Los gritos resonaron en mis oídos.
Esto se me hace familiar.
En los pocos segundos que me quedé absorto en mis pensamientos, ví como Lía salió de la casa a gran velocidad.
Suspire, sentado observé el piso de madera que después de tantos años ya se veía en mal estado.
Rasque mi pelo suavemente, con los gritos afuera de la casa aún llenando mis oídos.
"Así que, Tal vez tenga que ayudar"
Dije para mí mismo. Me levanté de la silla con pereza y camine a la salida.
En el camino desenfunde mi espada y la apoye en mi hombro.
Con el nuevo peso impuesto sobre mi hombro mire a la puerta cerrada.
Si salgo ¿tendré que matar no?
Me detuve de abrir la puerta.
Por unos segundos me quedé quieto pensando si valía la pena salir o no.
Perderemos de todas formas, esa chica sabe.
Quien sabe cuando pueda volver a encontrar a una mujer con tanto conocimiento.
Suspiré y aleje mi mano de la manija, en cambio de un fuerte golpe tire a abajo la puerta y salí al campo de batalla.
"1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11 etc"
Conté uno por uno los no encapuchados que peleaban contra los elfos.
Solo 8 elfos peleaban adecuadamente contra los 32 soldados.
"Parece que el asunto es complicado"
Mire el combate unilateral que tenían los elfos y los invasores, los gritos de fondo siguieron sonando con gran fuerza.
"No hay esperanza de ganar, Adiós Arthalia"
Me dí la vuelta en busca de algún camino para escapar, hasta que mis oídos captaron algo.
Sollozó.
Escuché las lágrimas de una niña provenientes de ahí.
Cuando me di vuelta ví a uno de los jóvenes elfos tomando en brazos a otro que se mantenía inmóvil.
Las súplicas y llantos de la niña llenaron mis oídos. Recordé algo.
Me detuve de abandonar a los elfos.
Hoy, solo por hoy. Ayudaré.
Con rabia empuñe mi pesada arma.
Por arte de magia mis piernas se movieron solas con el instinto y deseo de solo de asesinar al enemigo.
En pocos segundos ya estaba enfrente de uno de los soldados.
Mis dientes rechinaron en mi mandibula, con toda mi fuerza lance un corte desde mi hombro hasta el pobre diablo enfrente mío.
Por unos segundos todo se congelo. En cámara lenta poco a poco podía ver cómo las expresiones del soldado cambiaban. A cada segundo que mi espada se acercaba a su cabeza sus ojos se habrían hasta el punto de casi salirse.
En vano trataba de moverse para poder contrarrestar el golpe.
Con éxito movió uno de sus brazos enfrente de el para defenderse.
.Inútil.
Poco a poco los sonidos de la espada rasgando su piel llenaron mis oídos.
A cada centímetro los cracks resonaban en mi cabeza.
"Muere"
Con esas palabras el soldado acabo siendo sentenciado, su destino fue ser cercenado por mi espada.
Por un momento todo lo que estaba pasando en el campo de batalla se detuvo.
Hasta los gritos de la niña se detuvieron en ese instante.
Con un ruido asqueroso saque mi espada del soldado cercenado.
Apoye mi espada manchada en mi hombro.
Naturalmente el campo volvió a su estado anterior pero con una pequeña pero crucial diferencia.
Ahora éramos 9 magos y 1 guerrero contra 30 soldados y alguien más.
Preparado observé al escuadrón más cercano.
Rápidamente el escuadrón enemigo se abalanzo hacia mi, rápidamente franquearon mis lados deshabilitando mi escapatoria.
Por unos segundos me quedé quieto esperando que dieran un primer paso.
El soldado de mi frente se abalanzo encima mío lanzando un corte verticalmente a mi.
Fácilmente lo bloque con mi espada y me quedé frente a frente con el soldado cada uno haciendo fuerza para conectar el golpe y romper la postura del enemigo.
Cuando lo ví de cerca ví como apretaba los dientes con en señal de furia.
¿Un amigo eh?
Tranquilo lo acompañadas luego
Una sensación recorrió mi espalda, mis oídos notaron los pasos que se acercaban desde mis otros flancos.
¿Si que están molestos no?
Rápidamente me abalanze sobre el soldado delante de mi, usando mi espada como plataforma. Una vez que abandoné mi espada la sensación de fuerza me abandono rápidamente.
Sin perder tiempo me posicione en su espalda, desenfunde mi daga con una destreza inhumana y se la clave en su espalda, más exactamente en su espina dorsal, la daga atravesó con facilidad todo su cuerpo ignorando completamente la armadura de metal.
Todo esto sucedió en cosa de segundos.
Mientras apuñalaba al soldado, observé por el hombro que los demás ya estaban a pocos pasos de mi y el soldado.
Con la adrenalina nuevamente bombeando por todo mi cuerpo paté con toda mi fuerza.
En los pocos milésimas de segundos que pude ver cómo mi pierna estaba por tocar al apuñalado soldado, vi un contorno débil rojo rodeando mi pierna.