Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 11

Llegamos al restaurante, al cual agradezco no haber tenido que hacer esa ostentosa fila, porque Thomas ya había reservado. Obviamente si era una cena de trabajo, esto ya estaba reservado, ¿no?.

Un mesero nos llevó hasta nuestra mesa, pero, lo raro es que no hay nadie aquí y la mesa es para dos... Algo aquí está mal y no es mi peinado.

—Thomas... —hablé llamando su atención una vez que el mozo se fue

Thomas giró a verme y me sonrió igual que lo hace Amira, con inocencia. Ahora veo de donde lo saco ella.

—Si, bueno... Cancelaron la cena a último momento, pero cuando te vi tan linda arreglada, no quise arruinarte los planes —se encogió de hombros— y bueno, una salidita no nos vendría mal

Corrió la silla para mi y me senté, mientras él acomodaba mi silla para que esté más cómoda. Rodeo la mesa y se sentó frente a mí, mientras que yo lo miraba con los ojos entrecerrados.

—No se por qué se me hace, que todo eso de la cena fue una mentira para que yo aceptara salir contigo —comenté aún mirándolo con los ojos entrecerrados

Thomas rio por lo bajo y se rasco la barbilla, para luego mirarme.

—Tal vez —sonrió haciéndome girar los ojos mientras sonrío

—Un simple "Alma, ¿salgamos?" hubiera bastado, ¿sabes? —hablé divertida y él rió

—Si, pero no hubiera tenido emoción alguna, además corría con el riesgo de que me dijeras que no —se encogió de hombros y yo fruncí el ceño

—¿Por qué te diría que no, querido esposo? —pregunté curiosa y él giro los ojos por cómo lo llamé

—No sé, creí que estabas enojada conmigo por la discusión de ayer— respondió apenado

Eso sí, me tomó por sorpresa. No pensé que él pensara eso, aunque bueno si, actúe distante.

—Yo pensé que tú seguías enojado conmigo por lo de ayer, a mi se me pasó esta mañana— reí y él me miró sorprendido

—O sea, sí me enojé, pero luego entendí que era absurdo y más cuando mis hijas estaban así de felices— sonreí con ternura —entonces... ¿Me perdonas y hacemos las paces nuevamente? —sonrió galante y... Vamos, a esa sonrisa nadie podría decirle que no

—Claro, solo si tú, me perdonas a mí— dije y él asintió con la cabeza

Llegó el mozo con las cartas y Thomas pidió para ambos, acepté que hiciera eso, porque acabamos de hacer las paces, no da discutir de nuevo, ¿no?.

El mozo anotó todo, me dio una sonrisa fugaz, que si no fuera porque le estaba prestando atención, no la hubiera notado y se fue. Mire a Thomas, quien se quedó mirando hacia dónde se fue el mesero y carraspee para llamar su atención, cuando giro a verme pude notar que tiene el entrecejo levemente fruncido.

—¿Qué ocurre? —pregunté curiosa ante su repentino cambio de humor

—Soy yo o... ¿Te sonrió coqueto? —frunció aún más el ceño, en una pose pensativa

Intente no sonreír, pero se me hizo imposible y terminé sonriendo divertida.

—Déjame entender algo —me rasque la comisura del labio sin dejar de sonreír— ¿ocurre algo malo si el guapo mozo, me sonrió o no? —pregunté de manera "seria" pero por dentro tenía ganas de reír.

Sí, así es. El mozo es guapo, pero, no más que Thomas. Aunque en realidad, dudo que haya alguien más guapo que Tho.... Epaa, ¿qué estas diciendo Alma?

—No, no pasa nada que el guapo, te sonría—dijo remarcando el adjetivo que use para el mozo y vi como el musculo de su mandíbula se tensaba —pero que no sea tan obvio

—¿Sólo tú puedes sonreírme con coquetería o qué? —pregunté aún más divertida

—Sí— soltó de repente haciendo que la respiración se atore en mi pecho, dejándome sin respirar por unos segundos.

Al parecer su respuesta no sólo a mi me tomó por sorpresa, a él también. Bien, esto dejó de ser divertido para pasar a ser incómodo.

Ninguno de los dos volvió a decir palabra alguna, incluso después de que el mesero nos trajera el vino.

Hasta que recordé que tengo algo que darle y decirle, y era perfecto para cortar con la incomodidad

—Hoy tuve una buena conexión con Martina —hablé de repente y pude notar las facciones de su cara relajarse, ante mi cambio de conversación

—¿Ah si? ¿Lograste hablar más de dos segundos con ella? —preguntó interesado

Él sabe el trato que tengo con cada una de sus hijas. Le cuento todo, porque, una son sus hijas y creo que debe de saberlo y dos, no veo el por qué no decirle.

—Más tiempo —reí por lo bajo al ver como él alzó las cejas sorprendido— ella me ayudó a elegir qué ponerme, los zapatos, el peinado, todo —sonreí al recordar el momento que pasé junto a ella— fue un momento bastante agradable, íntimo y bonito. Creo que ya estoy ganandome un lugar en su corazón— hablé orgullosa y él sonrió

—Tú puedes ganarte el corazón de cualquiera y sin proponertelo— contestó amable

¿Eso fue una indirecta? Si, no, no, sí. Ay, no sé, no soy buena para las indirectas. Decidí ignorar lo que dijo y saqué la autorización de mi bolso.

—En realidad fue a pedirme que firmara esto, pero no me pareció correcto hacerlo, así que le dije que te lo consultaría a ti— explique antes de pasarle la hoja

Él la agarró, pero no se puso a leerla como creí que lo haría, sino que se quedó mirándome fijo y con el ceño levemente fruncido.

—¿Qué es? ¿Por qué no vino directamente a mi? ¿Por qué no lo quisiste firmar tú?

—Son muchas preguntas para mi, calmate — comenté y él rió por lo bajo

—Perdón —sonrió apenado

—Es una autorización para irse de excursión el viernes— empecé a responder sus preguntas— pensó que llegarías tarde del trabajo y no quería molestarte y como necesita esto para mañana, me lo pidió a mi, pero, yo no me siento capacitada para firmar autorizaciones de tus hijas

Thomas asintió con la cabeza y empezó a leer la autorización. Se ve tan lindo cuando esta concentrado, es como que sus facciones se notan más.

¡Basta Alma! Dios, el hombre es guapo, si, pero no te babees.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.