Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

Resistir y Morder

Los camiones que irían a Fruitvale fueron en dirección sureste de la carretera principal. Un poco mas allá de la entrada al paso por donde habían llegado, encontraron los restos de lo que parecía ser un paso a desnivel que cruzaba el camino por arriba, pero cuyos escombros habían sido retirados para despejar la ruta. La caravana giró por la salida hacia la derecha para seguir bajando por los cerros hacia el oeste. El camino bordeada una quebrada a su izquierda, habiendo a su derecha bosques con la ocasional ruina. Quizás lo que mas resaltó fue un torre blanca de un edificio religioso antiguo que sobresalía entre los árboles, y que estaba bien cuidada a comparación del resto de ruinas que veían. 

Un poco mas allá la vía doblaba levemente a la derecha y se alejaba del acantilado, siguiendo una larga línea recta. Recorrieron poco antes de detenerse repentinamente. El oficial al frente se asomó y observó adelante con sus binoculares, viendo una gran cantidad de zombies que pululaban el camino. Ordenó que giraran por un desvió a la izquierda y todos le siguieron. Los soldados en las partes de atrás lograron verlos cuando doblaron y quedaron a la vista antes de que se perdieran tras la esquina.

Esta nueva ruta bajaba y se internaba en el acantilado (que ahora estaba menos pronunciado) para luego subir y pasando unas curvas cerradas, llegaron a otra avenida que iba cerro abajo. En esta, seguía habiendo árboles a ambos lados tapando ruinas, pero mas abajo, no solo estos estaba desapareciendo lentamente, revelando tocones de árboles, si no que fueron apareciendo mas edificios que solo antiguas casas suburbanas, además de ser mas altos. Estaban llegando al centro de la ciudad.

Un poco mas allá había otra autopista que cruzaba la ruta por arriba, y que al igual que la anterior, estaba derrumbada. Doblaron para la izquierda, siguiendo otra avenida que iba en paralelo y estaba rodeada de árboles. Un poco mas allá subía llegando ir mas alto que la carretera, encontrando en la cumbre un puente hecho de madera que la cruzaba hacia el otro lado de la ciudad. Los camiones giraron y empezaron a cruzarlo.

El primero ni siquiera había llegado al otro lado cuando sorpresivamente el puente explotó. Todos los camiones, casi la mitad delantera del convoy voló por los aires, cayendo hacia la carretera hacia abajo, desparramando soldados heridos y muertos por todo el lugar. Los que no alcanzaron a cruzar sintieron un fuerte remezón que los hizo saltar de sus bancos. Todos giraron a mirar, viendo el caos que se desató frente a ellos. 

—¡Todos, bajen de los camiones!

—¡Abajo, abajo! —gritaban los jefes de pelotón. 

Los soldados bajaron de los camiones y fueron a ver lo que había pasado. Allí alcanzaron a ver la magnitud del desastre. Cuerpos inertes, otros retorciéndose de dolor, manchas de sangre, camiones tirados, humeando y machacados. Notaron que la bajada de tierra no era tan empinada, así que algunos comenzaron a bajar sentados para socorrer a los sobrevivientes.

Y entonces, desde el otro lado, comenzaron a llover balas.

—¡Fuego enemigo, a cubierto!

—¡Detrás de los camiones, rápido!

Los que habían bajado se pusieron se escondieron en lo que quedaba de la caravana, mientras que los que estaba arriba se pusieron cuerpo a tierra o detrás de los otros camiones. Los que se asomaban e intentaban devolver los disparos, se toparon con un problema.

—¡La balas vienen de los árboles! ¡No veo a nadie!

—¡Dispara por si le das a algo por si acaso!

El grueso del grupo se había puesto a cubierto y conversaban del próximo plan de acción. Decidieron intentar ir a por los costados, a ver si podían flanquear de alguna manera la posición. Hacia la izquierda irían tres pelotones, incluyendo el de Janira, a la vez que a la derecha irían otros tres.

—¡Andando hay que salir de esta!

El la parte posterior, a cuberito de cualquier tiro, empezaron a usar la radio.

—¡Base, aquí grupo alfa! ¡Nos han emboscado, tenemos muchos heridos!

El escuadrón del flanco izquierdo marchó a paso ligero, protegido por los árboles, esperando que nadie les viera hacer esto. Bajaron del cerro y encontraron otro paso a desnivel derribado. Uno de los escuadrones empezó a escalar por los escombros , que parecían un montón de tierra y piedras para ese momento, y al asomarse, mas disparos llegaron. Uno de ellos cayó muerto con una bala atravesando la cabeza.

—¡Uno caído! —gritó un jefe de escuadrón entretanto los demás se recostaban a cubierto. Los del escuadrón del muerto corrieron a socorrerlo y retirar el cuerpo, con los brazos temblorosos. Las balas seguían lloviendo.

—¡¿Pudieron ver por donde vienen las balas?! —preguntó el jefe del otro pelotón.

—¡Ruinas a la izquierda y derecha! ¡No parece haber nadie en los árboles!

—¡¿Trajeron la ametralladora que les pedí?!

—¡Sí!

—¡Ustedes, tomen la ametralladora y úsenla para dar fuego de supresión, céntrense en la derecha! —exclamó para después dirigirse al otro escuadrón —¡Ustedes, quédense atrás y hagan lo mismo con sus armas al lado izquierdo! —. Luego se dirigió al escuadrón de Janira —. ¡Ustedes, cuando yo lo diga, corren fuera de la cobertura y van hacia la casa en ruinas de la izquierda para tener una mejor posición! ¡Andando!

El segundo escuadrón se arrastró y con sus armas asomadas, empezaron a devolver el fuego. Aprovechando esto, el tercer escuadrón se puso a la derecha a hacer lo mismo. Asomaron su ametralladora ligera, apoyaron el bípode en el suelo como pudieron, pusieron la caja con munición, y sin apenar asomarse, empezaron a devolver el fuego.  Esta última arma se comió todo el ruido de las balas, haciendo un fuerte estruendo. No pasó mucho tiempo antes que desde el otro lado las balas bajaran de intensidad.

—¡Ustedes, ahora muévanse, rápido! —exclamó al escuadrón de Janira, quienes salieron corriendo a toda velocidad de la cobertura. El escuadrón que disparaba la casa izquierda dejó de hacerlo para dejar el paso a sus compañeros, para volver a abrir fuego cuando hubieran salido.




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