Un Amor Fuera De Lo Común #1

CAPÍTULO 44

Me despedí de Samuel y volví a la cafetería un poco cohibida, extraña, no lo sé. Llegué hasta los chicos y ellos me miraron cómplices

—¿No qué no? —me dijo Josh mientras se cruzaba de brazos

—Ni yo misma sé que es lo que acaba de pasar—me senté y apoyé la cabeza en la mesa

—Nosotros ya te lo habíamos dicho. Te gusta, le gustas. Fácil—dijo Matt

—No, Matt, no. No es fácil. Porque no sé si me gusta, pero si es así, estoy suprimiendo ese sentimiento por miedo, y.. No sé—dije aún con la cabeza apoyada en la mesa

—¿Miedo a qué exactamente?—dijo Matt

—A ser lastimada nuevamente—suspire

—Tienes miedo a que te hagan daño, pero te lastimaras con tanto miedo—dijo Josh. Suspire

—A ver Alma, ¿qué ocurrió exactamente?—dijo Matt

—Bueno, sucedió que... —y le conté, le conté lo que había dicho Savana, lo que le respondió Samuel, luego lo que me dijo Samuel y el supuesto trato que hicimos ambos

—No digo que aceptes todo así a la primera, pero... No lo pienses tanto, deja que la vida te sorprenda—dijo Matt, yo solo pude mirarlo a los ojos—no se puede ser libre, si todavía vas de la mano con algunos recuerdos. Lo que hizo Derek, no quiere decir que Samuel hará lo mismo

—Exacto. Alma, dile que sí, aunque te estés muriendo de miedo, si le dices que no...quizás te arrepientas—dijo Josh mientras me abrazaba por los hombros

—¿Saben lo qué pasa? Es que él... él esta justo en el medio de lo que quiero y de lo que me da miedo tener—suspire—no sé si me explico

—Perfectamente nena, pero nunca te quedes con la duda de lo que podría pasar. Total, si resulta mal, aquí nos tienes a nosotros para romperle la mandíbula si es necesario—dijo Matt haciéndome reír—bien, eso quería lograr. Ahora vamos, te llevaremos a tu casa

Y aquí es dónde entendí, que los mejores amigos son los que pase lo que pase siempre estarán contigo, siempre buscarán el bien por ti, cuando tu misma no lo puedes ver.

Llegamos a mi casa y los chicos se despidieron de mi, diciendo que ya volveríamos a salir. Los amaba demasiado, en serio

Entre a mi casa, y estaba por ir a mi habitación, cuándo mi mamá me habló

—¿Alma?—dijo desde la sala

—Si ma, ¿qué ocurre?—dije mientras iba hacia allí

—Emma te habló, dice que no te podía contactar por el celular—ahí es donde recordé que lo tenía en silencio, mierda, me golpee mentalmente—la escuche muy mal cariño, creo que deberías de ir a su casa—me miró preocupada.

Asentí con la cabeza y volví a salir de mi casa, para ir hacia la de Emma

Tomé el primer taxi que logré ver y le di la dirección. Intentaba marcar a Emma, pero no me respondía, haciendo que me preocupe aún más. ¿Qué le habrá sucedido?

Llegué a su casa, le pagué al taxista y me bajé. Llegué hasta la puerta y toqué el timbre, me atendió su mamá y me miró sorprendida

—Alma, ¿qué... qué ocurre?—dijo mirando hacia dentro de la casa.

Haciendo que frunza el ceño y mire con intriga

—Vine a ver a Emma, ¿se encuentra?—pregunté

—Si, claro. Ahora te la llamo—dijo volviendo a cerrar la puerta

Que raro, la señora Jones nunca me había dejado afuera, siempre me hizo pasar a su casa. ¿Qué estará ocurriendo? Me preocupa esta situación. A los minutos salió una Emma pálida, como trastornada. No me dio tiempo a preguntarle qué ocurría, que empezó a caminar a paso rápido lejos de su casa, así que tuve que trotar para llegar a su lado. Una vez en la esquina, la detuve para preguntarle qué ocurría, pero no me lo permitió, ya que se tiró a mis brazos y empezó a llorar. No se me ocurrió otra cosa más que abrazarla y acariciarle el cabello

—¿Qué pasa Emma?—pregunté luego de unos minutos

—Samuel, Héctor, yo, muchas cosas—dijo sollozando, mientras se sorbía los mocos. Mis alertas se activaron

—¿Qué paso con Samuel? ¿Qué pasó contigo?—pregunté separándola de mí

—¿Podemos ir a otro lugar, por favor?—yo solo asentí con la cabeza

A unas dos cuadras de ahí, había una cafetería. Entramos y le compré un café con una dona a Emma, ya que yo ya había comido antes con los chicos. Se los llevé hacia la mesa que Emma había elegido

Estaba esperando a que Emma hablara, pero ella solo estaba mirando hacia algún punto fijo, mientras jugaba con el vaso de café

—¿Emma..? —pregunté

—Creo que estoy embarazada—soltó de golpe.

Creo que si hubiera estado tomando café, se lo hubiera escupido en la cara

—¡¿Cómo?!—susurre, grité




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