Un Amor Fuera De Lo Común #1

CAPÍTULO 40

—Alma, despierta —dijo el caballo blanco de Patch Cipriano

—¡¿Puedes hablar Armando?! —le grité.

Qué sorprendente, Patch mi esposo, tiene un caballo que habla. Eso sí que es otra onda

—Eh… sí, es normal que hable querida—dijo Armando, mientras que yo seguía sorprendida

—¡¿Y por qué nunca supe que los caballos hablaban?! Ya hablaré muy seriamente con mi madre por no habérmelo dicho. Patch, mi amor, ¿tú sabías esto?

De pronto me levanté de golpe, cuándo escuché unas estruendosa risas

Estaba en el suelo, con las sábanas a mi alrededor. ¿Qué acababa de ocurrir? No entiendo nada, yo sólo quiero seguir durmiendo. Me quité la sabana de la cabeza y vi a mi mamá con Maya riendo a carcajadas ¿y ahora qué pasó? ¿Cuál es el chiste? ¡Oigan! yo también quiero sab…ah, no estoy hablando. ¿O sí lo hago? ¿Estoy formulando palabra alguna o sólo es la voz de mi conciencia? ¿Y si en realidad esto es imaginación mía y sólo estoy hablando con mi conciencia? Oigan un momento, mi conciencia no tiene nombre. ¿Por qué no tiene nombre? ¿Será que la mamá conciencia no le quiso poner? Bueno, si ella no lo hace lo haré yo, sí, su nombre será…. Panchita. Sí. Así. Y…

—¡Ya Alma! Levántate del suelo y deja de pensar en Patch y su corcel —dijo mi mamá quitándome de mis pensamientos.

¿Qué Patch qué?

—No entiendo. Pero bueno. ¿Por qué me levantan a las… —y estiré el brazo hasta mi mesita de luz para alcanzar mi celular.. ¡¿Qué?—¡¿seis de la mañana?!

Carajo, con suerte tenía 2 horas de sueño. Mierda.

—Es el vuelo de Maya, ¿lo olvidaste? —dijo mi mamá mirándome con reproche

—Pfff obvio no. Solo me hacía la tonta —dije mientas me levantaba del suelo

—¡Oh querida, te sale tan natural! —dijo Maya riéndose, mientras terminaba de guardar algunas cosas. Maldita

—No te insulto, solo porque luego tendré que tragarme mis palabras en el aeropuerto. Esta bien, ya me cambio y vamos —dije

Salí de mi habitación para ir hacia el baño y lavarme la cara y los dientes

El vuelo de Maya salía a las 7 de la mañana hacia Argentina. Así que, como siempre, la familia puntual Smith llegó a las 6:40, hubiéramos llegado a las 6:30, pero hasta que nos revisaron, Maya dejó el equipaje, luego encontrara la autorización de sus padres dónde decían que la dejaban viajar sola y que estaría con nosotros y mis padres tuvieran que firmar papeles y mostrar sus documentos, pues, terminamos a tiempo. Exactamente, desayunamos a paso veloz, perdimos la llave del auto, estábamos en la esquina y mamá se había olvidado su bolso, cuándo volvimos a salir Maya se estaba olvidando de su celular, tuvimos que volver. Llegamos al aeropuerto a las 6:30, y bueno, el resto ya lo saben

Estábamos sentadas con Maya, mientras mis padres y Camila, fueron con John a ver los aviones despegar

—¿Estas nerviosa? —le pregunté

—La verdad es que no, tengo más ganas de llorar que otra cosa —se rio

—¿Melancolía por irte o por volver?

—Ambas. Es difícil ¿sabes? Volver a un lugar dónde ya no tienes nada. Dónde lo conocido desapareció para ti, mientras que lo que ahora se te hace conocido tienes que despedirte, no sé, es extraño—soltó un suspiro

—Entiendo

Nos quedamos calladas esperando, ambas sabíamos que si seguíamos hablando íbamos a llorar peor que María Magdalena.

A los 10 minutos llegó corriendo Emma, Héctor, Josh y, sorprendentemente Samuel. Emma fue la primera en tirar del brazo a Maya haciendo que ésta se levante de su lugar y fundirla en un abrazo. A continuación lo hizo Héctor y seguido Josh, cuándo escuchamos que el vuelo de Maya saldría en 10 minutos en ese momento nos invadió la melancolía y la tristeza a todos, a lo lejos vi cómo volvían mis padres, hermana y sobrino corriendo

—No me olvides—dijo Emma con lágrimas en sus ojos mientras volvía a abrazarla.

Maya solo negó con la cabeza

—Jamás mi pequeña rubia —dijo sorbiendo la nariz, oh diablos, ya estaba llorando y si ella llora, yo lo hago igual. Se separó de Emma y le agarró la mano —Ve a visitarme, ¿sí? Es más, todos vayan a visitarme alguna vez. Mi casa es su casa, eso no lo duden nunca —nos sonrió

Y así continuaron las despedidas, mis padres deseándole buena suerte y mandándole saludos a sus padres, mi hermana, John y los chicos, lo más raro fue la despedida entre ella y Samuel, se susurraron un par de cosas que no sabría identificar y se abrazaron, luego llegó mi turno en despedirme de ella.

Maya se dio la vuelta, quedando a unos pasos de mi, nos miramos y automáticamente empezamos a llorar mientras nos abrazábamos

—Te amo tanto y no sabes cuánto te voy a extrañar—me susurró entre sollozos




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