Un Acto Casi Nada Infantil

Segunda Parte: Nuevos trabajos

6

 

 

Estaba sorprendida, tal vez en el fondo hasta angustiada cuando mi celular sonó y vi el número de Jordi en la pantalla.

        — Tenemos un problema- como temía, nada bueno puede salir de él cuando son las seis de la mañana.

        — No llegó nada…

        — No es eso, todo está aquí.

        Sanaba angustiado y desesperado, parecía que podía ver cómo movía sus pies y su descontrolado parpadeo.

        — ¿Cuál es el problema entonces?

        — Que en una hora tengo reunión ante un agente del ministerio público- tuve que alejar del oído el celular de tan alto que hablaba.

        — Primero, cálmate…

        — No puedo estar…

        — Escúchame- dije con autoridad—, no debes preocuparte, es normal. Ven por mí y en el trayecto te explico- y colgué.

        Todo parecía ir rápido, siento que realice avances pero temo que no sean lo suficientes para resolverlo a tiempo. Quisiera que avanzaran mis resultados con la misma rapidez con la que va el tiempo.

 

Nos quedan cuarenta minutos para llegar a la reunión. Jordi está tan nervioso que parece que va a desfallecer, tuve que gritarle lo que debe hacer para que respondiera. Su disfraz, que le quedaba a la perfección, consistía en cosas simples: un traje que utilizaría cualquier persona que trabaje en una oficina, pero eso no evitó que ambos nos sintiéramos confusos al verlo vestido de ese modo. Le coloque su barba y bigote, le dije que los lentes los usara únicamente cuando tuviera que leer y hubiera gente cerca.

        Con su disfraz parece tener diez años más. Nos apresuramos a salir de casa, quedándonos treinta minutos. Mientras él conducía, yo le iba aconsejando el modo en que debe actuar. Le aclare que obviamente todo dependía de las circunstancias.

        Llegamos justo a tiempo, le di un último vistazo a mi amigo para corroborar que su disfraz va a la perfección. El bigote no me convencía, considere que se veía más realista sin él.

        — Recuerda, calmado y seguro- le dije mientras salía del automóvil.

        Me sonrío con timidez, su aspecto no me dio confianza. Le devolví la sonrisa, lo mejor que pude. Lo vi alejarse, con la cabeza agachada y estoy segura de que iba parpadeando sin control.

        Quería acompañarlo, sentía el impulso de apoyarle sabiendo que sus nervios podían traicionarle. En sus manos está el que podamos continuar con la investigación.

        Revise el celular para ver la hora solo para darme cuenta que lento parece ir tiempo, me sentí tentada de apagar mi celular para evitar la tentación. Al final lo considere una mala idea.

        Una parte de mí no quería pensar, eso únicamente aumenta mi angustia, visualizo todas las posibilidades de lo que puede salir mal; pero pensarlas también podría ayudarme a encontrar una solución para un problema que todavía no sucede.

        Por suerte, en el papel que tanto preocupo a Jordi, decía también que yo tengo una reunión una hora después de la que tiene mi amigo. Así que dentro de cuarenta minutos podré  saber si tuvo éxito o no.

        Mientras tanto, necesitaba algo con que distraer mi mente. Lo cual no es nada sencillo, lo poco que consigue hacerlo está en mi casa. Pensé en varias posibilidades, al final no encontré ninguna convincente, y apenas habían pasado cinco minutos.

        Me resigne a pensar en el caso, llevaba conmigo la libreta donde apunte todo. Revise ciertas preguntas sin poder darles respuesta, analice varios puntos sin poder comprobar muchos de ellos.

        Con la libreta pude hacer una única cosa, y fue escribirme un recordatorio: “revisar el mapa, de preferencia con Jordi”.

        Ya solo faltan dieciocho minutos, y tengo la justificación de entrar porque a mí también me citaron. Si he de esperar, al menos que sea en otro lugar. Por lo menos adentro no escuchare el transitar de los automóviles.

        Guarde el celular y la libreta, salí del automóvil, sin prestar atención a mis alrededores. Entre con la mayor calma posible.

 

En algo me había equivocado, y era en que iba encontrar menos ruido. Varias voces se escuchaban a la vez de diferentes conversaciones. No entiendo cómo es que alguien puede tener una conversación en semejante ambiente.

        Me acerque al escritorio más próximo donde había una anciana que parecía tener más antigüedad que su escritorio. Le dije mi nombre y que había sido citada. Su respuesta fue directa, se limitó a decirme el número de sala de reuniones y de señalar el pasillo que debía tomar.

        Ojalá todas las ancianas fueran así. Al menos yo sería como ella. Muchos pensarían que soy amargada, pero tendría más tiempo para mí.

        Recorrí varios pasillos. Gente iba y venía, muchos con sus tazas de café en la mano. Temía que alguno chocara conmigo.

        Conforme caminaba, daba vistazos a las puertas esperando encontrar la sala de reuniones 10 B, que parecía estar en lo más lejano del edificio. Curiosamente no me sentía extraviada, aunque no recuerdo que el edificio fuera tan extenso. Puede que aquella vez solo hubiera recorrido los primeros pasillos.



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En el texto hay: asesinatos, crimen, detective

Editado: 22.03.2020

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