Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 40

Me encuentro alistandome para empezar a recibir a la gente por el almuerzo de bienvenida hacia los niños.

Desde lo ocurrido del miércoles, Thomas no ha vuelto a hablarme más que monosílabos delante de los niños.

Lo único que me dijo ese día, fue que todo seguiría igual con la farsa hasta que podamos adoptar a los niños. Y ya luego el divorcio.

Me pare frente al espejo, aprobando mi outfit y maquillaje.

Suspiré al notar que no estoy del todo convencida, siento que nada me queda bien hoy día y estoy segura que es por la cara de amargada que traigo.

Salí del cuarto y me dispuse a bajar las escaleras. Antes de pisar el último escalón, vi a Thomas, quien al verme abrió la boca para decir algo pero la cerró y se fue.

Suspiré ante la situación, pero no importa. Yo intenté solucionar las cosas, hablar con él. Si él no quiere, no puedo hacer más.

Me dispuse a caminar hacia la sala, pero el timbre me interrumpió. Me giré para ir hacia la puerta, pero Miranda me lo impidió.

—No te preocupes Alma, yo atiendo —anunció y yo asentí con la cabeza.

Volví a girarme para ir hacia la sala, nuevamente.

Llegué hasta ella y vi a Martina sentada en el sofá, sonreí encantada ante su vestimenta. Esos pantalones color caqui oscuro, blusa blanca y sus zapatillas blancas, se ve divina y más con su cabello suelto.

—Hola Martu, ¿y los demás? —pregunté haciendo que ella gire a verme.

—Felipe, Sophie y Ami están en el jardín, Guigui está con mi papá y Jerónimo no sé dónde estará —contestó a lo que yo asentí con la cabeza.

Antes de poder hacer algún movimiento, escuché unos pasos atrás mío y me giré notando que se trata de los padres de Thomas.

—Charly, Gabriela —dije amable mientras me acerco a ellos para darles un beso en la mejilla a cada uno a modo de saludo.

—Hola querida —contestó Charly tan amable como siempre.

Pasó de largo, para ir directo a Martina, quien se levantó del sofá para darle un abrazo a su abuelo.

Volví mi vista hacia Gabriela, quien me sonríe.

—Hola cariño, ¿cómo estás? —preguntó mientras acomoda algo de mi vestido.

Mal, su hijo no quiere escucharme. El estúpido mejor amigo de su hijo me besó y logró su cometido de arruinar mi supuesto matrimonio. ¡Ah! Eso también casi me olvido de contarle, mi matrimonio con su hijo es totalmente falso, y él ahora quiere seguir con esto del divorcio.

Sonreí, abrí la boca y dije:

—Muy bien, ¿y tú? —pregunté amable.

Gabriela abrazó a Martina quién vino a saludarla. Ambas se dijeron algo y luego Martu fue con Charly.

—Bien cariño, bien —contestó amable—. Por cierto, ¿y Thomas?

Giro a ver a todos los lados, para después volver a centrar su mirada en mí.

—Está con Guigui —respondí con una sonrisa bastante fingida.

Vi a Gabriela mirarme raro, para después abrir la boca, pero alguien atrás mío la interrumpió.

—Hola mamá.

Me di la vuelta notando que se trata de Nathanael, quien ya había llegado.

Le di un beso en la mejilla a modo de saludo y me disculpé con ellos, diciendo que iba a buscar a Thomas.

Salí de la sala y empecé a caminar por el pasillo para ir hacia el despacho de Thomas, cuando llegué hasta él, unas voces adentro me impidieron tocar la puerta.

Acerqué mi cabeza hacia esta, pegando mi oreja en ella para poder escuchar mejor.

—Yo digo que les digas a todos lo que ocurrió, que ya no te vea más la cara —Fruncí el ceño ante aquella voz de mujer—. Ella no te merece Thomi.

Hubo un prolongado tiempo que me puso más nerviosa de lo normal.

—No es tan fácil como parece Ximena —mi corazón dejó de latir cuando escuché aquel nombre. Ya sabía que se me hacía conocido—. Están los niños de por medio, ellos no tienen la culpa de nada.

De nuevo, silencio. ¡¿Por qué hay tanto silencio?!

—Cómo quieras Thomi, pero piensa que nadie puede hacerte sentir mal sin tu consentimiento, ¿bien?

Escuché unos pasos acercarse hacia la puerta, así que automáticamente me separé de ésta.

Para hacer como si recién hubiera llegado, toqué la puerta y justo en ese momento fue abierta por Ximena.

Ambas nos miramos por unos momentos, para después ella pasar al lado mío empujando mi hombro con el suyo.

Suspiré y me digne a verla caminar por el pasillo hasta que se perdió. Volví mi vista hacia adentro del despacho, donde se encuentra Thomas jugando con Guigui.

—¿Puedo pasar? —pregunté tímida.

Creí que levantaría la cabeza y me vería, pero no lo hizo. Siguió jugando con un libro y con Guigui.

—Claro, de todas formas yo ya me iba —anunció mientras se levanta de su sillón y deja a Guigui en el suelo para darle la mano y empezar a caminar con él.

—Oh —Fue todo lo que pude decir en el momento—. Por cierto, están tus padres y Nathanael —informé a lo que él asintió con la cabeza.

—De acuerdo, voy a presentarles a este pequeñín —dijo para luego pasar a mi lado.

Suspiré y sentí mis ojos llenarse de lágrimas, pero empecé a ventilar mi cara con mis manos para impedirlo. No pienso llorar y menos por esto.

Él no me quiere escuchar, yo no puedo hacer más nada.

Recordé lo que me dijo Martina sobre Jerónimo, así que fui hasta las escaleras para subir por estas e ir directamente al cuarto de Felipe y Jerónimo.

Ambos decidieron compartir habitación, por más que les dije que podían tener su propio cuarto cada uno.

Toqué la puerta de este y escuche un leve "pase". Abrí la puerta y asome mi cabeza, notando que Jero se encuentra sentado en la cama.

—¿Puedo pasar? —pregunté llamando su atención.

Levantó la cabeza hacia mi dirección, para luego asentir con la cabeza.

Ingresé y cerré la puerta detrás de mi, para luego empezar a caminar hasta su dirección y me senté en la cama de Felipe.

—¿Ya hay que bajar? —preguntó sin verme.




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