Un amor marcado por la guerra

Cap 2. Un cambio en las sombras.

Me levanto tambaleante. Estoy vestido con ropas oscuras, elegantes y bordes dorados. No tengo mi mochila. No tengo mi celular. Solo una especie de anillo grabado con runas.

—Bienvenido, forastero —dice una voz profunda.

Giro y veo a un hombre de rostro severo, con armadura negra y ojos del color del acero frío. Su nombre llega a mi mente como si ya lo conociera: General Thalos. Uno de los señores de guerra del Reino

—¿Dónde… estoy?

—En el Castillo de Sombra helada... Almir Varelian.

¿Quién?

—Mi Lord, bienvenido de vuelta.

Y entonces lo sé.

No soy solo un extraño en este mundo.

Soy el villano.

El hombre que, según el libro, traiciona al reino, rompe el equilibrio de la magia, y muere con el nombre de Lirio en los labios.

Todo sucede en un parpadeo. Mientras los recuerdos llegan a mi mente sin parar.

Me entregan una máscara negra, con espinas de obsidiana y un rubí en el centro. Me llevan a una sala de espejos, donde mi reflejo me devuelve la mirada… pero no es mi rostro. Es uno más elegante, más frío, con una cicatriz que atraviesa la ceja izquierda. Un rostro de nobleza rota.

El libro no mentía por su belleza.

Y tampoco que esta noche… es el baile más importante de la historia.

Llegó al gran castillo donde se celebrara el baile de fin de año. Los muros de aquel inmenso lugar fueron creados con la mejor y más resistente piedra de Étalon. Cada 10 metros hay un guardia nocturno que está fuera de la vista de cualquier persona.

El Gran Baile de Máscaras del Reino de Étalon es como un sueño hecho de cristal, magia y oscuridad. Todo brilla. Las máscaras reflejan luces encantadas. Parejas giran al ritmo de una orquesta etérea.

Y entonces, la veo.

Lirio.

Exactamente como la describe el villano.

Ojos violetas. Cabello negro como la tinta. Vestido blanco con hilos dorados. Canta suavemente mientras camina entre la multitud. Todos la miran, pero ella parece sola. Sus ojos se cruzan con los míos. Me sonríe, apenas.

Es ahora. Este es el momento en que el villano se acerca. La historia dice que él la invita a bailar. Ella acepta algo resistente, el protagonista lo nota y empiezan los problemas. Y esa danza marca el inicio de una tragedia.

Doy un paso hacia ella.

—¡Almir! —dice una voz distinta.

Giro.

Y la veo.

Una mujer de pie sobre la escalera central. Vestida de negro y plata. Su máscara es afilada, hermosa, como un halcón listo para matar. Su cabello blanco ceniza recogido en una trenza, su mirada dorada.

Siento su poder como una oleada de fuego helado.

Kaelira Vorthez.

La villana que jamás se doblegó ni ante los reyes, ni ante los dioses.

Una figura secundaria en el libro. Descrita como “la señora de la tormenta”, que desaparecía tras su caída, pero cuyo nombre inspiraba miedo. Ella no tenía historia de amor. Solo de guerra.

Y sin pensarlo, me acerco a ella.

—¿Quieres bailar? —le pregunto, sin saber por qué.

Kaelira me observa, con una mezcla de sorpresa e ironía.

—¿Tú? El recién llegado al que creen el elegido de la sombra… ¿bailando con una bruja como yo?

—Sí. Si no tienes miedo claro.

Ella ríe. No como una doncella, sino como una reina que acaba de ganar una apuesta y yo más que encantado de convertirme en esta.

—Esta bien.

La orquesta cambia de ritmo.

Y danzamos.

Lirio nos observa desde lejos. Su canción se apaga. Su sonrisa desaparece. En sus ojos violetas hay una pregunta que nunca podrá hacerme.

¿Por qué?

Pero yo ya lo sé.

La historia ha cambiado en este momento.

Y este es el inicio de la historia de los villanos.




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