Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 12

Thomas

No conozco en lo absoluto a Alma, salvo lo básico, cómo se llaman sus padres, hermanos, amigos, su edad, fecha de cumpleaños, y esas cosas. Así que, verla triste es totalmente nuevo para mí y no me gusta.

Cuando la conocí, mostró a la primera que es una mujer carismática, dulce y divertida, muy alegre también y eso es lo que me cautivó de ella, para querer seguir con esta locura, porque sé que mis padres la amarían y lograría que me dejen en paz por un buen tiempo.

Aunque, ella tiene razón, no me agrada demasiado la idea de que mi familia se encariñen con ella, para luego tener que perder contacto. Pero bueno, es una decisión mía y decido correr el riesgo por completo.

Han pasado dos días desde aquella madrugada y ella sigue triste, no sé qué habrá dicho aquel mensaje que la desgarró así, pero sí sé de quién era, su ex prometido. Lo supe, cuando sin querer leí las dos primeras palabras del mensaje "te amé" y luego algo del final "¿qué hice mal? ¿no te amé lo suficiente?" y no me fue difícil sacar conclusiones, porque vamos, no es algo que te enviaría tu abuela.

Aunque he de admitir, por más egoísta que suene, que me gustó tenerla así, entre mis brazos y poder brindarle confianza para que llore sobre mi pecho, poder sentir por unos breves momentos, que podía defenderla y protegerla de todo mal, porque en esos momentos, eso es lo que más desee. Me encantó ser la persona la cuál la sostuvo en esos momentos, para que ella no se cayera al precipicio, pero me fascinó que ella se dejará sostener.

—Mari —hablé, llamando la atención de mi secretaria, que dejó de teclear lo que sea que estaba escribiendo en la computadora, para mirarme— ¿qué le comprarías a una mujer que está mal de amores, para alegrarla?— pregunté tratando de parecer desinteresado.

—Chocolate —se encogió de hombros— es que el error está en creer que puedes comprar algo para sanar el dolor y no es así

—¿Entonces qué puedo hacer?— pregunté, ahora sí sonando interesado 

—Debe ser importante para que me estés preguntando estas cosas— rió y yo sólo pude sonreír sin mostrar mis dientes— hazle pasar un buen día, normalmente nosotras las mujeres acudimos a otras mujeres para tener un día de chicas y así poder distraernos y de paso, tener de esas charlas emotivas, dónde se cuentan los problemas y escuchamos consejos— asentí con la cabeza, comprendiendo a dónde quería llegar.

—Bien, gracias Mari, ¿podrías decirme como qué cosas de chicas hacen, por favor?

Luego de anotar mentalmente todo lo que María me dijo, volví a mi oficina, guardé todas mis cosas, el trabajo pendiente para mañana lo dejé acomodado y perfectamente ordenado, para luego salir de la oficina nuevamente.

—¿Ya se va?— preguntó María mirándome sorprendida

—Sí— respondí amable, para luego empezar a caminar, pero antes de bajar las escaleras, me giré hacia ella— Comunica que me sentí mal y quise irme a mi casa, por favor Mari, gracias

Salí del hospital y marqué el número de mi mamá, quién luego de tres pitidos, contestó.

—Hola bebé —contestó de manera cariñosa, haciendo que sonría divertido. Adoro a mi madre

—Hola ma, te llamo para preguntarte si podrías pasar tú hoy por las niñas a las escuela y tenerlas todo el día— dije mientras me subía a mi auto y me abrocho el cinturón 

—Claro cariño, pero ¿por qué? ¿ocurrió algo? ¿estás bien? ¿Alma está bien?— preguntó nerviosa 

Sucede que mi madre es un poquito paranoica y sobre protectora con todos 

—No ocurrió nada malo mamá, simplemente quiero pasar un día entero con mi esposa, porque desde que nos casamos, no hemos podido tener ni un momento para nosotros— trate de sonar creíble, porque nunca, jamás, me salió mentirle a mi mamá

—Oh, si es por eso, claro— sonreí aliviado, porque me creyó— no te preocupes tesoro, tu padre y yo pasaremos a buscar a las niñas y dormirán aquí también, para que tengan más intimidad y disfrutan del día completo, si es que me entiendes, claro— se me fue imposible no soltar una carcajada. Mi madre y sus ocurrencias 

—Bueno mamá, te dejo, debo manejar

—Ve con cuidado bebé, te amo

—También te amo mami

Empecé a conducir y me detuve en la primera tienda que vi. Me bajé de la camioneta y entré a la tienda, comprando todas las chucherias que creo que le gustarán, desde chocolates, alfajores, caramelos, gomitas, hasta papitas, galletitas, maní y demás cosas saladas y dulces, por suerte en casa hay helado, así que eso no debo de comprar. Volví a detenerme en otra tienda y compré todo lo necesario (creo yo, ya que una trabajadora me ayudó) para un spa en casa, esmaltes, crema, no sé, esas cosas. Creo yo, que no debo comprar nada más, así que ya puedo ir a casa tranquilo.

Llegué y bajé de la camioneta, para luego ingresar a la casa y escuchar un total silencio, lo cual es raro, porque en estas semanas me acostumbré a llegar y escuchar música, ruido, gritos y risas. Fui hasta la cocina, encontrándome con Leti y Miranda, quienes al verme, se sorprendieron

—Señor —saludaron ambas y yo asentí con la cabeza

—¿Está Alma?— pregunté con las bolsas en mano

—Está en su habitación, ustedes se fueron y ella volvió allí y no ha salido desde entonces— respondió Miranda preocupada 

—¿Usted está bien, niño?— preguntó Leti con el ceño levemente fruncido

—Sí, salí temprano porque también estoy preocupado por Alma y quise venir a verla— sonreí para tranquilizarla— las niñas estarán todo el día con mis padres, vendrán recién mañana, tienen el día libre, hoy quiero estar a solar con Alma, creo que le hará bien— me encogí de hombros y ambas asintieron con la cabeza




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