Un acuerdo para amar

No debimos dejarnos llevar

Foolish no sabe qué hacer. Esa calidez está descongelando su corazón. Verlo abrazarlo, sosteniendo una sonrisa boba, hace que su instinto quiera cuidarlo en ese lugar. Era evidente que los tragos se le subieron al cerebro. Ese aroma característico fue reemplazado por el olor potente del alcohol. Escucharlo murmurar que le extraña lo tiene confundido. Pregunta qué tanta cantidad ha bebido esa noche, a lo que recibe una risita que confirma una alta probabilidad de incoherencia. Suspira, no puede dejarlo en ese estado, ¿qué clase de monstruo sería?

—Vayamos a tu casa.

Elmariana le da un manotazo, acción que le sorprende. Ante la negativa, ata sus manos y piernas, cargándolo hasta la entrada, busca la llave y, al no encontrarla, decide teclear la contraseña. Dentro sube hasta su habitación, dejándolo caer y desamarrando. Verlo dormir con calma hace que desvíe la mirada. Ya ha pasado tiempo desde que ha dormido con alguien. Al querer irse siente que su prenda es jalada. Elmariana lo retiene, murmurando que no se vaya, que no lo vuelva a abandonar. Suspira, sentándose en el suelo y jurando que no lo dejaría.

Solo esperará a que duerma y pueda ir con sus amigos. Minutos acariciando el cabello, viendo las lágrimas descender. Lo amaba, y que haya hecho esos comentarios sabiendo que aprendía su idioma le dolieron. Empezó siendo indiferencia, para después evitar salidas. Su reclamo le llevó a que le dijera mentiroso y doble cara, a lo que recibió insultos y golpes que lo llevaron a cortar. Al sentir su mano ser tocada, eleva la mirada encontrándose con la otra.

Su corazón late a medidas descomunales, sin saber qué hacer se levanta apartando la mano, escuchando los gemidos de lamento. Su alfa se siente gustoso ante el llamado. No, ya no son pareja; que esté en su casa ya es malo. Si Quackity o Roier lo llegan a ver, pensarán lo peor... debería sacar esas ideas antes de que su instinto decida controlarlo. Exhala el aire contenido, con pasos firmes consigue llegar a la planta baja. Al llegar a la puerta, siente un calor en el pecho. El ruido sordo de algo caer lo alerta. A pasos agigantados consigue llegar a la habitación. Al verlo tirado, llorando, lleva sus manos al cabello jalándolo.

—¿Qué debo hacer?

Se agacha, apoyando su espalda en sus brazos. Al colocarlo en la cama, es jalado del cuello, cayendo en el pecho. Su aroma lo hace gruñir. Con esfuerzo consigue liberarse, agitado sacude sus prendas. Verlo sonrojado, murmurando súplicas. Sin remedio se sienta, acariciando el cabello.

Al abrir los ojos, la luz de la luna lo ciega. Al incorporarse, siente unos brazos apretar su cintura. Sabiendo la respuesta, se recuesta. Es bueno saber que su instinto no lo dominó. Al estirar sus brazos y colocarlos en la nuca, observa el techo. Hace días que no duerme con esa calma desde su rompimiento. ¿Debería ignorar los latidos?

—¿En qué me he metido?

Al sentir el agarre flojo, consigue escapar. Al apartarse, siente que sus piernas tiemblan, su respiración entrecortada, la picazón de sus dientes. Le mintió, solo esperaba a que bajara la guardia. Clavando las uñas en los brazos permitiendo que la sangre salpique sus prendas y suelo. Esa voz que le exige reclamar lo que es suyo.

—No —murmura—. No lo voy a lastimar.

Claro que no le haría esa barbaridad. Se pone en cuclillas, conteniendo sus gruñidos. El de lentes abre los ojos, con su visión borrosa consigue divisarlo. Su sonrisa le hace sentir sus mejillas calientes. Al tratar de incorporarse, cae, su lamento capta la atención de Foolish que, al verlo, toda claridad desaparece. A pasos apresurados lo socorre. Lo coloca de espaldas acariciando cada mejilla. Sin pensarlo, une sus labios, una danza desesperada cargada de emociones, olores y ese resentimiento que se desvanece con cada toque. Sus manos recorren cada centímetro, se adentran sintiendo la piel y los escalofríos del omega. Muerde el labio inferior e introduce la lengua.

El calor aumenta, lleva sus manos a la cintura, apegando los cuerpos en una desesperada necesidad de unión. Por falta de aire, se apartan permitiendo que un hilo de saliva los mantenga unidos.

—Mariana —murmura.

Sus instintos les exigen seguir. Verlo con sus mejillas carmesí, sus ojos nublados por el placer. Vuelven a unir sus labios en un desesperado beso. En medio de la pasión, Foolish desciende dejando varios chupetones en el cuello. Elmariana aprieta los hombros del dios, dejando escapar suspiros. Las feromonas aumentan, indicando que no solo el alcohol está en su sistema, sino que un celo adelantado por parte de uno. Elmariana cierra los ojos ante la carga de feromonas. Las manos recorren cada centímetro del cuerpo. Con desesperación retira la playera del omega.

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El brillo que se filtra por la ventana hace que se mueva. Al querer levantarse siente el peso a su costado. Confundido decide moverse; al sentir y ver un cuerpo a su lado, grita haciéndolo despertar. Foolish grita al verlo levantarse y notar que estaban dormidos uno al lado del otro. El mariana toma una almohada cubriendo su parte baja. Sin saber qué hacer, se miran confundidos. El dios desvía la mirada queriendo buscar sus prendas. Sabía que no debía quedarse, debió hablarle a un amigo. Sus pensamientos son un lío. No es correcto, además el omega tiene su celo y es evidente ante la cantidad de feromonas que se van elevando. Si no se va, la historia se repetirá.

Elmariana se esconde en su armario, desde ahí le grita que se vista y se vaya de su casa. Foolish niega. Al encontrar sus pantalones se los coloca, golpea la puerta recibiendo negativa. Le suplica hablar; no pueden dejar esta situación sin siquiera saber cómo proceder. Recarga la cabeza en la madera. Piensa, es evidente que sus sentimientos aún perduran. No llevan demasiado tiempo apartados, aún le duele. Le menciona que fingirá demencia, solo le pide saber su opinión. La puerta se abre dejando ver su rostro, acepta solo si ya se va de su casa.




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