter parecía haberle caído varios años encima. Se desplomó en un sillón, mientras se llevaba una mano a la cara. Desmond y su tío se acercaron y se sentaron otros sillones sin saber qué decir o cómo preguntarle qué pasó. El incómodo silencio se interrumpió con una simple frase.




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