Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

Al infierno y de regreso

Al frente iban Sophie y Desmond cuando el grupo se asomó por el borde la calle concéntrica, en la intersección con la avenida principal, mirando detenidamente a todas direcciones con sus armas, y escuchando por algún gruñido. Para ese momento, solo los sonidos de disparos eran lo que ambientaban el lugar. Detrás de ellos venían Hans sosteniendo a una Valentina que estaba recuperándose, Janira a un lado, y Pualo y Asama cerrando la marcha, vigilando constantemente sus espaldas. A pesar de tener el equipamiento de radio de Asama, decidieron ponerse a salvo en lugar de usarlo en un lugar tan expuesto.

Tras cerciorarse los dos primeros que no había nada, les indicaron a los demás que avanzaran hacia el otro de la calle. La cruzaron trotando y en fila para luego agruparse en la nueva esquina. Desde allí, les dijeron que avanzarían hacia el centro de la ciudad unas cuadras. Llegados a una escalera, las subieron y llegaron frente a una puerta. El soldado Berger se acercó y de una patada la abrió. Todos rápidamente entraron, no sin antes decirle a Asama que hiciera guardia afuera, por si aparecía algún zombie, con Sophie llevándose su radio.

Ya adentro, todos corrieron a distintos lugares. Valentina y Hans se sentaron en unas sillas que tenían, Desmond se sentó también en una, Janira se sentó en el suelo bruscamente, exhalando mientras que Paulo y Sophie se quedaron de pie. 

—No imaginé que regresaría a casa en estas condiciones —dijo la última —. Bueno, yo iré a arreglar la radio o ver si directamente uso la de Asama para ponerme contacto con el alto mando.

Tras retirarse al taller, hubo un momento de silencio entre los demás, que fue interrumpido por el joven Gallagher.

—Muy bien, ahora explica por qué estabas tratando así a Valentina, qué pasó y dónde está Mason.

—¿Tienes problemas en la cabeza? Él murió, ¿no te has dado cuenta?

—Cálmense ustedes dos —interrumpió Paulo todavía de pie —. Janira, cuenta todo lo que pasó desde que salieron a luchar.

—Está bien —contestó para luego respirar profundamente.

"Nos enviaron al este, teníamos que asegurar las zonas mas lejanas del ataque zombie. O mejor dicho, servir de carnada para atraerlos y contenerlos en la mitad norte. En cualquier situación nos habríamos quedado únicamente en la avenida principal, pero teníamos que entrar a los callejones por si acaso había alguno que se perdía allí, y fue cuando comenzaron los problemas. Nos perdimos, pues la ciudad está diseñada como el culo. Y cuanto mas nos alejábamos del centro y mas calles concéntricas cruzábamos, mas grande se volvían la maraña de callejones. 

Mason trató de guiarnos y mantener levantado el ánimo, consiguiéndolo hasta cierto punto. Incluso mientras íbamos avanzando vimos a dos zombies cruzar de izquierda a derecha y no nos detectaron, pudiendo acercarnos sigilosamente y despacharlos desde atrás. Mason en silencio levantó el puño en señal de victoria, incluso soltó un grito en voz baja para celebrarlo. Su actitud se nos contagió y nos levantó la moral un momento. Pero después de eso, avanzando un poco mas, empezamos a escuchar gruñidos acercándose desde atrás. Al girar, vimos que desde la intersección de antes salieron varios zombies acercándose corriendo a nosotros. Disparamos a varios pero eran demasiados, así que dimos media vuelta y empezamos a correr. 

Yo dije que lo ideal para perderlos era usar los callejones, doblando en ciertas esquinas al azar e intentar que ya no nos vieran, o detectaran, o lo que usen para seguirnos. Así lo hicimos, incluso comenzaron a empujar o tirar objetos mientras avanzábamos para interrumpirlos, como tachos de basura o cajas, pero por mucho que lo hiciésemos, seguían detrás de nosotros. Hasta tuve la impresión que habían llegado mas. Intenté arrojar una granada, pero calculé mal y explotó cuando los zombies ya se habían alejado. Asama intentó hacer lo mismo, pero salió al revés y explotó demasiado antes, y solo hirió a uno. Fue allí donde comenzamos a cansarnos. Primero fue Valentina, que comenzó a ralentizarse, y luego los demás. No tardamos en darnos cuenta que no tardarían en alcanzarnos. Y entonces Mason dijo que siguiéramos y que él se iba a quedar atrás para protegernos".

Hizo una pausa para respirar hondo, mientras Valentina se llevaba las manos a la cara.

"Evidentemente le dije jadeando que no dijera tonterías y que no jugara al héroe. Pero él dijo que iba en serio, que era la única forma de sobrevivir. Yo por un lado decía que no, pero otra parte mía decía que tenía razón. Mason me dijo en ese momento que como líder de escuadrón, yo debía tomar la decisión. A pesar de todo, terminé aceptando, así que los cuatro comenzamos a correr mientras él se quedó atrás. Puso su arma en automático y empezó a disparar contra todo lo que tuviera en frente. Cuanto se le acabó la munición, aparentemente sacó una granada a la que escuchamos cuando hizo el "click" al sacar la anilla. Cuando doblamos por una esquina, lo único que escuchamos fue la detonación. Seguimos corriendo hasta que de casualidad salimos a una calle concéntrica".

Volvió a tomar una pausa. Las personas que le estaban escuchando no tardaron en entender lo que había pasado. No era extraña la estrategia del mártir, en el que un soldado se sacrificaba para llamar la atención de toda una horda para que lo coman y darle tiempo a los demás, siendo lo normal además que se inmole con una granada para acabar con unos cuantos de esos. Todos estaban de acuerdo que Mason era una de esas personas que haría eso. Janira continuó.

"Cuando comprobamos que ninguno nos seguía, nos detuvimos a respirar un poco. Valentina estaba bastante mal, y no parecía querer reaccionar. Yo intenté decirle que espabilara, pero no hacía caso, así que subí el tono de mi voz hasta gritarle. Allí comenzó a sollozar, diciendo que sabía que Mason estaba vivo, y que volvería en cualquier momento. Yo le decía que ya estaba muerto y que tenía que aceptarlo, que teníamos que seguir despejando la ciudad. Y al parecer estábamos tan descentrados que no escuchamos a un zombie salir del callejón y atacó a Claire, mordiéndola en un brazo. Ella gritó y despertamos, y la primera en reaccionar fue Asama, quien le disparó un par de tiros bien precisos al mismo, matándolo y haciendo que la soltara. Sin embargo, todos quedamos consternados ante esto, pues sabíamos lo que significaba. Y ella en particular, porque se puso blanca inmediatamente, tenía los ojos casi desorbitados, los brazos tiritando y comenzó a respirar nerviosamente. Yo, incapaz de procesar todo lo que estaba pasando, intenté acercarme para apoyarla, pero ella retrocedió, gritando que no me acercara. Y entonces ella con los brazos aun temblorosos, tomó su arma y la apuntó a su cabeza. Valentina corrió esa ella, gritándole que se detuviera, pero Asama la agarró y le dijo que no interviniera. Claire había empezado a respirar mas fuerte y profundamente y había cerrado los ojos, como queriendo agarrar fuerzas o voluntad para lo que estaba a punto de pasar. Seguidamente empezó a emitir un grito ahogado cada vez mas intenso que liberó como uno a boca abierta bien fuerte. Su dedo, que estuvo temblando todo en todo momento, apretó el gatillo. Allí Valentina volvió a gritar y ya cansada comencé a recriminarle que se callara, que se tranquilizara. Allí aparecieron ustedes".




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