Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 30

Me duelen los ovarios, quiero llorar, apuñalarme, castrarme.

Entra cuchillo y saco ovarios.

Maldita menstruación horrible. ¿Por qué nací mujer? ¿Cuándo me llega la menopausia para ya no menstruar más?.

Me levanté con dolores, fui a desayunar con dolores, le dije a Leti que me sentía mal y me volví acostar.

Ahora estoy acostada en la cama, con las piernas en la cabecera de la cama. Tocaron la puerta y anuncié que pueden pasar.

—¿Estás bien, niña? —preguntó Leti y yo negué con la cabeza— ¿estás con náuseas? —indagó emocionada

—Sé por dónde vas Leti, y no, no estoy embarazada, porque me siento mal porque me duelen los ovarios— contesté y ella hizo una mueca de decepción —¿podrían irme a comprar toallitas femeninas, por favor? —suplique y ella asintió con la cabeza

—Claro niña, ahora mando a Miranda con Pepe —sonrió y yo le devolví el gesto

—Gracias Leti —escuche sus pasos alejarse, hasta que recordé otra cosa—¿también podrías traerme una pastilla? Gracias

—Enseguida te la subo —informó para luego cerrar la puerta

Odio el primer día, porque es donde más bipolar estoy. Lloro, río, me enojo por lo más mínimo, soy feliz con tan poco. Es algo horrible.

Por ejemplo, ahora estoy con los ojos llenos de lágrimas, y no se si son los cambios de humor o es por el dolor.

¡MAMI, TE NECESITO!

Gracias a Leti, estoy comiendo helado en la cama y ya me tomé una pastilla que me hizo sentir mejor, pero aún me duelen.

Me avisaron que ya esta la comida, así que dejé el bote vacío de helado a un lado de la cama, me puse mis pantuflas de garras de oso color rosadas, un saquita y ya. Bajaría con mi pijama puesto, no me importa.

Llegué al comedor y me senté sola, porque las niñas comían en lo de sus abuelos.

Thomas no sé dónde se fue desde esta mañana y tampoco me importa en estos momentos. Tal vez ayer si, pero hoy no.

Hablando de Roma, mira quien se asoma. Thomas entró al comedor y camino directo a su asiento, pero antes, me dio un beso en la frente que logró ponerme de mal humor.

¿No les digo? Bi-polaridad.

—¿Cómo estás preciosa? —preguntó viéndome curioso y yo sólo me dediqué a mirarlo de mala gana

—Bien

—Veo que te levantaste con el pie izquierdo —rió y yo inhale hondo

—¿Podrías no reír tan fuerte? Gracias —comenté irritada haciendo que él me vea extraño

Leti nos sirvió la comida con un rostro divertido y me dedique a sonreírle, porque su comida huele delicioso.

Empecé a devorar, exacto, devorar, no comer, todo esto bajo la mirada de Thomas.

—Tenías hambre, ¿eh? —preguntó haciendo que yo gire los ojos

¿Por qué me habla? ¿No puede comer callado? ¡QUE ME DEJE DISFRUTAR DE ESTA DELICIOSA MILANESA!

Decidí no responderle, mientras sigo comiendo. Pero es que no puedo estar tranquila, su sola presencia me está molestando y ya estoy frustrada.

—¿Podrías respirar más despacio?— pregunté irritada y él quedó con el tenedor a medio camino hasta su boca

—¿Qué? —preguntó confundido

—Que, respires, más, despacio —contesté de manera lenta

—¿Perdón por respirar? —me miró extraño y me sentí mal

Él no tiene la culpa de nada. Soy una persona horrible pir tratarlo así, cuando él solo me está tratando bonito. No merezco nada de esto. Ni siquiera está deliciosa milanesa.

—Perdón —contesté con la voz entre cortada

—Hey, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras kopi? —preguntó preocupado mientras deja los cubiertos en el plato y me limpia las lágrimas

—Es que, tu no tienes la culpa de mi mal humor y te estoy tratando horrible y no te lo mereces— hable con la boca llena y él me miró con asco, es que en serio la comida está deliciosa— no me merezco nada de esto, nada de lo bueno, ni a ti, ni a las niñas, ni está deliciosa comida, porque soy una persona horrible —solloce y él me mira entre atónito y confundido

—Amor, a ver, dime, ¿qué ocurre? —preguntó, pero lo ignore, porque hay una sola palabra que llamó mi atención

—¿Cómo me dijiste? —pregunté secandome las lágrimas y mirándolo atento

—Amor —respondió dudoso y yo sonreí de oreja a oreja

—¿Soy tu amor? —pregunté fascinada ante esa idea

Thomas frunció el ceño ante mi cambio drástico de humor, para después mirarme aún más extrañado.

—Si, lo eres, ¿en serio estas bien?

Fue hasta ese momento que reaccioné en que parezco una loca, enojada, llorando, amando y empecé a reír como loca.

Dios, pobrecito, debo actuar muy raro para que él me esté mirando así.

—Si, si, perdón, sigamos comiendo —comenté aún riendo y él asintió con la cabeza confundido

La comida pasó silenciosa después de eso, pero eso no quita que Thomas me miraba cada tanto, preocupado y yo le sonreía feliz.

Thomas me explico que tiene que trabajar y yo asentí con la cabeza, y le comuniqué que estaría en la habitación viendo tele.

¡Los ovarios infernales no dejan de doler! Maldigo el momento en que me convertí en mujer.

Pobre Martina, ella se indispuso hace poco, lo que le espera en este valle de lágrimas, sangre, dolor y sufrimiento.

Ya me vi dos películas, y comí más helado, chocolate y ahora estoy comiendo palomitas de maíz, cuando Thomas ingreso a la habitación.

Al ver toda la comida a mi alrededor, elevó una ceja y yo sonreí inocente.

—No me mires así, siento que me estas juzgando —fruncí el ceño y él negó con la cabeza

—No, es solo que... Tu no sueles comer así —contestó con cautela

—¿Me estás diciendo gorda? —pregunté con los ojos llenos de lágrimas

—No, no, no —habló rápido mientras se acerca a mi y se sienta a mi lado, agarrando mi mano— solo dije que se me hace extraño

Asentí con la cabeza, mientras limpio una lágrima que se me había escapado.

—De acuerdo, te creo

—Amor, tú no... —se rasco la nuca y yo lo interrumpí




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