Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 33

Me desperté sintiéndome de maravilla. Que gran manera de empezar el año.

Me giré sobre la cama, para mirar a Thomas dormir, suspiré sin querer hacerlo y sin poder resistirme, acaricié su barba lentamente con mi dedo, el cosquilleo que ocasiona en este me hace sonreír, pero a la vez, me gusta la sensación de sentir también su respiración tranquila chocar contra mi mano.

He visto a Thomas sin barba y, por muy loco que suene, lo prefiero mil veces con barba, aunque esta me haga picar cada que me besa o me dé cosquillas cada que roza su barba por mi piel.

Por muy loco que suene para mí, podría verlo todo el día así, quedarme todo el día a contemplarlo y no me cansaría o aburriría de hacerlo, es más, siento que es un placer poder hacerlo, no cualquiera lo puede contemplar como yo y eso me hace sentir única y me gusta. Además, sé que a la única que dejaría que lo contemple y lo vea así de cerca, es a mi.

Antes podría haber tenido dudas de que si me quiere o no, ya que, ninguno de los dos ha soltado un solo "te quiero" y por parte, siento que es porque ninguno de los dos queremos arruinar lo especial que tenemos, pero ayer lo nuestro no fue sólo sexo casual y ya, ayer fue algo más, algo de lo cuál sé que no podré olvidarme, porque fue demasiado especial. Ayer ocurrió algo que nos cambió a ambos y lo sabemos, lo sé, como también sé que ninguno de los dos lo dirá.

Ayer yo le demostré todo lo que siento por él a través de las miradas y los suspiros, y él me demostró todo lo que siente por mí, a través de los besos y caricias. 

—¿En qué piensa esa cabecita loca que tienes?— habló haciéndome asustar y trayéndome a la realidad nuevamente

Le presté atención y noté que tiene los ojos abiertos y me mira con curiosidad, intriga, con una profundidad que me fue imposible no soltar un pequeño suspiro.

—En todo y en nada— confesé haciendo que él frunza el ceño

—Te preguntaría a qué te refieres, pero tengo mucho sueño como para pensar —contestó y yo reí— mejor sigue acariciando mi cara como hace un momento o si quieres besarme, tampoco tengo objeción ante eso eh— reí y él sonrió

Me quedé callada, mirándolo a los ojos, debatiéndome si decirle lo que pienso o hacerlo más tarde, aunque... más tarde podría ser tarde, ¿no?. Pero, y si...

—Ya dime qué sucede, aquí estoy para escucharte —habló, pero en medio de sus palabras bostezo y sonreí, se ve lindo hasta bostezando, pero aún así, me quedé callada —mi amor...— dijo esperando que diga algo, mientras me abraza más la cintura logrando pegarme más a su torso y empezó hacerme caricias sobre la piel desnuda de mi espalda 

—De acuerdo, —contesté para luego suspirar— ahora que estoy frente a ti y estamos a solas, quiero pedirte algo— murmure cerca de su cara

—Que quiere la señorita, a ver —respondió de una manera tierna y caballerosa haciéndome sonreír

Vamos Alma, es tu momento, es tu oportunidad, no la dejes pasar. Dilo a las una, dilo a las dos, dilo a las...

—Quiero un hijo —solté al fin y él elevó una ceja

Las caricias en mi espalda se detuvieron por un mini segundo, para después ser retomadas sin problema alguno.

—Si me lo pides así, ¿cómo negartelo? Amor, me lo hubieras pedido anoche así no usaba protección —comentó haciéndome reír y negué con la cabeza

—No bobo, me refiero a que quiero adoptar —sonreí para convencerlo y él frunció el ceño

—¿No te gustaría una mini Almita con rulos? —indagó curioso y yo eleve una ceja mientras sonrío de lado

—En serio Thomas, quiero adoptar— hablé seria y él quito todo rastro de diversión en su rostro, para pasar a fruncir levemente el ceño

—¿Es en serio?— cuestionó y yo asentí con la cabeza —¿puedo saber la razón? 

—Toda mi vida quise tener un hijo, pero no puedo tenerlo por mi propia cuenta, y, ¿qué mejor que adoptar? —pregunté para después bajar mi mirada hacia mi mano que sigue en su barba— un hijo es alguien que te acompañará toda la vida, es alguien que te ayudará, como tú lo ayudarás a él, y yo quiero eso, —levanté mi vista nuevamente hacia él— quiero tener a alguien al cual enseñarle lo poco que sé sobre la vida y que esa personita me enseñe a mí, y como estoy segura que después de ti no habrá nadie más, porque sinceramente no quiero estar con nadie —que no seas vos, pero eso se lo diré algún otro día— y como tampoco puedo tener hijos como para hacerme una inseminación artificial, entonces...

—¿Eres estéril?— preguntó con el ceño fruncido y yo negué con la cabeza

—No, estem... —tragué saliva— Am... —suspiré viendo mi mano nuevamente, pero él levantó mi cabeza colocando una mano en mi mentón, para que pueda verlo a los ojos

—Si no quieres contarme, está bien Alma, no necesitas contarme para convencerme de adoptar, —sonrió de lado, mientras niega levemente con la cabeza— porque no necesitas convencerme de nada, si tú quieres adoptar, de acuerdo, adelante, adoptemos, yo por ti hago lo que sea, Alma Smith —contestó y yo tragué en seco, mirándolo a los ojos

¿Cómo es posible, que con una simple mirada, me haga temblar como gelatina? No necesita tocarme, besarme, decirme nada para lograr ese efecto en mi, sólo necesita mirarme y yo ya sentiré todo mi interior alocarse.

—Yo... —tragué saliva, para después relamer mis labios, intentando armarme de valor— es un tema fuerte para mí, pero aún así quiero contártelo, sucede que, yo... tuve tres abortos espontáneos —bajé mi mirada, sintiendo como mis lágrimas empiezan a nublar mi vista— y no quiero arriesgarme a un cuarto, porque estoy segura que no podría aguantarlo, que tendrían que internarme en algún hospital, porque me volvería loca —la voz se me quebró y Thomas no dudó en abrazarme

No lloré, no quería hacerlo, pero sí permití que él consuele mi alma con sus brazos, sus caricias, su aroma, su calor corporal, con...solamente él.

—Eres mi pequeña guerrera, ¿lo sabías?— murmuró sobre mi cabello y solté una pequeña risa que sonó más como jadeo




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