Un Amor Fuera De Lo Común #1

CAPÍTULO 48

*Cuatro meses después*

La relación con Samuel, iba perfectamente. Teníamos por ahí nuestras peleas, pero en ese instante lo solucionabamos. Lo mejor, era cuándo le hacía pasar vergüenza con mis ataques de locura, como la vez que fuimos al centro comercial a comprar un regalo para Emma, y justo estaba pasando la canción "Sorry" de Justin Bieber, y juro que cada que la escucho, mi cuerpo es poseído por algún alma del baile y bueno, empecé a mover el cuerpo y el culo como perra poseída en medio de todos, y él se avergonzo tanto que me agarró la mano y me sacó de ahí. Fue demasiado graciosa su cara, ¡aunque el muy maldito no se sonrojaba!. Otras veces, jugábamos a la play, eso era una completa discusión siempre, me enojaba por qué me ganaba y luego me hacia burla, a pero cuando yo le ganaba no me quedaba atrás, le cantaba "leru leru, perdiste sos un looser perdiste, sos de madera perdiste, leru leru" y terminábamos peleando, para luego él hacerme cosquillas y terminar besandonos. Así solucionabamos todo. Con besos y abrazos. Muy cursi para mí, lo sé, pero me encantaban esos arranques de ternura que teníamos. A veces íbamos a bailar, salíamos con Emma y Héctor, sí se habían contentado, pero Héctor está advertido por mí que la próxima vez que la haga llorar, le cortaría sus pelotas.

Ahora respecto al padre de los hermanos Jones, él no había vuelto todavía desde esa vez, desde que golpeó a San, entonces quedé con la señora Jones y los gemelos de que actuaríamos cuándo vuelva, así no sospechaba nada.

Estaba en mi casa, junto con Emma, riendo con anécdotas de la infancia de cada una

—Oh bebé, créeme que no sabía andar en bicicleta—dijo Emma riendo

—¡Pero tenias 10 años! A los 10, todo el mundo sabe andar en bicicleta ya—me reí

—Pues yo no, desde mi primer intento de querer aprender y que no me haya salido, no lo intenté más—rio Emma, mientras agarraba una papita

—¿Qué pasó? Cuéntame—dije curiosa

—Bueno, tenía 10 años, y—se empezó a reir—estaba con la que en ese tiempo allá en México era mi mejor amiga, cuestión de que ella me estaba enseñando andar en bici en el parque, entonces llega un niño, uno que no recuerdo cómo se llama, pero pongamosle que se llama Carlos. La cosa, es que éste niño Carlos, me vivía peleando y siempre competía conmigo. Entonces llegó hasta dónde nos encontrábamos y me retó a una carrera de bicicletas. Obviamente no le iba a decir que estaba aprendiendo andar en bici—se rio

—¿Aceptaste?—la mire incrédula

—Sí, aunque mi mejor amiga me decía que no, pero mi instinto competitivo no me permitía escucharla. Entonces acepté, pero, yo creía que sería hasta la esquina, pero no, resulta que era la vuelta por el parque. Pero, había un problema...¡YO NO HABÍA APRENDIDO A DOBLAR!—gritó levantando los brazos hacia el aire, yo me empecé a reír—entonces cuando estaba por llegar a la esquina, vi que él doblo, y como yo no sabía, empecé a gritar "¡Julia, Julia, no sé doblar! ¡Ayuda!" y, la respuesta de Julia llegó demasiado tarde, tanto que ya me había estrellado contra un arbusto con espinas—se rio—luego de eso, no agarré más una bicicleta—explote en carcajadas

—No puedo con esto—dije riendo y agarrandome el estómago

Ambas seguimos hablando de anécdotas, hasta que Emma me hizo una pregunta que sabía que en algún momento tendría que pensar

—Oye Alma, ¿qué harán tú y Samuel cuándo te vayas a España?—preguntó viéndome

—No lo sé— suspire —sabes que quiero mucho a tu hermano y no quisiera terminar con él, todo es tan lindo, pero... Tampoco quisiera no viajar por él, o sea no le veo coherencia a eso

—Viajas en dos días, yo que ustedes ya tendría pensado qué hacer—dijo acostandose en el suelo nuevamente, y viendo hacia el techo

—¿Tú qué harías?—pregunté haciendo el mismo acto que ella

—Seguir juntos—se encogió de hombros—cuando existen las ganas, todo es posible—me miro

Estaba por responderle, cuando de repente sonó el timbre de la puerta. Me levanté del suelo y fui a atender. Era Samuel. Le sonreí y me devolvió la sonrisa mientras me agarraba de la cintura y me llevaba hacia él, para darme un casto beso

—Hola mi amor, ¿cómo estás?—me sonrió luego de que nos separaramos

—Hola—le sonreí como boba—muy bien, gracias, ¿y tú?—pregunté dejándolo pasar

—Ahora que te veo mejor—me dio otro beso, se separó de mí y vio alrededor de mi casa, lo mire curiosa—veo que tú y Emma no han incendiado nada aún—estalle en una carcajada haciéndolo sonreir, y acto seguido volvió a agarrarme de la cintura—me gusta la forma en la que aceleras mi corazón, y también como eres la única capaz de calmarlo—me miró




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.