Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 10

Bueno, digamos que Thomas y yo estamos enojados, desde lo ocurrido de ayer. Me dejó muy en claro que es un aburrido, fanático del orden y lo estricto. Yo también le dejé muy en claro, que amo divertirme, me gusta el orden y la limpieza, pero si se desacomoda un poco por ESTAR DIVIRTIÉNDOTE no interesa, después se limpia.

Pero bueno, no llegamos a ningún acuerdo a ningunas disculpas, y ahora, seguimos así, enfadados el uno con el otro.

Para serles sincera, a mi ya se me pasó el enfado, pero mi orgullo esta primero ante todo, así que nos quedaremos así hasta que... No se, se nos olvide, quizás.

Estábamos desayunando todos, sí, hasta Ximena, cuando recordé que debo de hacer algo.

Trague el jugo de naranja que estaba bebiendo, me limpie la boca con una servilleta y me dispuse a hablar.

—Yo llevaré a las niñas hoy— anuncié mirando a Thomas, quien sólo me miró por breves segundos, para luego asentir con la cabeza y volver a ignorarme

Ash, será un maníaco por el orden y el silencio, pero también es un inmaduro.

—No, las llevaré yo, como siempre— habló Ximena, haciendo que la mire con una ceja alzada

—No te pregunté, lo anuncié solamente para que estés informada— dije de manera seria, para luego agarrar un tocino, pero antes de llevármelo a la boca, volví a hablar— por cierto, tú y yo tenemos que hablar— sonreí sin mostrar los dientes y mordí el tocino

Nadie más volvió a hablar, pero podía sentir la mirada de Ximena y me daban ganas de gritarle ¡¿QUÉ ME MIRAS?!

Sí bueno, digamos que no me levanté con el mejor humor de todos y ahora mismo me molesta todo, sobre todo, me molesta que esté respirando el mismo aire que yo. ¿No puede respirar otro aire?

Las niñas terminaron de desayunar y se levantaron para ir a prepararse para la escuela, mientras que yo terminaba de tomar mi café matutino. Definitivamente, un buen café le alegra la mañana a cualquiera.

Dejé la taza y me levanté de mi asiento, dejando la servilleta que tenía en mis manos en la mesa.

—Vamos —hablé llamando la atención de Ximena

Ella me miró, para luego mirar su plato, el cual, seguía teniendo comida, pero ahora no me interesa, puede acabar luego. La mire impaciente y ella suspiró para levantarse de la mesa.

—Usaré por unos momentos tu despacho —anuncié a Thomas sin mirarlo

No esperé respuesta alguna y empecé a caminar hasta el despacho de Thomas, sintiendo las pisadas de Ximena atrás mío.

Una vez que llegamos, dejé que Ximena ingresara primero y cerré la puerta detrás mío. Ella se giro para encararme y se cruzó de brazos.

—¿Qué quieres? —preguntó impaciente

Eleve una ceja, o no mi cielo, hoy a mi, no me hablas así. Porque no tienes idea de con quién estas hablando. Soy otra Alma, cuando estoy de malas.

—Que dejes de ser una jodida perra—gruñi y ella elevó ambas cejas sorprendida y puso su mejor expresión de confusión— quiero que dejes de divulgar los malditos problemas familiares a tus amiguitas —aclaré y ella frunció el ceño haciéndose la tonta

—¿Qué amigas?

—Miryam, Anna y Jennifer —le recordé y a ella se le aclaró el rostro— si tú sigues contando algo que no te incumbe ni a ti, ni a ellas, las pagarás y muy caro, ¿escuchaste?— pregunté pero no obtuve respuesta más que una sonrisa ladina— Con mi familia no te metas, y menos con las niñas

—No estaría entendiendo —frunció el ceño

—No te hagas la boba, que tanto tú como yo, sabemos que los hijos de tus amigas están molestando a Sophie— respondí de manera brusca y ella abrió los ojos de par en par

—No-no lo sabía— murmuró apenada

—Con ellas, no te metas— repetí y acto seguido, salí del despacho

Respire hondo, para luego caminar hasta la sala, donde las niñas me esperaban ya listas para ir al colegio. Las tres se despidieron de Thomas y empezaron a caminar hacia la salida, estaba por hacer lo mismo, cuando Thomas me detuvo.

—Vayan con cuidado, por favor— dijo amable y yo asentí con la cabeza

Pensé que eso sería todo, pero me equivoque. Thomas se acercó a mí y me dio un beso en la comisura de la boca.

—Adiós, intentaré volver temprano

Luego de decir aquello, salió por la puerta de entrada, mientras que yo me quedé en mi lugar, parpadeando confundida y llena de pensamientos y preguntas sin respuesta.

¿Se le habrá pasado el enojo? ¿Habrá fingido? Bah, lo hecho, hecho está.

Llegamos al colegio de las niñas y las tres se despidieron de mi. Sophie y Amira de un abrazo, y Martina con la mano. Bueno, eso es un progreso, antes se despedía con un asentimiento de cabeza o ni siquiera lo hacía.

Me apoyé en la camioneta, esperando a que las niñas terminaran de entrar por completo al instituto y justo, pude divisar a las tres brujas del mal. Sin dudarlo, empecé a caminar hacia ellas, que estaban hablando pero al ver que me estaba acercando, se callaron y me esperaron con los brazos cruzados.

—Ho... —empezó a decir Miryam, pero la interrumpí levantando mi mano

—Ni te gastes, que solo vine a decirles una cosa— me pare enfrente de ellas de manera recta— si alguno de sus escuincles, mocosos y feos hijos, vuelve a molestar a Sophie, por algo que ustedes andan diciendo, la van a pagar y feo— informé y las tres soltaron un jadeo lleno de indignación

—¿Nos estas amenazando? —habló Anna totalmente indignada

—No mi reina, yo les estoy avisando, informando y sentenciando, que si mi hija vuelve llorando de nuevo, porque alguno de sus estúpidos niños le dijo o hizo algo, las que lo van a pagar, serán ustedes, ¿entendieron? —las mire a cada una y pude ver el miedo en sus ojos

—No te tenemos miedos, a demás, nuestros hijos no hacen nada— habló Miryam mirándome retadora

—Ya están avisadas. Ahora, eduquen bien a sus hijos y enseñenle que el bullying es malo. Que tengan buen día señoras— dije de forma segura y seria




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