Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

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Mientras se dedicaban a despejar lo que quedaba, el escuadrón de Janira estaba junto a Alexis y el padre Pierre. Después de que todos bebieran abundante agua y respiraran para calmarse, estuvieron callados un momento hasta que les llegó el mensaje de "¡Despejado". Esto les dejó tan buen sabor de boca que se relajaron completamente por haber cumplido la misión. No sabían cuanto había pasado, habían perdido la noción del tiempo, pero no podía importarles menos. 

En lo que intentaban acomodar su aparente y momentánea modorra, Hans comenzó a mirar de un lado a otro dejándose llevar por sus ideas. Pensaba en varias cosas. En Craco, en su padre, y en las personas que había perdido anteriormente. ¿Qué pensarían ellos si se vieran en la situación actual? Pensaba en particular en Mason, cuya actitud y visiones tan peculiares bien podrían haber dicho algo en este contexto. Y mientras estaba ensimismado en esto, sus ojos pasaron de mirar perdidamente a lo lejos, a mirar fijamente a Alexis. Al principio no lo notó pero al notar que su mente pasó de pensar en sus compañeros fallecidos a fijarse en los detalles faciales de la susodicha soldado, se ruborizó.

Lo peor de todo fue que todos lo notaron antes, incluyendo ella.

—¿Pasa algo joven? ¿Qué ve en Alexis? —preguntó Pierre. Tanto él como ella se sonrojaron, con la segunda tapándose la cara con las manos.

—No... no es... loq... —. Hans no podía hablar, era como si sus ideas se hubieran atragantado en sus cerebro y le costara procesarlas.

—Lo que pasa señor Collins —respondió Sophie —es que la primera vez que mi hermano tiene esta clase de sentimientos. 

—¿Primera vez? —. Miró extrañado al joven —. ¿Cuántos años tienes?

—Quince años.

El padre se llevó la mano derecha a la barbilla. "Así que por eso estabas interesado en él, Alexis", pensó.

—Disculpe, pero por casualidad, ¿usted tiene un retraso en su edad mental?

—¿Eh? —preguntó extrañado, y el mismo sentimiento se contagió en la mirada de sus compañeros.

—O sea que, a pesar de que su cuerpo es de quince años, su mente está en una edad anterior, como si mente y cuerpo fueran a desfase.

—Pues... ahora que lo menciona... creo que podríamos decir eso.

—Mmmm... Disculpa, pero, ¿usted tiene autismo?

El escuadrón de Janira se miró entre ellos, sorprendidos por esa deducción.

—¿Cómo llegó a esa conclusión?

—Conocí a un joven que tenía autismo y era muy cercano a Alexis. Hace unos años con su familia se fue de Fruitvale. Eres muy similar a él. 

No era la primera vez que le decían eso. En Craco pasaba que cada cierto tiempo alguien le preguntaba si tenía una forma de autismo porque ellos conocían a otra persona con la mismo condición y sus actitudes eran similares.

—Pues sí, lo tengo —contestó secamente. Sus pies comenzaron a moverse teniendo sus piernas cruzadas. 

Alexis y el padre Collins se miraron fijamente. Ella giró la cabeza en señal de negación, a lo que él asintió en señal de aceptación. Ninguno del escuadrón de rangers entendió este intercambio.

Un momento después apareció Asama y se unió a ellos. La conversación siguió en temas mas triviales, cuando recibieron el mensaje de que se acercaba un contraataque. Inmediatamente se movieron hacia la cara este, que tenía varias ventanas. Los que estaban en el primer piso intentaron improvisar barricadas con las cajas y otros objetos que habían dejado los citadinos. Llevaron a los heridos a habitaciones lo mas al fondo del primer piso y algunos fueron llevados al segundo piso a duras penas. Se comenzaron a compartir municiones y recogerlos de los cadáveres para estar lo mas preparados posible para la batalla. Los brazos de todos temblaban por el cansancio, y apuntar para muchos se volvió complicado.

No tardaron en verlos venir, tanto del este como del sureste. Los primeros estaban usando las casas al otro lado de la avenida como cobertura con algunos corriendo hacia el edificio gritando un sonoro "¡AAAAAAAAAAH!". Otros disparaban desde las mismas casas del frente, aunque luego no tuvieran visión a todos los pisos. Incluso había algunos francotiradores en un complejo de de tres pisos que esta en la otra cuadra en diagonal, algo que Asama, que estaba en la azotea identificó y buscó encargarse de eso, aunque era difícil porque todos estaban bajo techo y no se asomaban con facilidad. Al principio no la veían, pero en cuanto disparó y la identificaron, ellos también empezaron a buscarla, por lo que tuvo que comenzar a cambiar de posición continuamente.

Los soldados que venían del sureste eran los mas complicados de atacar, porque desde ese punto no podían apuntar bien sin tener que exponerse mucho a los disparos enemigos, por lo que no tardaron en entrar por la brecha que había hecho Vengeur, la entrada principal y la trasera por el estacionamiento. En el primer piso se habían armado coberturas detrás de tales entradas, listos para recibirlos. Les habían arrojado granadas, pero ellos se habían colocado de tal forma que si las arrojaban ciegamente siguiendo el protocolo, no deberían preocuparse por ellas. Efectivamente explotaban fuera de las coberturas que habían preparado.

—¡Mantengan la posición, que no encuentren a los heridos! —exclamaban mientras los disparos y las explosiones ocurrían. A veces eran tantos los balazos que recibían los defensores que no asomaban las cabezas por encima de las cajas, si no que disparaban solo asomando sus armas y disparando a ciegas. Lo estrecha de algunas entradas les hacía pensar que deberían darle a algo, y casi siempre así era. Algunos citadinos se pusieron detrás de las entradas, tratando de disparar hacia adentro también a cubierto a ver si podían romper los nidos de defensa que se habían preparado en el vestíbulo. Aunque había un punto muerto, este no tardó en empezar a romperse en perjuicio de los defensores. A pesar de la seguridad que habían tenido, no tardaron en haber heridos y muertos entre las guarniciones, con los segundos obstinadamente tratando de devolver los disparos. 




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