Un Amor Fuera De Lo Común #1

CAPÍTULO 25

Estaba hablando con mi hermana, cosa rara ya que nunca sucede, cuando Maya apareció por la puerta quejándose. Esta chica debe tener una resaca mortal

—¿Con resaca he? —preguntó Camila medio burlona

—Shh, no te burles —se quejó Maya, mientras iba por un vaso y se servía agua —¿dónde hay unas malditas pastillas para éste dolor de cabeza?

—Por dos —entró Emma a la cocina, con la misma cara que entró Maya

Camila se levantó para ir a buscar las pastillas para ellas, mientras que yo me levantaba a servirles café. Lo sé, lo sé, soy una grandiosa amiga. Justo cuando les dejaba el café en la mesa, apareció Camila con las pastillas

—Aquí tienen

—Gracias, eres una diosa para mi en éstos momentos —dijo Emma tomándose la pastilla

Luego de haber desayunado y de haberles contado a las chicas que era verdad de que Drake estuvo ahí y que no era su imaginación, nos fuimos a mi habitación para que Emma se cambie y luego acompañarla hasta su casa

—¿En serio le dije a un enano que donde estaban sus otros seis hermanos y la zorra de Blanca Nieves? —preguntó Maya tapándose la cara —O sea, ya sé que nunca me gustó esa película, pero ¿en serio lo hice? —yo me reí junto con Emma

—Sí, así fue. Él sólo quería bailar contigo y tú le dijiste que porqué no se iba a bailar con la zorra de Blanca Nieves o que porqué no se iba a buscar a sus otros seis hermanos y te dejaba de molestar —Emma explotó a carcajadas —no era tan enano, creo que te daba cerca del ojo. Pobre, tal vez y le cuesta armarse de valor por su estatura y tu vas y le dices eso —ahora yo exploté en carcajadas

—Muero de vergüenza, lo juro —se tapó la cara con la almohada —hay pero no debí ser la única, ¿o acaso Emma no hizo nada vergonzoso? —Emma paró de reír

—Además de darle una cachetada a Drake, sí. Las dos se pasaron toda la noche haciendo y diciendo cosas vergonzosas

—Ah ah, no, si contaste lo mío, lo de ella también. Anda, cuenta que fue lo más vergonzoso que hizo —dijo Maya y Emma le tiró una almohada en la cara

—Pues bien, un momento dado de la fiesta, las tres salimos afuera por aire, y justo estaba pasando un gato, entonces tú Emma agarraste el gato y se lo tiraste a un chico que estaba pasando por ahí y gritaste “pikachu yo te elijo” —ahora era Maya la que se reía a carcajadas y Emma quién se tapaba la boca —por suerte el chico no se enojó, es más se rió y te invitó a bailar, pero tú bailaste como una loca y luego lo agarraste de la camisa y lo besaste, por cierto era muy lindo —Emma estaba roja de la vergüenza, mientras que Maya se reía y le hacía burla— luego de que terminó el beso, lo apartaste de ti y fuiste corriendo a devolver a un arbusto. Entonces tú Maya, fuiste hasta el chico y le dijiste que no se preocupe, que de seguro no besaba tan mal. Esa vez el chico sí se enojó y se fue —Maya y yo explotamos en la risa, mientras que Emma nos tiraba un almohadón

—¡Que horror! —gritó Emma riéndose

Luego de que siguiéramos hablando de lo sucedido de anoche, nos fuimos para la casa de Emma. En el camino a su casa fue entre risas y bromas. Me la pasaba bien con ellas, no sé qué hubiera sido de éstos meses si ellas no estuvieran, puesto que con Gabi no volví a hablar desde que me pelee con Savana, y con Ethan… tengo que hablar con él para saber como quedaremos

Llegué a la casa de Emma, si llegué. Ya que las chicas se quedaron como dos cuadras atrás comprando helado, pero todo empezó porque Emma no recordaba si había sacado las llaves o no, al final se dio cuenta que no y luego se dio cuenta que tenía plata y nos invitó un helado, pero yo no quise, así que decidí ir viniendo, ya que ellas se quedaron a coquetear con el heladero. Cuándo me giré, vi que las chicas venían con una sonrisa de oreja a oreja, por la esquina

Así que toqué el timbre de la casa de Emma, aunque debo de admitir que lo toqué con un poco de miedo por si el padre de Samuel me habría la puerta. Pero el que terminó abriendome la puerta fue Samuel, y debo de decir que con cara de pocos amigos

—¿Qué haces aquí? —preguntó de forma seca

—Qué carácter chico. Vine acompañar a tú hermana —dije señalando la esquina

—Ah, bien. ¿Y tú novio, cómo está? —preguntó con ironía mientras bufaba

—¿Novio? ¿de qué hablas imbécil?

—Sí, de Drake —se cruzó de brazos

—No es, ni volverá a ser jamás mi novio —imité su acto

—Ay si claro—giró los ojos

—¿Qué? ¿Celoso? —pregunté con burla

—Sí, ¿y? —se acercó hasta estar a un paso de mi

Y por mi cabeza pasó “¿como dices que dijiste?” de Hannah Montana




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