Un Acto Casi Nada Infantil

7

A las ocho en punto ya estábamos con el agente Ramos revisando la información que su equipo de investigación obtuvo. Descartaron unas cuantas opciones, pero nada lo suficientemente útil. De la manera más sutil que me fue posible, le dije al agente Ramos que su información era… insuficiente.

        Jordi me miraba, en silencio se comunicaba conmigo, era clara su pregunta: “¿Qué vamos hacer ahora?”. Los tres nos encontrábamos nerviosos o frustrados. Este último se podía reflejar más en el agente Ramos.

        — Esto reduce la lista, ¿no?- me susurro mi amigo.

        — Pura mierda- lamentablemente el agente Ramos lo escuchó—, una lista de sospechosos sería tener algo, ¡pero no tenemos ni madres!- esta vez su enojo no se compara con el de la primera vez que lo conocí. Aquella vez estaba rojo, en este momento parece estar hirviendo en su propio ira.

        Jordi se ocultó un poco detrás de mí, mire severamente al agente Ramos, que se puso a despotricar contra las otras personas que están en la habitación. Una silla voló por encima de mi cabeza, el estrepito del impacto de la silla con los gritos ahogados de la gente, convirtió el momento en algo más dramático de lo que fue en realidad.   

        Mire a mi amigo para advertirle con la mirada que se abstuviera de todo comentario, entonces recordé lo que dijo.

        — Más vale que tengas otras opciones…

        — Entonces, cállate y escúchame.

        El agente Ramos dejo de hablar pero seguía rojo y con los puños apretados.

        — Haremos una investigación por dos francos: Recolección y revisión-. El agente Ramos parecía un volcán a punto de hacer erupción, lo mejor sería no estar cerca cuando eso suceda—. Necesito interrogar a dos mujeres y debes revisar todos los archivos y evidencia que haya hasta ahora.

        >> Tanto tú como yo- proseguí, antes de que el agente Ramos abriera la boca y perdiera mi oportunidad—, somos nuevos en este caso, estoy seguro de que encontraras algo que los anteriores a ti no encontraron.

        — ¿Y esperas resolverlo así? Pensé que eras más lista- hablo apretando los dientes. Todo su cuerpo temblaba, y empezó en cuanto mencione que él es tan nuevo como yo en el caso, por lo visto era algo que quería mantener en secreto.      

        — Haremos lo que mi amigo dijo que no tenemos. Tenemos mucha información para formarnos tal vez un perfil, pero todavía no tenemos un rostro.

        El agente Ramos recargo su peso sobre una de las sillas, con los puños rojos como su rostro. Su piel rugosa brillaba a causa del sudor, sus puños se habían relajado y los temblores cesaron. Ya era todo un progreso.

        — Puede acompañarme en los interrogatorios, pero usted es útil aquí. Nadie conoce mejor cómo revisar estos archivos y de cómo hacer que ellos trabajen- hice un leve movimiento con la cabeza para señalar a la gente que está al otro lado extremo de la habitación.

        El agente Ramos seguía meditando, pero esta vez mantuvo fija su mirada en mí. Leí todas sus dudas en sus ojos.

        — ¿A quién vas a interrogar?

        — A las secretarias, hare que los documentos que nos dieron valgan la pena.

        Frunció el ceño por un segundo, recobro la compostura rápidamente. Sus ojos seguían dudando y no tenemos tiempo para dudar por cuestiones semejantes.

        — Como sea, acompáñame si lo deseas, pero debemos movilizarnos ya. Tenemos ocho días suponiendo que no lo asesine antes.

        — Solo dime por qué.

        — Estas hojas nos dicen la versión oficial, pero hay cuestiones que nunca veras en un papel. Tú que trabajas para el gobierno y realizas documentos debes entenderlo mejor que yo.

        El agente Ramos asintió, nos dijo que le esperemos cinco minutos y salió de la habitación. Escuchamos sus gritos.

        Regresó con dos hojas que me dio, y me explicó que las usara si tuviera algún problema. No se veía convencido con mi idea, pero se resignó a seguirla.

        — ¿Le puedo pedir un favor?- el agente Ramos asintió; proseguí—. Podría revisar las ubicaciones de donde fueron encontradas las víctimas, secuestradas y el hogar de cada una de ellas; de ser posible, podría marcarlas en un mapa.

        — Yo me encargo.

        — Gracias, por las dos cosas- dije, le di un leve golpe a mi amigo y nos fuimos.

        Mientras nos alejábamos, podía escuchar los gritos del agente Ramos, dando órdenes a todo aquel que estuviera cerca.

 

Le dije a Jordi hacia donde nos dirigíamos, él conduciría, claro. Tuvimos una pequeña conversación mientras nos dirigíamos a la Facultad de Lenguas.

        — ¿Qué fue todo eso? Nunca actúas tan amable.

        — Hay una vida en riesgo, no hay tiempo para hacer enemigos- le respondí—. Además, conseguí lo que quería.

        — Eso es…

        — Entrevistar sola a las secretarias, el agente Ramos las asustaría y no quiero eso.



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En el texto hay: asesinatos, crimen, detective

Editado: 22.03.2020

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