Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 3

Llegamos a Houston, todo es realmente hermoso aquí. Debo tener una cara de tonta, porque cada cosa que veo sonrío como cría o abro la boca en una gran O

Es que aquí, de verdad todo es precioso. Es imposible no enamorarte apenas llegas.

El señor que nos recogió en el aeropuerto, frenó frente un gran portón negro de rejas, dijo algo en el comunicador y este, luego unos segundos, se abrió, dando paso al auto. Empezamos a ingresar en la casa y okay, ahora sí tengo la boca demasiado abierta, hasta se me puede meter un insecto y estoy segura.

¡La casa es gigante! ¿Recuerdan mi reacción cuándo vi por primera vez la casa de Kendall, mi hermano? Bueno, su casa sí es grande, pero esta es... tres casas de él juntas, capaz.

Nos bajamos del auto y yo seguía con la misma cara de tonta, pero esta vez, parada delante de la casa

—Ya, quita esa cara— habló Thom sacándome de mi asombro 

—Perdón— respondí avergonzada— es que, todo esto... —señale el lugar— todo Houston de por sí, desde que llegué, es wow

—Luego te daré un tour, ahora tienes que fingir que me amas— agarró mi mano para entrelazar nuestros dedos y empezar a caminar 

—¿Hasta con tus hijas?— pregunté deteniéndolo

—Sí, necesito que todos lo crean, porque si una sola persona en esta casa sabe sobre que no es cierto, lo sabrá todo el país, ¿de acuerdo?— me miró serio y yo sólo pude asentir con la cabeza

Thomas empezó a caminar conmigo y fue ahí dónde recordé nuestras maletas, giré mi cabeza sin dejar de caminar y noté que habían dos sirvientas junto con el chofer, sacando todas nuestras cosas. Okay, esto es nuevo

De repente me dieron ganas de reír, al darme cuenta que estoy en una maldita novela de Wattpad, digo, me casé porque quise en ese momento, obviamente, no porque me hayan obligado mis padres, me hayan vendido o porque mi maldito jefe me haya dado un acuerdo para que me casase con él, pero aún así, me casé con un hombre millonario que quiere que finja ser su esposa delante de todos. Sólo espero que no sea igual de gilipollas que en los libros.

Nos abrieron las puertas principales e ingresamos

—Hola —sonreí a la muchacha que nos había abierto y esta me miró sorprendida para luego sonreírme 

¿Aquí no saludan a la gente o qué? Espero, en serio, en serio, espero que Thomas no sea de esos que trata mal a cualquier persona solo porque tiene dinero, sino juro que me divorcio hoy mismo sea como sea

—Miranda, ¿dónde están mis hijas? —preguntó Thomas a la muchacha

—En la sala, justo dónde nos pidió que lo esperen— sonrió la tal Miranda— las niñas lo extrañaron mucho señor— miré a Thomas y este sólo sonrió

—Yo también las extrañé, Miranda —contestó amable, bien, hasta ahora parece que no es de esos ricachones— Bien, hazme el favor de llamar a todos los empleados por favor, tengo noticias que dar— pidió Thom, haciendo que mis nervios florezcan 

¿Anunciará lo del matrimonio? ¿Qué carajos?

—Claro señor, ahora mismo —respondió para luego girar sobre su eje y empezar a caminar hacia algún lugar de la casa 

—¿Qué piensas hacer?— murmuré

No obtuve respuesta, ya que él abrió una puerta y frente mi campo de visión aparecieron tres hermosas niñas y estas corrieron felices hacia Thom, quién no dudo ni un segundo en soltar mi mano, para agacharse hasta la altura de estas y recibir su abrazo. La escena era tan tierna que me fue inevitable sonreír

La más grande, Martina, es una niña realmente preciosa con su cabello negro como el de Thomas, pero lacio en cambio el de él es ruludo. Tiene unos ojos grandes y de color ámbar, su tez es trigueña, ya saben, cómo cuando te quemas con el sol y te queda un bronceado divino, no más que estoy segura que esta niña no se bronceó, así es su color natural y que vergüenza, porque yo soy blanca leche.

Luego viene Sophie, tiene el cabello como el de su padre, ondulado y brillante, de color castaño oscuro precioso. Tiene el mismo color de ojos de Thomas, café o tal vez los de ella son un poquitín más claros, su tez era la misma que la de su hermana, bronceada, trigueña, como quieran decirle

Y por último, la pequeña Amira, tiene el cabello lacio y de color rubio tan lindo y brilloso, ojos grandes como Martina y del mismo color, ámbar y carga con el mismo color de piel que el de sus hermanas, un bronceado divino

Estoy segura que el color de piel proviene de la madre, porque Thomas si bien tiene un color de piel más oscuro que el mío, no sale de las tonalidades del blanco, y si lo hace, es por que él sí se bronceó con el sol.

Todos los empleados, al parecer, empezaron a llegar a la sala y Thomas le pidió a las niñas que vayan con Miranda, así puede comunicar algo. Ellas lo hicieron y él se enderezó volviendo a tomar su lugar a mi lado y agarró nuevamente mi mano

—Bien, los mandé a llamar, porque tengo una noticia muy importante que darles —todos miraban nuestras manos y pasaban su mirada de Thom a mí y de nuevo, a nuestras manos y así sucesivamente— me casé con ella —sonreí nerviosa— así que, de ahora en más, ella será también la patrona de la casa —ulala, la patrona— ¿entendido?— preguntó a lo que todos asintieron con la cabeza

Me dediqué a mirar solo a las hijas de Thom, porque... Martina me mira como si deseara con todas sus fuerzas que yo esté muerta. Sophie me mira curiosa y Amira, como si fuera un maldito ángel 

—¿Eres mi nueva mami?— preguntó la pequeña de repente, llamando la atención de todos

Miré a Thomas en busca de una respuesta. Porque no está bien decirle que sí, para seguir con la mentira y seis meses después, abandonarla. No lo veo justo

Abrí la boca para decir algo, ya que, al parecer, la pregunta dejó en shock a Thom, pero fui interrumpida 

—No Ami, ella no es nuestra mamá —comentó un poco borde

Auch, yo quería ser tu mamá tesoro. Bueno no, pero aún así.

Sin más, Thomas asintió con la cabeza una sola vez y todos los sirvientes empezaron a caminar hacia algún lado.




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