Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 25

THOMAS 

—¿Quieres café? —preguntó Alma sirviéndose un poco ella

—Claro —respondí desinteresado, mientras veo los documentos que tengo en mi mano

Dejó una taza en el escritorio y ella se sentó en la silla que está delante mío y se dispuso a hacer algo en su computadora.

De vez en cuando levanto la cabeza para mirarla, creo yo, de manera disimulada.

Se me es imposible estar en un mismo cuarto con ella y no mirarla, no apreciar los gestos que hace cuando lee, escribe, ve algo que le gusta o algo que no, o simplemente está sumergida en sus pensamientos.

Sonará extremista, pero adoro ver como sus ojos brillan ante algo que le gusta, como su ceño se frunce cuando algo le disgusta o, simplemente, no entiende algo, como su nariz se frunce levemente cuando está enojada, se relame los labios cuando está pensativa, se agarra un mechón del cabello y lo enrosca en su dedo cuando está nerviosa, muerde la uña de su dedo pulgar cuando está ansiosa...

Bien, se entendió tu punto Thomas. Observas mucho a Alma. Pero hay un problema, amigo mío, tú le has confesado un millón de veces que te gusta, pero ella no ha mostrado nada. Si, un coqueteo de vez en cuando, pero porque coqueteos van, coqueteos vienen, pero al momento de hablar en serio, ella solo se queda callada o me sonríe, no me dice nada.

Entiendo que cada quien dice lo que siente en su debido tiempo, pero, ¿será que llegaré a gustarle? Porque ella me gusta y mucho, pero ella...

—¡THOMAS! —gritó haciendo que parpadee varias veces y me centre en ella

—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? —fruncí el ceño

—Eh... Porque te me quedaste viendo y lograste incomodarme— rió y yo la mire apenado —te llamé, pero no contestaste —se encogió de hombros

—Disculpa —murmure para volver a ver los papeles en mi mano

—¿Está todo bien? —preguntó viéndome curiosa

—Si, sólo estaba pensando en... —es tu momento de decirlo, no la cagues Thomas— en que dentro de cuatro meses será nuestro divorcio y aún no hemos pensado la excusa perfecta —comenté y vi su expresión neutra

Bien Thomas, bien. No la has cagado, la re contra cagaste.

—Oh —fue todo lo que soltó y su expresión no decía nada, no dice nada —si, creo que... Deberíamos empezar a pensar en algo, para poder decirlo bien cuando llegue el momento —suspiró y me sonrió

—Igual y estuve pensando que... Podríamos alargar el matrimonio hasta el año— solté lo primero que se me ocurrió y ella frunció el ceño— por las niñas, claro

—No me parece —negó con la cabeza —creo que lo mejor sería como quedamos, para que no sufran tanto, porque ya un año me van a querer más y yo también a ellas, y mi partida será mucho más dolorosa —se encogió de hombros

Claro Thomas. ¿Cómo no pensaste en eso? No si eres menso.

—Tienes razón, no lo había pensado así —me rasque la barbilla

—Por cierto, tu amigo el abogado, ¿sabe de todo esto? —preguntó curioso

—Si, Erik está al tanto de todo, por cierto, deben conocerse— hablé más para mí, que para ella— porque lo nuestro no será del todo creíble, si él no te conoce, porque Erik es como hermano, así que...

—Claro, cuando gustes, invitarlo a cenar —sonrió amable

—El problema es que él es de San Francisco, —Alma alzó sus cejas sorprendida —pero para navidad estoy seguro que vendrá

—Así que para navidad habrá que hacer mucha comida —rió y yo asentí con la cabeza

Los dos nos quedamos callados, mirándonos sin decir nada. No se en que estará pensando ella, pero yo pienso en lo perfecto que son sus ojos café.

—¿Sabes? Recién me di cuenta de algo— comenté haciendo que elle me mire curiosa —no conozco a mis suegros

—Es cierto —rió para luego suspirar— pues tendrás que conocerlos en otro momento, porque están es España con mi hermano mayor —eleve las cejas

—No sabía que tenías un hermano mayor —me incliné sobre el escritorio, para prestarle atención

—Se llama Kendall, tiene treinta, esta casado y tiene dos hijas y un hijo, mi cuñada es hermana de Ángel —alcé las cejas sorprendido

—¿Ángel el novio de Emma? —pregunté intrigado y ella asintió con la cabeza

—Para Ángel, Emma fue prácticamente su amor a primera vista —rió mientras niega con la cabeza

—¿Hay algo más que deba saber de ti? —pregunté interesado y ella puso su expresión pensativa

—No lo creo

—Entonces dime cómo puedo conquistar a tus padres o a tu hermano cuando los conozca —murmure divertido y ella sonrió

—Preferiría no meterlos en esto —contestó habiendo que mis ánimos se bajen un poco— pero, si no tengo otra opción, te aseguro que con ellos el alcohol no funciona, no podrás emborracharte con ellos e ir a Las Vegas— comentó divertida haciendo que suelte una carcajada

Ahora me encuentro solo en el despacho, porque Amira le pidió a Alma que la ayude hacer su tarea. No se en qué necesita ayuda, si sólo debe dibujar y pintar, pero Alma aceptó sin chistar.

Pero ahora mismo no puedo dejar de pensar en la conversación que tuvimos. Es obvio que no le gustó y que no lo haré. Además tiene razón, si nos divorciados en seis meses, le será más fácil a las niñas y no sufrirán tanto, ¿total? Entre más rápido, mejor, ¿no?.

Definitivamente lo mejor será intentar que las niñas no tengan tanto contacto con Alma, intentar separarlas de a poco. Es que, ¿en qué estaba pensando cuando acepté toda esta locura? En mi y solo en mi. Mi paz mental, para que mis padres me dejen de molestar, nunca pensé en el mal que le haría a ellas, si se encariñan.

—¿Papi? —preguntó Martina en el umbral de la puerta

—¿Qué sucede tesoro? —la mire atenta, mientras le hago señas para que pase

—Venía a preguntar si no viste a Alma —su respuesta me hizo fruncir el ceño

—¿Desde cuándo se llevan bien ustedes dos? —pregunté curioso

—Decidí que era momento de aceptarla —se encogió de hombros— a parte, no es mala y tengo que entender que es tu esposa




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