Un Amor Fuera De Lo Común #1

CAPÍTULO 45

Me desperté agitada por una pesadilla, eran las 4 de la madrugada. Mierda ahora no podré volver a dormir. Bueno, aunque en realidad tardé en dormirme, porque no podía dejar de pensar en Samuel ni en como estará. Tenía unas inmensas ganas de llamarlo, pero le prometí a Emma que no haría nada de eso, que esperaría a que ella me llamara para avisarme si puedo ir a verlo o no. Pero cuando prometí eso, no pensé que sería tan difícil. En serio estaba preocupada, por qué, o sea, ¡lo desmayó a golpes!. Ya cuando pueda hablaré con la señora Jones, le diré que tiene que denunciar a ese animal, llamaré a mi primo que es un gran abogado y el gemelo de él, es un buen policía, que ellos le podrían ayudar. Tengo que hacer algo, esto no puede seguir así.
Entre tantos pensamientos y dar vueltas en la cama, me quedé dormida

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Eran las 3pm y todavía no recibía ninguna llamada de Emma, estaba demasiado impaciente, ¿por qué no me llamaba? ¿Habrá ocurrido alguna otra cosa?

—¡Alma, ya basta!—me gritó Camila, la miré sin comprender—deja de mover tu puta pierna, me estas impacientando—mire mi pierna y la detuve

—Lo siento, suelo hacerlo cuando estoy nerviosa—suspire

—¿Y por qué estás nerviosa? 

Estaba por responderle cuándo me llegó un mensaje de Emma

*Rubia loca*
Bebé, ya puedes venir si quieres. Y yo que tu, mejor me apuro... Aquí hay basura que tienes que sacar

¿De qué hablaba? Confundida fui a mi habitación por mi bolso de manos, un poco de dinero y un suéter. Fui hasta el cuarto de mis padres y toqué la puerta

—¿Quién?—dijo mi papá

—¿Papá, me prestas tu auto para ir a casa de Emma?—pregunté

—¿A qué hora volverás?—dijo mi mamá

—No sé ma, pero antes de las 10 de la noche, seguro—dije apoyada con la cabeza en la puerta

—Esta bien, llévate un abrigo o algo. Cuídate y maneja con cuidado—dijo mi papá—las llaves están dónde siempre

—¡Gracias!

Fui hasta la cocina y agarre las llaves del colgador y salí de mi casa

Iba manejando, mientras escuchaba a mi hermoso Ed Sheeran

—We keep this love in a photograph, we made these memories for ourselves. Where our eyes are never closing, hearts are never broken and time's forever frozen still—canté, grité, en el semáforo

Giré la cabeza y había un grupo de chicos en un descapotable que me miraban con diversión, ¿tengo un payaso en la cara o tengo escrito en la frente algún chiste?. Pero, eran lindos así que no me haré la ruda. Les sonreí y saludé con la mano, me devolvieron el gesto y volví mi cabeza hacia el frente, justo cuando el semáforo volvía a verde. Estaba a unas cuantas cuadras de la casa de Emma por suerte.

Seguí cantando un poco más y llegué. Me estacione (luego de unos 5 minutos, me cuesta estacionarme) y baje del auto yendo hacia la entrada de la casa. Toqué el timbre y espere a que alguien me atendiera. Enseguida apareció el cuerpo de Emma delante mío. No me dio tiempo a saludar, que me agarró del brazo y me llevó hasta las escaleras

—Espera aquí, ya vuelvo—y se fue por un pasillo. 

¿Qué está pasando? No entiendo nada. Estaba esperando sentada en uno de los escalones, cuándo Emma apareció con unas pastillas

—Ahora si, vamos—dijo empujándome hacia las escaleras

—¿Qué es eso?—pregunté señalando las pastillas

—Los medicamentos de Sam—asentí con la cabeza y seguimos subiendo las escaleras

Llegamos a una puerta, bueno, sé que es la habitación de Sam porque recuerdo el camino, de la vez que me hizo subir hasta aquí. Entramos y me encontré la escena menos esperada. 

Savana besando a Samuel y él, intentando correr la cara hasta que ella se la agarro con las manos. Bueno, me tranquiliza algo que él haya querido correr la cara, eso significa que no la quiere besar, ¿no? 

Emma tosió falsamente y Savana se separó de un Sam con cara de repulsión 

—¿Se te perdió algo en la boca de mi hermano, perra?—dijo Emma y automáticamente se tapo la boca—perdón, digo Savana. ¡Es que Savana y Perra se parecen tanto, que una se confunde! ¿Verdad Alma?—dijo Emma mirándome 

—Si claro, más porque se parecen en el significado—dije riendo, luego me giré hacia Samuel, le sonreí—Hola, ¿cómo lo llevas? 

—Hola—me sonrió—he tenido días mejores—intento reírse, pero automáticamente hizo una mueca de dolor

—Ay bebé, no deberías permitir que entren chirusas como éstas—dijo Savana

—Iy bibi, ni dibiriis pirmitir qui intrin chirisis cimi istis—dijimos Emma y yo al mismo tiempo, lo sé, somos hiper maduras

—La única presencia que me molesta, es la tuya Savana—dijo Samuel 




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